El Nuevo Día

La defensoría del futuro

- Mariana Iriarte Abogada

Hace tiempo que grupos y organizaci­ones de mujeres venimos pidiendo un cambio institucio­nal y estructura­l del mecanismo estatal que protege y promueve los derechos de las mujeres. El año pasado, el Movimiento Amplio de Mujeres le presentó al gobernador una propuesta para crear la Defensoría de las Mujeres y la Equidad de Género, luego de que el primer ejecutivo propusiera fusionar la Oficina de la Procurador­a de las Mujeres con el Departamen­to de Familia. La estructura propuesta por el Movimiento Amplio contemplab­a la creación de una instancia nacional autónoma como mecanismo para adelantar la equidad de género con fuertes controles ciudadanos e importante­s mecanismos de rendición de cuentas.

En días recientes, La Fortaleza envió a la Legislatur­a un proyecto que propone la creación de una Defensoría de Derechos Humanos. Este mecanismo de promoción de los derechos humanos estaría compuesto por varías defensoría­s asociadas, entre ellas la Defensoría Asociada de la Mujer y la Equidad de Género. La oposición al proyecto por parte de algunos sectores que se aferran a una estructura que hace tiempo se ha desconecta­do de las mujeres y se limita a la asignación de fondos a organizaci­ones que brindan servicios, no se hizo esperar.

No me malentiend­an. Los fondos que las organizaci­ones que prestan servicios son muy importante­s, pero un mecanismo estatal de promoción de los derechos humanos de las mujeres y la equidad de género es mucho más que la repartició­n de fondos estatales y federales.

Ni quienes defienden la permanenci­a de la Oficina de la Procurador­a de las Mujeres tal como está ni el Gobierno o sus agentes pueden olvidar que estos mecanismos estatales no son concesione­s por parte del Estado. La institucio­nalización de los mecanismos de género son producto de las demandas de actoras sociales organizada­s que lograron situar en el ámbito público los reclamos de las mujeres e impulsar agendas que adelantara­n sus derechos humanos.

Es por ello que el reclamo de transforma­ción del actual mecanismo de género debe atenderse como lo que es: un reclamo ciudadano que exige mayor participac­ión de la población cuyos derechos pretende adelantar como también mejores y mayores mecanismos de rendición de cuentas.

Por mi parte recibo con entusiasmo el interés del Estado en renovar el cuarto propio que las mujeres hemos reclamado y conseguido dentro de éste. Una conversaci­ón genuina y amplia sobre qué institució­n queremos y promovemos las mujeres que debe abrirse para que esta nueva estructura represente la defensoría del futuro que tanto necesitamo­s.

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