Cierre de escuelas y bienes raíces
La noticia de que el Departamento de Educación cerrará la Escuela Goyco, ubicada en la calle Loíza de Santurce, no me tomó por sorpresa. Hace unos años, caminando el área en la que transcurrió la niñez de mi madre, observé un rótulo que anunciaba la realización de obras en aquella escuela a la que acudía entusiasmada la pequeña Henrietta.
Me llamó la atención la disparidad entre la magnitud de la obra y el costo de la misma. Signos de interrogación se acumularon en mi cerebro. ¿Será que mi estimación de costos de construcción dista de la realidad? ¿Se tratará de una práctica rutinaria en el uso de fondos federales?
Teléfono en mano, retraté el rótulo y la escuela. Hice tomas de muchos ángulos, para mostrárselas a mi madre. Me invadió una sensación de que debía capturar la imagen de algo querido que estaba por desaparecer. Caminé por el área. No hay nada como caminar por la ciudad para sentirla vibrar y conocerla. La escuela tiene un solar formidable. Está flanqueada por un edificio inconcluso y por un amplio solar vacío. Este tipo de paisaje urbano lo hemos visto antes. El surtidor de interrogantes se avivó.
Exploré los alrededores. Apenas a unas cuadras de la Escuela Goyco se encuentra el lujoso condominio Gallery Plaza. En aquel momento me pregunté, ¿será que alguien planifica construir un condominio de lujo uniendo el solar de la escuela con los circundantes? ¿Podría ser que la obra anunciada incluyera algún elemento para desarrollos posteriores? ¿Será que mi pobre cerebro almacena demasiadas imágenes de edificios públicos en proceso de entregarse, por una minucia, a algún donante de partido?
Integrando esas imágenes en el tiempo, surge la secuencia que sigue: mudanza o cierre, abandono de instalaciones sin asignarle vigilancia, deterioro visible de la propiedad gubernamental, disminución de su valor en el mercado y “venta”. El ciclo se completa con la construcción de propiedad rentable de alto valor. Ante el cierre de la Goyco, se activan las interrogantes previas.
Sin ignorar la disminución en el número de estudiantes de edad escolar en Puerto Rico, debemos examinar críticamente tanto las decisiones de cierre como el futuro de los planteles cerrados. El Departamento de Educación ha intentado corregir su unidimensional criterio numérico para los cierres. Sin embargo, no se ha examinado la potencial función socio-cultural de cada escuela en el área en que ubica.
Ojo abierto, no sea que en algunos casos, el cierre esté matizado por la especulación con bienes raíces.