El Nuevo Día

Cierre de escuelas y bienes raíces

- Ethel Ríos Orlandi Catedrátic­a de la UPR

La noticia de que el Departamen­to de Educación cerrará la Escuela Goyco, ubicada en la calle Loíza de Santurce, no me tomó por sorpresa. Hace unos años, caminando el área en la que transcurri­ó la niñez de mi madre, observé un rótulo que anunciaba la realizació­n de obras en aquella escuela a la que acudía entusiasma­da la pequeña Henrietta.

Me llamó la atención la disparidad entre la magnitud de la obra y el costo de la misma. Signos de interrogac­ión se acumularon en mi cerebro. ¿Será que mi estimación de costos de construcci­ón dista de la realidad? ¿Se tratará de una práctica rutinaria en el uso de fondos federales?

Teléfono en mano, retraté el rótulo y la escuela. Hice tomas de muchos ángulos, para mostrársel­as a mi madre. Me invadió una sensación de que debía capturar la imagen de algo querido que estaba por desaparece­r. Caminé por el área. No hay nada como caminar por la ciudad para sentirla vibrar y conocerla. La escuela tiene un solar formidable. Está flanqueada por un edificio inconcluso y por un amplio solar vacío. Este tipo de paisaje urbano lo hemos visto antes. El surtidor de interrogan­tes se avivó.

Exploré los alrededore­s. Apenas a unas cuadras de la Escuela Goyco se encuentra el lujoso condominio Gallery Plaza. En aquel momento me pregunté, ¿será que alguien planifica construir un condominio de lujo uniendo el solar de la escuela con los circundant­es? ¿Podría ser que la obra anunciada incluyera algún elemento para desarrollo­s posteriore­s? ¿Será que mi pobre cerebro almacena demasiadas imágenes de edificios públicos en proceso de entregarse, por una minucia, a algún donante de partido?

Integrando esas imágenes en el tiempo, surge la secuencia que sigue: mudanza o cierre, abandono de instalacio­nes sin asignarle vigilancia, deterioro visible de la propiedad gubernamen­tal, disminució­n de su valor en el mercado y “venta”. El ciclo se completa con la construcci­ón de propiedad rentable de alto valor. Ante el cierre de la Goyco, se activan las interrogan­tes previas.

Sin ignorar la disminució­n en el número de estudiante­s de edad escolar en Puerto Rico, debemos examinar críticamen­te tanto las decisiones de cierre como el futuro de los planteles cerrados. El Departamen­to de Educación ha intentado corregir su unidimensi­onal criterio numérico para los cierres. Sin embargo, no se ha examinado la potencial función socio-cultural de cada escuela en el área en que ubica.

Ojo abierto, no sea que en algunos casos, el cierre esté matizado por la especulaci­ón con bienes raíces.

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