La encíclica del papa
No dijo nada nuevo en su encíclica para la conservación de la naturaleza el papa Francisco.
Durante décadas lo han venido denunciando la familia Cousteau, el inglés David Attenborough, todos los ecologistas y ambientalistas a nivel mundial y hasta los indios latinoamericanos. Por años hemos visto a través de documentales televisivos la reducción o encogimiento de los glaciares, la perforaciones en la capa de ozono, el efecto invernadero, el cambio climático, el calentamiento global, la contaminación ambiental producida por las emanaciones de gases, plaguicidas y pesticidas, la búsqueda insaciable de oro por medios altamente contaminantes en la Siberia y en América Latina, la destrucción inmisericorde de la selva latinoamericana para uso de ganadería y cultivos de alimentos transgénicos por los grandes intereses de los países ricos y poderosos. ¿Y qué han hecho ellos para corregir sus males? Nada y caso omiso harán al llamado de revolución del papa.
Ellos tienen el poder y los recursos para lanzar una cortina de humo y minimizar este llamado. Mucho menos pueden hacer Puerto Rico y sus gobernantes de turno pues estamos sometidos y dirigidos por estos grandes intereses.
Sinceramente espero equivocarme y que las masas mundialmente se levanten contra los ricos y poderosos que nos esclavizan económicamente y juntos exijamos el cese y desista de las malas prácticas enemigas de la naturaleza, pero eso es solo un sueño. De lo contrario la encíclica papal sucumbirá como retorica vieja y mañana será noticia de ayer que a pocos le preocupa o interesa. Ni la gran mayoría de los católicos le hará caso. Pasará a ser parte del congreso de ratones buscando quién le pone el cascabel al gato.
La Madre Naturaleza o Pacha mama tiene muy pocos guerreros con poder para contestar afirmativamente al llamado de revolución del papa.