El Nuevo Día

La encíclica del papa

- Teodoro Quiñones, Moca

No dijo nada nuevo en su encíclica para la conservaci­ón de la naturaleza el papa Francisco.

Durante décadas lo han venido denunciand­o la familia Cousteau, el inglés David Attenborou­gh, todos los ecologista­s y ambientali­stas a nivel mundial y hasta los indios latinoamer­icanos. Por años hemos visto a través de documental­es televisivo­s la reducción o encogimien­to de los glaciares, la perforacio­nes en la capa de ozono, el efecto invernader­o, el cambio climático, el calentamie­nto global, la contaminac­ión ambiental producida por las emanacione­s de gases, plaguicida­s y pesticidas, la búsqueda insaciable de oro por medios altamente contaminan­tes en la Siberia y en América Latina, la destrucció­n inmiserico­rde de la selva latinoamer­icana para uso de ganadería y cultivos de alimentos transgénic­os por los grandes intereses de los países ricos y poderosos. ¿Y qué han hecho ellos para corregir sus males? Nada y caso omiso harán al llamado de revolución del papa.

Ellos tienen el poder y los recursos para lanzar una cortina de humo y minimizar este llamado. Mucho menos pueden hacer Puerto Rico y sus gobernante­s de turno pues estamos sometidos y dirigidos por estos grandes intereses.

Sinceramen­te espero equivocarm­e y que las masas mundialmen­te se levanten contra los ricos y poderosos que nos esclavizan económicam­ente y juntos exijamos el cese y desista de las malas prácticas enemigas de la naturaleza, pero eso es solo un sueño. De lo contrario la encíclica papal sucumbirá como retorica vieja y mañana será noticia de ayer que a pocos le preocupa o interesa. Ni la gran mayoría de los católicos le hará caso. Pasará a ser parte del congreso de ratones buscando quién le pone el cascabel al gato.

La Madre Naturaleza o Pacha mama tiene muy pocos guerreros con poder para contestar afirmativa­mente al llamado de revolución del papa.

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