“Aquí los vecinos son como hermanos”
Residentes de barrios de Guaynabo sacan la cara por los hogares en los que han vivido por años
Sentada en el balcón de su casa, Elisa Caces, de 76 años, luce tranquila mientras, mirando al horizonte, habla con un familiar desde su celular. La repentina visita de este diario la interrumpe, pero no duda en colgar y hablar de lo importante que es la comunidad de Los Filtros, en Guaynabo, para ella.
“Aquí nací, crecí y crié a mis cinco hijos”, cuenta mientras recuerda como durante décadas laboró en el comedor escolar de la escuela que quedaba a pasos de su casa y que hace años se convirtió en el centro comunal de la vecindad, donde los vecinos hacen velorios, cumpleaños y bodas, entre otros eventos.
“(El municipio) trató de darme una casa en Juan Domingo. Me querían dar $60,000, pero esto vale más. Además, esto es tranquilo. Es gente buena que se preocupa por uno. No me quiero ir”, agregó Caces.
A pasos de su casa, Domingo Suárez Mulero, de 68 años, alimentaba a sus gallos de pelea antes de subir unos peldaños que lo conectan a la estrecha calle que conduce a su casa, donde vive con su esposa y tres hijos.
“Si me voy a lo mejor no duro ni año y medio. Aquí los vecinos son como hermanos. Nadie tiene problemas con nadie y todos comparten”, dijo.
Juan Zapata Ramírez, de 53 años, es otro de los residentes de Los Filtros que tampoco quiere abandonar su ho- gar, a pesar de que el municipio ha tratado de expropiarlos.
“Para mí que el tirijala (de las expropiaciones) es porque este es un sitio bien céntrico, pero aquí tengo muchos recuerdos y aquí moriré”, dijo.
Según Jorge Oyola, presidente del Comité Cívico Los Filtros, aunque en esta comunidad antes vivían 129 familias, quedan 80. Mientras algunos han cedido a la expropiación, otros han muerto o se han mudado, dijo.
“La inmensa mayoría de los que vivimos aquí tenemos títulos de propiedad (de sus hogares). Además, tra- bajan y rinden planillas”, sostuvo sobre la comunidad que, según contó, tiene casi 100 años de historia y consta de unas 12 cuerdas de terreno. Tanto Oyola como José Rondón
Diepa, presidente de la cercana comunidad de Camarones, insisten en que lo mejor que tienen las 14 comunidades especiales de Guaynabo es su gente, su sentido de pertenencia y ánimo de ayudar al prójimo.
“Aquí hay mucha gente capacitada para hacer microempresas, como un cuido de niños; para hacer sembradíos de lechugas y otros productos menores. Lo importante es que se les brinde la oportunidad”, dijo Rondón.