Los orgullos de Siena
Siena ha mantenido una fuerte competencia desde hace siglos con Florencia, la capital de la región.
La ciudad de Siena a menudo se queda afuera en la lista de “destinos a visitar” durante un viaje por Italia. Una pena porque esta ciudad toscana ofrece uno de los recorridos más hermosos e interesantes que se pueden disfrutar en la bota mediterránea.
La Toscana Siena ha mantenido una competencia desde hace siglos contra Florencia, la capital de la región. El conflicto tipo San Juan versus Ponce nunca ha estado corto de argumentos porque si Florencia le muestra a sus visitantes la gloria del estilo renacentista, Siena exhibe lo mejor del gótico medieval italiano, un estilo arquitectónico más sobrio, pero no menos impresionante. Lugares, personajes históricos y especialidades gastronómicas son también leña fresca para el fuego de este duelo citadino.
ORIGINALES PALACIOS Y PLAZAS
Las principales atracciones de Siena son su alcaldía o Palazzo Comunale y su Piazza del Campo, una de las plazas medievales más hermosas del Viejo Continente. Con su terreno inclinado en forma de concha y su pavimento diseñado en estrechas lozas de terracota, esta plaza invita a sentarse y a disfrutar con vista panorámica de su animado trajín.
Por otra parte, el Palazzo Comunale fue inaugurado en el siglo XIV como sede del gobierno de la República de Siena. Su espigada Torre del Mangia fue diseñada para sobrepasar a la del Palacio Vecchio de Florencia, en aquella época, la torre más alta de Italia.
Hoy, el edificio alberga la alcaldía y el Museo Cívico, en cuyas salas se pueden contemplar bellísimos frescos con escenas de la vida cotidiana en la antigua Siena. Toda una novedad en aquella época, cuando el tema religioso era omnipresente en las obras artísticas.
Inolvidable resulta la vista desde la Torre del Mangia. Desde estas alturas (88 metros o 288 pies) se observa la Piazza del Campo con su Fuente Gaia (fuente de la alegría) y la silueta de Siena y su campiña.
CABALLOS Y JINETES
Justo aquí es donde anualmente se celebra el famoso Palio de Siena, una carrera de caballos que enfrenta a las 17 contradas o barrios de los tres distritos o Terzo que se fundaron en las tres colinas de Siena: Terzo di Camollia, Terzo di San Martino y Terzo di Citta.
La carrera medieval se desarrolla dos veces al año. El 2 de julio se corre el Palio di Provenzano en honor a la Virgen de Provenzano y el 16 de agosto el Palio dell'Assunta en honor de la Asunción de la Virgen.
El colorido espectáculo es protagonizado por jinetes vistiendo a la usanza renacentista para rememorar el brillo de la antigua Siena. Amontonados en el centro y en los balcones de la plaza, el público puede admirar a los protagonistas cabalgando con los colores de sus barrios.
UN LABERINTO SOBRE TRES COLINAS
La silueta de Siena, dominada por palacios residenciales y torres patricias, es muestra de la aburguesada cultura de esta región. Si en Florencia reinó el mármol blanco y el lujo de los Medici, en Siena se desarrolló una cultura urbana y mercantil, en donde la mística de santa Catalina de Siena floreció con la misma intensidad que la trayectoria del banco más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi di Siena, y las cepas de algunos de los mejores viñedos toscanos.
La exploración por la zona peatonal de Siena, con fama de ser la más antigua de Italia, ofrece durante el intenso verano un refrescante refugio de oscuras calles. El paseo se deja iniciar desde las alturas de la Basílica de Santo Domingo, un templo en ladrillo rojo construido en el siglo XIII y con una inmensa nave central. Desde esta colina, la vista del Duomo de Siena es inolvidable.
El laberinto medieval sobre tres colinas está dedicado al comercio y repleto de pequeñas tiendas que ofrecen las especialidades de Siena. Una gran cantidad de vinotecas ofrecen también catas informales de los vinos de la región como el Chianti Clásico, el Barolo, el Brunello di Montalcino o el Vino Nobile de Montepulcciano.
No es difícil perderse entre la Porta Camollia y la Porta Romana de este centro amurallado que fue nombrado, en 1995, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Imperdible una vez adentro es la visita a la Casa de Santa Catalina de Siena. La patrona de Italia y de Europa, santa, mística y doctora de la Iglesia Católica que nació y vivió gran parte de su vida en este edificio, amorosamente restaurado por sus compueblanos.
También, la Catedral de Santa María Assunta, mejor conocida como el Duomo de Siena, ofrece una muestra del glorioso pasado de la ciudad. Construido en mármol blanco y negro, los colores del escudo de la ciudad, el edificio no puede competir en tamaño con el Duomo de Florencia pero sí en la belleza de su fachada, decorada con esculturas de santos, animales y figuras fantásticas del maestro del gótico Giovanni Pisano. Para entrar en su interior hay que pagar, pero atravesar su imponente nave central de inspiración morisca, con anchos arcos y columnas de mármol verde y blanco, valen cada
centavo. Compartiendo la plaza del Duomo se encuentra el Museo della Opera Metropolitana del Duomo, el principal museo de Siena. No lejos de aquí la Pinacoteca Nazionale en el Palazzo Buonsignori. Entre su colección de pintura renacentista y su tranquilo patio, el lugar ideal para escapar del barullo callejero.
Pero el mejor refugio lo ofrece la gastronomía sienés. Una dulce muestra de esta se disfruta en la panadería Paticceria Naninni. Los panaderos oficiales del Vaticano dedican su oferta a la típica repostería de Siena, con especialidades como el panforte, los ric- ciarelli y cantuccinis (galletas) de almendras o chocolate. Encontrar una heladería, una pizzería o una trattoria artesanal en el casco antiguo no es difícil. Complicado es decidirse por alguna de sus sabrosas especialidades. Por fortuna, a pesar del turismo, los precios aquí se han mantenido decentes, algo que abre aún más el apetito. En este tema, Siena aventaja claramente a Florencia.
Por último, para captar la inolvidable imagen de Siena bañada en la mágica luz de la Toscana, recomendamos finalmente visitar en horas del atardecer la Fortezza Medicea, un fuer- te militar construido en el siglo XVI por la familia Medici. Desde estas murallas, el rojizo contorno de Siena no tiene nada que envidiarle a otras ciudades italianas. Después de todo, Siena es Siena.