Juventud emprendedora
En tiempos donde se vive una crisis fiscal, un alza continua en contribuciones y, próximamente, un plan de austeridad que promete recortar más beneficios a los empleados, es fácil deducir por qué tantos jóvenes eligen un camino más seguro, enfocado en el lado corporativo de Estados Unidos.
Sin embargo, hay unos pocos que, a pesar de no tener las credenciales, la experiencia o el capital, encuentran la manera de marchar hacia adelante y luchar por su meta: ser empresarios.
¿Por qué son los menos? A pesar de estar viviendo una etapa de oro -se espera que este año se intercambie un récord de sobre $70 mil millones en inversión privada en EE.UU. según KPMG-, Puerto Rico aún no es un jugador relevante en este coliseo de juego. Expertos en el tema con los que he conversado, tantos inversionistas como empresarios, apuntan a tres razones principales: una carencia de ideas o innovación en nuestra generación; una deficiencia en el conocimiento técnico para crear proyecciones de flujos de efectivo futuras y así valorizar adecuadamente el negocio para poder solicitar el capital; y, por último, que no hay una visión de escalar los negocios a nivel global, ni de establecer redes fuera de la Isla.
Ser empresario, históricamente, ha sido un sueño para muchos, pero descartado por la mayoría. Al igual que Miguel Cotto no nació siendo campeón mundial del boxeo, ni Carlos Correa llegó al mundo con un guante de pelota en la mano, tenemos que entender que aunque pueden tener ciertas inclinaciones, las personas tampoco nacen empresarias. De la misma manera en que los atletas necesitan entrenadores para maximizar su potencial, los empresarios necesitan un ecosistema que les brinde el apoyo para alcanzar el éxito.
Si queremos fomentar el desarrollo económico de la Isla, con el fin de crear empleos y convertirnos en la potencia que tanto anhelamos, necesitamos “entrenar” a una nueva cepa de empresarios. Es mi sentir que el tercer sector puede servir como vehículo catalítico para crear estas oportunidades y facilitar el ecosistema empresarial.
Un vivo ejemplo de esta colaboración del tercer sector es el proyecto Cenas Empresariales, un evento impulsado por jóvenes -del grupo Young Entrepreneurs of Puerto Rico (YEPR)para jóvenes con el fin de rediseñar el ecosistema empresarial y que se llevará a cabo este sábado. Con el apoyo de las organizaciones ConPRmetidos, ALPFA Puerto Rico y Foundation for Puerto Rico, las Cenas Empresariales buscan atraer a 80 estudiantes seleccionados por solicitudes. Durante el evento, escucharán conferencias de seis empresarios, de 23 años de edad o menos, que ya han logrado recaudar millones de dólares del sector privado, incluso de ejecutivos famosos como Mark Cuban. Adicional, en el evento contaremos con más de 10 empresarios locales, quienes liderarán grupos pequeños como mentores, para dialogar sobre su experiencia y contestar preguntas e inquietudes. El día finalizará con una cena de confraternización.
Son estas iniciativas, que buscan jamaquear a nuestra juventud para inspirarlos a dejar atrás el miedo al fracaso y proveer ejemplos concretos de éxito que pueden hacer la diferencia a la hora de orientarlos. Por mi experiencia, si todos continuamos colaborando podemos impulsar un cambio de mentalidad.
Puedo dar fe de que el tercer sector está listo para reconfigurar el ecosistema empresarial. Ahora lo que falta es que tanto el sector privado (a través de capital y donando su tiempo para proveer ejemplos de emprendimiento) y la academia (recalibrando los requisitos del bachillerato de empresas, incluyendo el empresarismo como concentración y fomentando talleres cortos del tema) puedan unirse para adoptar la meta de revolucionar nuestra economía para que, en el futuro, pasemos de ser una economía suplementada por la dependencia y el mantengo, a una impulsada por la marca local.
Solo así podremos convertirnos en los dueños de nuestro futuro.