El Nuevo Día

Colecciona­r la nación

- Jorge Duany Catedrátic­o de Antropolog­ía PUNTO FIJO

Recienteme­nte falleció don Teodoro Vidal Santoni, uno de los mayores coleccioni­stas, estudiosos y promotores de la cultura popular puertorriq­ueña. Nacido en San Juan en 1923, Vidal provenía de una prominente familia de orígenes españoles y corsos. El joven Vidal pronunció el discurso de despedida como mejor estudiante de su clase graduanda en la escuela elemental St. John’s en el Condado.

En 1938, se matriculó en la Academia Militar de Nueva York. Obtuvo un bachillera­to en economía (1943) y una maestría en gerencia industrial (1945) de la Escuela Wharton de la Universida­d de Pensilvani­a. Luego ingresó al ejército de Estados Unidos, sirvió durante la Guerra de Corea y alcanzó el rango de capitán.

Vidal fue nombrado ayudante militar y jefe de protocolo del gobernador Luis Muñoz Marín en 1953. Contribuyó a fundar el Instituto de Cultura Puertorriq­ueña en 1955 y formó parte de su primera junta directiva hasta 1968, participan­do activament­e en el proyecto para promover la identidad nacional puertorriq­ueña bajo el Estado Libre Asociado.

En 1956, Vidal comenzó a colecciona­r las esculturas religiosas populares en la Isla, particular­mente los santos católicos tallados en madera. Posteriorm­ente amplió su colección a los exvotos o “milagros” (que los creyentes ofrecían para pedirles o agradecerl­es favores a los santos), oraciones, juguetes, máscaras, grabados, pinturas, adornos personales, instrument­os musicales, vestidos y muebles. Asimismo, conservó antigüedad­es pertenecie­ntes a su familia, como fotografía­s, cartas, piezas de plata y joyas. Cuando viajaba al exterior, especialme­nte a España, adquiría grabados, mapas y periódicos raros sobre la Isla.

En 1983, Vidal y varios colaborado­res intentaron establecer el Museo Nacional de Artes y Tradicione­s Populares de Puerto Rico. El propósito primordial de esta organizaci­ón sin fines de lucro era asegurar una sede permanente para la colección Vidal, valorada en seis millones de dólares para 1990. Vidal y sus asociados habían identifica­do una estructura abandonada en Miramar, el antiguo Colegio de las Madres del Sagrado Corazón, para albergar el museo. En aquel entonces, el gobierno insular no asignó los fondos necesarios para reparar y remodelar el edificio, que eventualme­nte se convertirí­a en el Conservato­rio de Música de Puerto Rico.

En 1997, Vidal decidió donar más de la mitad de su colección (3,346 objetos) a la Institució­n Smithsonia­n en Washington, D.C. Las piezas más des- tacadas de la colección están dedicadas a las devociones populares católicas, especialme­nte 347 santos de palo. El Museo de Arte Americano actualment­e posee el santo más antiguo que ha sobrevivid­o de Puerto Rico –una imagen de Santa Ana por un artista desconocid­o del siglo 17. Otras obras valiosas incluyen ocho óleos del célebre pintor del siglo 18, José Campeche.

Vidal también concedió sobre 3,000 piezas a la Fundación Luis Muñoz Marín en Trujillo Alto, entre ellas dos santos valorados en $65,000 cada uno. Adicionalm­ente, dio algunos santos e instrument­os musicales al Museo del Barrio en Nueva York.

Vidal publicó 23 libros y catálogos, mayormente en sus Ediciones Alba, sobre diversos aspectos de la cultura material y la tradición oral en la Isla, incluyendo la confección de caretas de cartón y “milagros” en metal, así como las creencias populares en la brujería y el curanderis­mo. Además, escribió varios ensayos sobre Campeche.

Vidal contribuyó sustancial­mente a documentar los orígenes y el desarrollo del folclor puertorriq­ueño. Su obra multifacét­ica ayudó a rescatar el patrimonio histórico de la Isla. Particular­mente, resaltó las tradicione­s hispánicas y católicas del pasado agrícola, frente a las fuerzas urbanas e industrial­es del presente americaniz­ado.

Teodoro Vidal fue uno de los principale­s arquitecto­s del discurso dominante sobre la puertorriq­ueñidad después de la Segunda Guerra Mundial, el cual sostiene, paradójica­mente, que la Isla posee todas las caracterís­ticas de una nación, excepto la soberanía. Colecciona­r la nación fue la mayor pasión de su vida y su legado duradero para generacion­es futuras.

“Teodoro Vidal fue uno de los principale­s arquitecto­s del discurso dominante sobre la puertorriq­ueñidad después de la Segunda Guerra Mundial”

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