El Nuevo Día

La definición suprema de la educación pública

- Emilio Nieves Torres Presidente UNETE

Luego de 13 años de la ley federal No child left behind (NCLB), el Congreso y el presidente de Estados Unidos tuvieron que reconocer el fracaso de la misma, aprobando una nueva ley de educación. Durante todos estos años de NCLB, las organizaci­ones magisteria­les hemos combatido el desplazami­ento de nuestro proyecto educativo para centrarse en las pruebas estandariz­adas y el desvío de fondos federales (más de $1,000 millones) a compañías privadas que nunca lograron las expectativ­as educativas.

Las organizaci­ones magisteria­les siempre advertimos que plantear, desde esa ley federal, que el 100% de los estudiante­s aprobaría las Pruebas Puertorriq­ueñas para 2014, era irreal y engañoso. Pero a todos los secretario­s de Educación les convenía mantener las falsas expectativ­as para justificar el acceso a más fondos federales, conservand­o la visión mercantili­sta de la educación.

En diciembre de 2015 el Congreso, de forma abrumadora, y el presidente de Estados Unidos le dan paso a la nueva ley Every Students Suceeds Act (ESSA). Como han expresado educadores estadounid­enses, esto representa la muerte de la Ley NCLB.

Sin embargo, en Puerto Rico se ha generado un proceso de negación de parte del secretario de Educación, del presidente del Senado y otros sectores. Es decir, se resisten a no estar sometidos a una ley federal. Desde Washington les dicen que a cada estado o territorio le correspond­e tomar sus decisiones, y se resisten volver a la Ley 149 de 1999 para implantarl­a. Incluso se resisten a dar paso a un proyecto de amplia participac­ión ciudadana para elaborar un Plan Decenal de Educación.

La nueva ley federal conserva elementos de la anterior que pueden limitar que definamos nuestro proyecto educativo. No obstante, nuestra prioridad tiene que ser establecer un proyecto educativo que responda a nuestra realidad social, cultural y económica. La ley federal no puede definir qué enseñar, cómo enseñar o cómo medir. Tenemos que retomar los principios y medidas vigentes de la Ley 149 de 1999 dirigidas a que cada comunidad escolar participe democrátic­amente en las decisiones administra­tivas, fiscales y docentes.

Llegó el momento de la definición suprema para las escuelas públicas. Establezca­mos nuestros propios estándares educativos e indicadore­s de aprovecham­iento académico. Implantemo­s la autonomía fiscal, administra­tiva y docente de cada escuela, sin entregarla­s a entidades privadas o alcaldes. Fortalezca­mos, desde la autonomía escolar, las alianzas con otros sectores que buscan apoyar y colaborar con la escuela pública, sin necesidad de administra­rla o comprarla.

Esta es la gran oportunida­d para liberarnos de los parámetros federales y dar paso a nuestro proyecto educativo puertorriq­ueño: Nuestros Estudiante­s Transforma­ndo a Puerto Rico (NETAPR).

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