“¿Que vas a estudiar qué?”
Están próximos a concluir su temporada escolar y piensan ir a la universidad. Así que deja que sigan sus anhelos y no tus sueños
Esta vez no parece ser una broma. Tu hija, tu hijo o esa persona de la cual has sido tutor legal te informa, quizás titubeante, que decidió estudiar....
“Negativo. No, eso no va a pasar”. “Tú no sirves para eso porque no tienes disciplina”. “¿En qué vas a trabajar estudiando eso?”. “¡Te vas a morir de hambre!” “Sabes que tienes que hacerte cargo del negocio familiar”. “En Puerto Rico no hay trabajo para eso y de aquí no te vas solo”.
Y así sigues enumerando las razones por las que consideras la decisión descabellada y propia de una persona inmadura que no sabe lo que quiere. Y justo de esa forma fulminas la posibilidad de tener una conversación efectiva y productiva con ese ser que tanto amas y del que has cuidado toda tu vida. Entérate que la adultez de tus hijos ya está tocando a la puerta.
Por estos meses dicho dilema es común en familias de todas partes; los estudiantes de cuarto año de escuela superior toman decisiones trascendentales que van desde la selección de una carrera hasta la universidad a la cual solicitarán admisión. No siempre saben definitivamente lo que quieren pero sin duda van construyendo una idea clara.
“Este proceso les provoca ansiedad a los estudiantes por distintas razones”, explica Gloria Tirado, pasada presidenta de la Asociación de Sicología Escolar de Puerto Rico, “hasta ese momento ellos estudiaban lo que la escuela les proponía y ahora tienen que tomar decisiones sobre eso”.
Seleccionar la carrera, descubrir su aptitud para la misma mediante exposición a ella o a pruebas vocacionales, escoger una universidad, descubrir si es aceptado y evaluar mudarse del hogar, son algunas de las decisiones que deben ponderar y tomar en esa época.
“Estos cambios provocan ansiedad porque hay incertidumbre; todo es desconocido luego de años en que todo ha estado controlado”, insiste Tirado.
Los padres, de otra parte, han guiado a los estudiantes en el proceso educativo por lo que conocen sus fortalezas y debilidades en ese ámbito. Eso los lleva a creer que saben plenamente en qué carrera sus hijos tendrán éxito.
“Pero la decisión no puede estar fundamentada en los deseos del padre o la madre, no pueden influir sus sueños”, alerta la sicóloga escolar Tirado, aludiendo a metas de estudio inconclusas de los progenitores, proyecciones, al deseo de que el hijo continúe con la misma profesión que ha predominado en la familia o que con ésta logre una mejor situación económica o estatus social.
La hostilidad que nace, en ocasiones, tiene que ver con las dinámicas familiares de comunicación, a juicio de la doctora Amelia Rodríguez, presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
“Cualquier situación que provoque cambios en la rutina causa mayor tirantez y aún con buenas destrezas de comunicación en estos momentos aflora la tensión”, subraya Rodríguez, quien además es catedrática auxiliar en Sicología en la Inter-Metro.
“Los jóvenes sienten frustración y coraje”, afirma Rodríguez, “desde la adolescencia vienen trabajando la autonomía, la identidad, la independencia y ahora resienten que en esta transición no se respeten sus posiciones e intereses; lo perciben no como un consejo sino como una intromisión o una falta de valía a su criterio”.
Agrega la especialista que no se puede esperar a que los jóvenes lleguen a cuarto año de escuela superior para atender los cambios atados a su nueva autonomía. Por eso la selección de una carrera para muchos padres significa el primer gran golpe que trae la adultez de sus hijos.
“El cambio a la vida adulta implica un distanciamiento en la frecuencia de las relaciones, menos comunicación para la toma de decisiones y si no damos ese salto a modificar la relación con nuestros hijos sentiremos que somos excluidos de su vida y él sentirá que no se le da espacio para su desarrollo", insiste Rodríguez.
Los famosos “happy medium” vienen en todas formas y colores. Si bien el joven debe tomar la decisión sin presiones, los padres pueden ayudarle ya sea consiguiendo información sobre la profesión -desde currículos de estudios hasta opciones de trabajo- o bien procurándole una estructura que le ayude a cumplir sus metas. Si no hay resolución a la vista, se debe requerir ayuda profesional ya que este tipo de tensión puede tener como secuela trastornos de ansiedad y depresión entre las partes.
“Pero de esta transición a que los jóvenes toman sus decisiones también se puede crecer como familia, se pueden fortalecer lazos", resalta Rodríguez.
YA EN LA UNIVERSIDAD. Tanto Tirado como Rodríguez coinciden en que las profesiones que más ansiosos ponen a los padres son el magisterio y todas las relacionadas a las artes representativas y plásticas.
Por lo general suceden dos cosas: el estudiante complace a los padres y estudia de forma paralela lo que le imponen y lo que les gusta o parecen resignarse a lo que se les impuso pero tienen un pobre aprovechamiento académico.
Areliz Quiñones Berríos es consejera en el Departamento de Consejería del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Allí aterrizan los alumnos cuando están indecisos sobre qué estudiar o cuando no pueden continuar estudiando algo que no les llena.
“Trabajamos la selección y clarificación de metas vocacionales y ocupacionales con diferentes instrumentos de cernimiento”, dice la consejera y menciona pruebas como la Harrington O'Shea, basada en la Teoría Vocacional de Holland, que verifica aptitudes, valores y destrezas vocacionales o la Myers (Isabel Briggs Myers & Carl Jung) que combina hasta 16 rasgos de personalidad con características de distintas ocupaciones. También son referidos a la Sala de Carreras del departamento.
“Nosotros fortalecemos su autoeficacia y autoestima para que sienta que puede tomar decisiones y que no depende de papá y mamá. Nos pasa mucho con estudiantes de Medicina que están en Ciencias Naturales dándose contra la pared; papá es médico, mamá es doctora y quieren que él estudie eso. Nosotros vamos
dandole herramientas y alternativas para que tome decisiones sabias y también les damos un reality check’ porque, por ejem-plo, si ya en primer año te colgaste en Biologia y sigues luchando....”.
Por lo general, cuando los estudiantes comienzana tomar electivas o a hablar con sus pares descubren otras opciones. “Y más en esta universidad en la que hay tantas facultades y se pueden hacer dos concen-traciones. Hay que darles información, el apoderamiento y la seguridad”.
El miedo a decidir tiene múltiples raíces, segun la consejera. Desde la frustración de que sus padres pagan sus estudios y hos-peddaje por lo que sienten que deben com-placerlos hasta el temor a decepcionarlos si estudian algo que no se espera de ellos. Los escenarios laborales más favorecidos por los padres son profesiones clásicas como Me-dicina Ingeniería o Leyes.
"Son asuntos delicados y familiares en los que uno no se puede meter pero le ayudamos al estudiante para que vea todas las posibilidades. La motivación tiene una relación directa con el aprovechamiento académico y hay algunos que son fuertes y estudian lo que les impusieron bien rápido y cuando se gradúan siguen en la universidad estudiando lo que les gusta”.
Quiñones comenta que el Departamento de Educación y la Universidad de Puerto Rico mantienen un programa longitudinal para que la selección vocacional comience en los grados elementales. “Así los niños aprenden que no hay carreras estigmatizadas por género y que no hay carreras mejores que otras sino varias oportunidades de desarrollo. Tú tienes que estudiar algo que te guste y en lo que seas bueno".
Satisfacción y talento son las claves principales. Mientras más rápido se asuma, menos conflictiva resultará la decisión. El futuro es ahora.