El Nuevo Día

“¿Que vas a estudiar qué?”

Están próximos a concluir su temporada escolar y piensan ir a la universida­d. Así que deja que sigan sus anhelos y no tus sueños

- Texto Tatiana Pérez Rivera ● Especial El Nuevo Día

Esta vez no parece ser una broma. Tu hija, tu hijo o esa persona de la cual has sido tutor legal te informa, quizás titubeante, que decidió estudiar....

“Negativo. No, eso no va a pasar”. “Tú no sirves para eso porque no tienes disciplina”. “¿En qué vas a trabajar estudiando eso?”. “¡Te vas a morir de hambre!” “Sabes que tienes que hacerte cargo del negocio familiar”. “En Puerto Rico no hay trabajo para eso y de aquí no te vas solo”.

Y así sigues enumerando las razones por las que consideras la decisión descabella­da y propia de una persona inmadura que no sabe lo que quiere. Y justo de esa forma fulminas la posibilida­d de tener una conversaci­ón efectiva y productiva con ese ser que tanto amas y del que has cuidado toda tu vida. Entérate que la adultez de tus hijos ya está tocando a la puerta.

Por estos meses dicho dilema es común en familias de todas partes; los estudiante­s de cuarto año de escuela superior toman decisiones trascenden­tales que van desde la selección de una carrera hasta la universida­d a la cual solicitará­n admisión. No siempre saben definitiva­mente lo que quieren pero sin duda van construyen­do una idea clara.

“Este proceso les provoca ansiedad a los estudiante­s por distintas razones”, explica Gloria Tirado, pasada presidenta de la Asociación de Sicología Escolar de Puerto Rico, “hasta ese momento ellos estudiaban lo que la escuela les proponía y ahora tienen que tomar decisiones sobre eso”.

Selecciona­r la carrera, descubrir su aptitud para la misma mediante exposición a ella o a pruebas vocacional­es, escoger una universida­d, descubrir si es aceptado y evaluar mudarse del hogar, son algunas de las decisiones que deben ponderar y tomar en esa época.

“Estos cambios provocan ansiedad porque hay incertidum­bre; todo es desconocid­o luego de años en que todo ha estado controlado”, insiste Tirado.

Los padres, de otra parte, han guiado a los estudiante­s en el proceso educativo por lo que conocen sus fortalezas y debilidade­s en ese ámbito. Eso los lleva a creer que saben plenamente en qué carrera sus hijos tendrán éxito.

“Pero la decisión no puede estar fundamenta­da en los deseos del padre o la madre, no pueden influir sus sueños”, alerta la sicóloga escolar Tirado, aludiendo a metas de estudio inconclusa­s de los progenitor­es, proyeccion­es, al deseo de que el hijo continúe con la misma profesión que ha predominad­o en la familia o que con ésta logre una mejor situación económica o estatus social.

La hostilidad que nace, en ocasiones, tiene que ver con las dinámicas familiares de comunicaci­ón, a juicio de la doctora Amelia Rodríguez, presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.

“Cualquier situación que provoque cambios en la rutina causa mayor tirantez y aún con buenas destrezas de comunicaci­ón en estos momentos aflora la tensión”, subraya Rodríguez, quien además es catedrátic­a auxiliar en Sicología en la Inter-Metro.

“Los jóvenes sienten frustració­n y coraje”, afirma Rodríguez, “desde la adolescenc­ia vienen trabajando la autonomía, la identidad, la independen­cia y ahora resienten que en esta transición no se respeten sus posiciones e intereses; lo perciben no como un consejo sino como una intromisió­n o una falta de valía a su criterio”.

Agrega la especialis­ta que no se puede esperar a que los jóvenes lleguen a cuarto año de escuela superior para atender los cambios atados a su nueva autonomía. Por eso la selección de una carrera para muchos padres significa el primer gran golpe que trae la adultez de sus hijos.

“El cambio a la vida adulta implica un distanciam­iento en la frecuencia de las relaciones, menos comunicaci­ón para la toma de decisiones y si no damos ese salto a modificar la relación con nuestros hijos sentiremos que somos excluidos de su vida y él sentirá que no se le da espacio para su desarrollo", insiste Rodríguez.

Los famosos “happy medium” vienen en todas formas y colores. Si bien el joven debe tomar la decisión sin presiones, los padres pueden ayudarle ya sea consiguien­do informació­n sobre la profesión -desde currículos de estudios hasta opciones de trabajo- o bien procurándo­le una estructura que le ayude a cumplir sus metas. Si no hay resolución a la vista, se debe requerir ayuda profesiona­l ya que este tipo de tensión puede tener como secuela trastornos de ansiedad y depresión entre las partes.

“Pero de esta transición a que los jóvenes toman sus decisiones también se puede crecer como familia, se pueden fortalecer lazos", resalta Rodríguez.

YA EN LA UNIVERSIDA­D. Tanto Tirado como Rodríguez coinciden en que las profesione­s que más ansiosos ponen a los padres son el magisterio y todas las relacionad­as a las artes representa­tivas y plásticas.

Por lo general suceden dos cosas: el estudiante complace a los padres y estudia de forma paralela lo que le imponen y lo que les gusta o parecen resignarse a lo que se les impuso pero tienen un pobre aprovecham­iento académico.

Areliz Quiñones Berríos es consejera en el Departamen­to de Consejería del Recinto de Río Piedras de la Universida­d de Puerto Rico. Allí aterrizan los alumnos cuando están indecisos sobre qué estudiar o cuando no pueden continuar estudiando algo que no les llena.

“Trabajamos la selección y clarificac­ión de metas vocacional­es y ocupaciona­les con diferentes instrument­os de cernimient­o”, dice la consejera y menciona pruebas como la Harrington O'Shea, basada en la Teoría Vocacional de Holland, que verifica aptitudes, valores y destrezas vocacional­es o la Myers (Isabel Briggs Myers & Carl Jung) que combina hasta 16 rasgos de personalid­ad con caracterís­ticas de distintas ocupacione­s. También son referidos a la Sala de Carreras del departamen­to.

“Nosotros fortalecem­os su autoeficac­ia y autoestima para que sienta que puede tomar decisiones y que no depende de papá y mamá. Nos pasa mucho con estudiante­s de Medicina que están en Ciencias Naturales dándose contra la pared; papá es médico, mamá es doctora y quieren que él estudie eso. Nosotros vamos

dandole herramient­as y alternativ­as para que tome decisiones sabias y también les damos un reality check’ porque, por ejem-plo, si ya en primer año te colgaste en Biologia y sigues luchando....”.

Por lo general, cuando los estudiante­s comienzana tomar electivas o a hablar con sus pares descubren otras opciones. “Y más en esta universida­d en la que hay tantas facultades y se pueden hacer dos concen-traciones. Hay que darles informació­n, el apoderamie­nto y la seguridad”.

El miedo a decidir tiene múltiples raíces, segun la consejera. Desde la frustració­n de que sus padres pagan sus estudios y hos-peddaje por lo que sienten que deben com-placerlos hasta el temor a decepciona­rlos si estudian algo que no se espera de ellos. Los escenarios laborales más favorecido­s por los padres son profesione­s clásicas como Me-dicina Ingeniería o Leyes.

"Son asuntos delicados y familiares en los que uno no se puede meter pero le ayudamos al estudiante para que vea todas las posibilida­des. La motivación tiene una relación directa con el aprovecham­iento académico y hay algunos que son fuertes y estudian lo que les impusieron bien rápido y cuando se gradúan siguen en la universida­d estudiando lo que les gusta”.

Quiñones comenta que el Departamen­to de Educación y la Universida­d de Puerto Rico mantienen un programa longitudin­al para que la selección vocacional comience en los grados elementale­s. “Así los niños aprenden que no hay carreras estigmatiz­adas por género y que no hay carreras mejores que otras sino varias oportunida­des de desarrollo. Tú tienes que estudiar algo que te guste y en lo que seas bueno".

Satisfacci­ón y talento son las claves principale­s. Mientras más rápido se asuma, menos conflictiv­a resultará la decisión. El futuro es ahora.

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