El espejo de Nueva York
Enfrentamos una crisis sin precedentes, que ha provocado propuestas, del Tesoro Federal, del Congreso y de la Casa Blanca, para evaluar el acceso al Capítulo 9 de la Ley de Quiebras federal, que vendría de la mano de una polémica Junta de control fiscal, como único salvavidas para Puerto Rico.
El temor a las consecuencias políticas es sin duda, la principal razón de la oposición multisectorial, que va desde el gobernador, la Legislatura, los alcaldes y otros líderes del País. De una manera u otra se niegan tanto a una Junta de Control Fiscal, como a una versión aguada de fizcalización de fondos. Esto a pesar de que, aunque es difícil admitirlo, hemos demostrado una total incapacidad de tomar las decisiones fiscales necesarias para cambiar nuestro rumbo.
Tampoco hemos sido capaces de reducir efectivamente el gobierno y sus excesos, por lo que una Junta de Control Fiscal, con poderes plenos, es no solo necesaria, sino vital para sacar Puerto Rico del abismo en que se encuentra.
El mejor espejo en que nos podemos mirar es el de Nueva York, que vivió una crisis fiscal similar.
En abril de 1975, la ciudad se quedó sin liquidez para cumplir sus obligaciones, con un déficit operacional de sobre $600 millo- nes y deudas de sobre $11 mil millones. La ciudad llegó a esa debacle luego de décadas de imprudencias fiscales similares a las nuestras.
El gobernador Hugh Carey creó un “Blue Ribbon Committee”, que sugirió la creación del “Municipal Assitance Corporation (MAC)” y nombró al famoso banquero de inversiones y socio de Lazard, Felix Rohatyn como su presidente, junto a otros nueve prominentes miembros.
La Junta de Control Fiscal de Nueva York impuso la disciplina de administración financiera requerida y la preparación de los presupuestos anuales, de acuerdo con los principios de contabilidad generalmente aceptados. Las reformas fiscales y estatutarias le permitieron resolver su crisis y retornar un vigoroso crecimiento económico.
Entre las acciones que tomó el MAC se incluyen reformas laborales, congelación de salarios y beneficios, aumentos en las tarifas de los trenes y aumentos en el cobro de matrículas de la universidad de la ciudad “CUNY”, además de eliminar sobre 40,000 plazas de trabajo en la ciudad.
Hoy Nueva York cuenta con participación de organizaciones como la Oficina de Presupuesto Independiente, la Comisión de Presupuesto Ciudadano, entre otras entidades, que les proveen a los inversionistas la confianza de que los errores del pasado no deben repetirse.
Tras mirarnos en ese espejo, debemos reconocer que nuestro gobierno tiene mucha grasa para recortar. Es urgente implementar eficiencias, reducir agencias, racionalizar los servicios que se ofrecen y salirnos de toda actividad o gestión que el sector privado pueda hacer mejor.
Es vital eliminar monopolios gubernamentales, implementar un agresivo plan de alianzas públicos privadas (APP), y reformar las leyes laborales, que han incrementado la nómina pública en más de un 6% por año desde el año 2000.
En fin, la lista de acciones que aún podemos tomar hacer es larga y compleja, pero no imposible.
¡Puerto Rico tiene un gran desfase estructural y político que requiere de enormes cambios que son necesarios para llevarnos a crear un País para todos!