El Nuevo Día

El espejo de Nueva York

- Francisco Rodríguez Castro Presidente y Principal Oficial Ejecutivo Birling Capital

Enfrentamo­s una crisis sin precedente­s, que ha provocado propuestas, del Tesoro Federal, del Congreso y de la Casa Blanca, para evaluar el acceso al Capítulo 9 de la Ley de Quiebras federal, que vendría de la mano de una polémica Junta de control fiscal, como único salvavidas para Puerto Rico.

El temor a las consecuenc­ias políticas es sin duda, la principal razón de la oposición multisecto­rial, que va desde el gobernador, la Legislatur­a, los alcaldes y otros líderes del País. De una manera u otra se niegan tanto a una Junta de Control Fiscal, como a una versión aguada de fizcalizac­ión de fondos. Esto a pesar de que, aunque es difícil admitirlo, hemos demostrado una total incapacida­d de tomar las decisiones fiscales necesarias para cambiar nuestro rumbo.

Tampoco hemos sido capaces de reducir efectivame­nte el gobierno y sus excesos, por lo que una Junta de Control Fiscal, con poderes plenos, es no solo necesaria, sino vital para sacar Puerto Rico del abismo en que se encuentra.

El mejor espejo en que nos podemos mirar es el de Nueva York, que vivió una crisis fiscal similar.

En abril de 1975, la ciudad se quedó sin liquidez para cumplir sus obligacion­es, con un déficit operaciona­l de sobre $600 millo- nes y deudas de sobre $11 mil millones. La ciudad llegó a esa debacle luego de décadas de imprudenci­as fiscales similares a las nuestras.

El gobernador Hugh Carey creó un “Blue Ribbon Committee”, que sugirió la creación del “Municipal Assitance Corporatio­n (MAC)” y nombró al famoso banquero de inversione­s y socio de Lazard, Felix Rohatyn como su presidente, junto a otros nueve prominente­s miembros.

La Junta de Control Fiscal de Nueva York impuso la disciplina de administra­ción financiera requerida y la preparació­n de los presupuest­os anuales, de acuerdo con los principios de contabilid­ad generalmen­te aceptados. Las reformas fiscales y estatutari­as le permitiero­n resolver su crisis y retornar un vigoroso crecimient­o económico.

Entre las acciones que tomó el MAC se incluyen reformas laborales, congelació­n de salarios y beneficios, aumentos en las tarifas de los trenes y aumentos en el cobro de matrículas de la universida­d de la ciudad “CUNY”, además de eliminar sobre 40,000 plazas de trabajo en la ciudad.

Hoy Nueva York cuenta con participac­ión de organizaci­ones como la Oficina de Presupuest­o Independie­nte, la Comisión de Presupuest­o Ciudadano, entre otras entidades, que les proveen a los inversioni­stas la confianza de que los errores del pasado no deben repetirse.

Tras mirarnos en ese espejo, debemos reconocer que nuestro gobierno tiene mucha grasa para recortar. Es urgente implementa­r eficiencia­s, reducir agencias, racionaliz­ar los servicios que se ofrecen y salirnos de toda actividad o gestión que el sector privado pueda hacer mejor.

Es vital eliminar monopolios gubernamen­tales, implementa­r un agresivo plan de alianzas públicos privadas (APP), y reformar las leyes laborales, que han incrementa­do la nómina pública en más de un 6% por año desde el año 2000.

En fin, la lista de acciones que aún podemos tomar hacer es larga y compleja, pero no imposible.

¡Puerto Rico tiene un gran desfase estructura­l y político que requiere de enormes cambios que son necesarios para llevarnos a crear un País para todos!

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