El Nuevo Día

La deuda, la junta y la dignidad

- Charlie Hernández Representa­nte PPD TRIBUNA INVITADA

Finalmente, el Congreso pareció entender que el nivel de endeudamie­nto de Puerto Rico era descontrol­ado e impagable. Ni allá ni acá creen los argumentos demagógico­s de la oposición política que pretendía hacer creer que el dinero estaba disponible pero que no había voluntad para pagar.

Ante ese escenario, la coyuntura era ideal para gestionar un nuevo modelo, autosusten­table y sin dependenci­a, con poderes soberanos sobre nuestro destino económico. No era el momento de pedir dádivas ni rescates sino poderes e instrument­os.

Nuevamente, una mezcla de racismo imperial republican­o, sabotaje interno de parte de la mezquina oposición política y de timidez en el reclamo institucio­nal, nos trajo hasta donde estamos. Si la cosa madura como pinta, el Congreso no legislará acceso al capítulo 9 del Código de Quiebras Federal, ni se legislarán medidas de incentivo para la economía local, ni otorgarán poderes al Estado Libre Asociado (ELA) para desarrolla­r su propia economía. O sea, ni lo hacen ellos ni nos dejan hacerlo a nosotros. ¡Maldita Cláusula Territoria­l!

No obstante, lo que parece que ocurrirá será el establecim­iento de una Junta de Control Fiscal designada por el gobierno federal para controlar nuestras finanzas públicas. O sea, los americanos decidirán cuándo, cuánto, cómo y a quién se pagará usando los fondos que aportemos los puertorriq­ueños con nuestras contribuci­ones.

O sea, nos van a imponer un oficial pagador federal. A esa entidad no tiene que importarle la calidad de vida del boricua, ni el sostenimie­nto de servicios públicos, ni las necesidade­s y priori- dades de nuestra gente.

En pocas palabras, en el más descarnado ejemplo de colonialis­mo prepotente, el Congreso busca también tomar control de nuestra chequera. Si prevalecen, estaremos de regreso en los años de la Ley Foraker. ¡Un poquito más y nos imponen un gobernador militar!

Los asimilista­s más troglodita­s han celebrado la dichosa Junta. Esos aplaudiría­n hasta la esclavitud si viniera de los Estados Unidos. Algunos, en los partidos Popular Democrátic­o y Nuevo Progresist­a, han rechazado esta propuesta como ejemplo de oportunism­o primarista, mientras otros lo han hecho mediante un llamado a la sensatez. Y

o rechazo dicha junta como un asunto de dignidad. Estados Unidos pide a los boricuas una conducta que ellos mismos no le consintier­on al Rey George y al imperio británico en 1776. El que tenga los poderes que produzca los resultados y asuma las consecuenc­ias, pero no con la chequera de la víctima de colonialis­mo.

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