El Nuevo Día

Puerto Rico: un país en tinieblas

La contaminac­ión lumínica es un problema muy serio en la Isla Afecta nuestra flora y fauna y también nuestros recursos naturales

- Thalia Cintrón Lugo Escuela Josefa Pérez Bauzá, Peñuelas

“Dios, al mundo concluido tiróle un beso al azar, y el beso cayó en el mar, y es la tierra en que has nacido”

Citando los versos del prodigioso escritor puertorriq­ueño Virgilio Dávila, a quien un día nuestro paisaje tropical le sirvió de musa, comienzo mi ensayo con ojos llorosos y mi alma afligida. Reconozco que, el Puerto Rico de aquella época, hoy no es ni la sombra de lo que fue. El impacto ambiental negativo que ha recibido esta tierra, bautizada por nuestros antepasado­s como la “Isla del Encanto”, hoy día amenaza con destruir sus recursos naturales y sus hábitats.

¿Cómo es posible que el ser humano sea un depredador del ecosistema que le rodea? ¿Será capaz de reparar el daño que provocó? Son varios los factores ambientale­s que afectan nuestra fauna y flora puertorriq­ueña, pero hoy daré énfasis a uno en particular, la contaminac­ión lumínica.

La exposición de motivos de la Ley 218 del Estado Libre Asociado de Puerto Rico señala que “el resplandor de la luz artificial, ocasionado por el uso inadecuado de lámparas o luminarias, envía la luz de forma directa e indirecta hacia el cielo”. Esto es lo que ocasiona la contaminac­ión lumínica. Esta sucede cuando se ve un resplandor en el cielo producido por el reflejo de la luz artificial en gases y partículas livianas que quedan suspendida­s en el aire. Ese mismo resplandor hace menos oscura la noche y, entonces, “desaparece” progresiva­mente la luz de las estrellas en nuestro firmamento.

Decimos que “desaparece” porque no podemos percibir las estrellas cuya luz es más débil.

Algunos ejemplos de contaminac­ión lumínica son: la luz de los rótulos o anuncios publicitar­ios en las calles, los faroles en los postes que, en vez de alumbrar hacia un punto fijo, esparcen la iluminació­n; equipos electrónic­os de uso casero con iluminació­n LED más brillante que la regular, las luces de los patios, parques y estacionam­ientos públicos, entre otros.

En Puerto Rico, no existen casi es- tudios científico­s con evidencia sobre este problema ambiental, pero sí se ha llevado a cabo la medición de cielos oscuros por medio de la Escala de Bortle. Esta escala, creada por el astrónomo John Bortle, mide el brillo del cielo nocturno y la contaminac­ión lumínica mediante el uso de nueve niveles. El nivel 1 es el de los cielos más oscuros y el 9, el de los más contaminad­os lumínicame­nte. Gregorio García, presidente de la Sociedad Astronómic­a de Puerto Rico (SAPR), citado por la periodista Ileana Delgado en el artículo Puerto Rico: ‘‘Una isla Brillante’’ (El Nuevo Día, 2015), indica que en el país no existe un lugar donde esta escala pueda clasificar con nivel uno. Afirma, además, que todos los municipios del área metropolit­ana, están en nivel 9. Estas declaracio­nes demuestran que la contaminac­ión lumínica en la Isla es un problema serio.

EFECTOS DE ESTA CONTAMINAC­IÓN.

Se ha encontrado que, en áreas costeras en las cuales se procrean los tinglares o tortugas marinas, el alumbrado las desorienta e interfiere con su regreso al mar. De igual forma, afecta el ciclo de anidaje de esta especie y evita su reproducci­ón.

Otras especies que han sido impactadas por este problema son las aves migratoria­s. Estas han cambiado las rutas y lugares de descanso. La contaminac­ión lumínica ha provocado la eliminació­n de los hábitats de aves nativas, pues muchos de los lugares donde dormían los pájaros, han sido invadidos con luz artificial.

Puerto Rico tiene la bendición de tener varias bahías bioluminis­centes, como Mosquito en Vieques y la de la Parguera. En los últimos años, la belleza de estas áreas ha sido opacada por la contaminac­ión lumínica, pues por causa de ésta, su efecto lumínico natural está desapareci­endo. Esta situación puede generar un descenso del turismo en este sector. Sería una lástima que las futuras generacion­es no puedan deleitarse con esta maravilla natural.

Es de conocimien­to que el gobierno ha desarrolla­do iniciativa­s para lidiar con esta situación. El 9 de agosto de 2008, aprobó la Ley 218 que impulsa la creación de un Programa para el Control y la Prevención de la Contaminac­ión Lumínica, adscrito a la Junta de Calidad Ambiental. Sin embargo , ¿se ha disminuido el uso de luz artificial en la Isla?

No es el momento de señalar culpables ni de lamentacio­nes. Llegó el momento de actuar, de reinventar, de rescatar nuestros recursos naturales, de hacer la diferencia, de reconocer que hay un problema y que somos parte de la solución. To-

memos el batón y hagamos de nuestra tierra la inigualabl­e “Isla del Encanto”.

Hoy yo apago mi luz artificial y me alumbro con luz natural; duermo bajo las estrellas.

Ensayo ganador del segundo lugar en el Certamen de Literatura Científica, celebrado en el marco del VII Congreso Internacio­nal de la Lengua Española (CILE 2016),celebrado en Puerto Rico del 15 al 18 de marzo.

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