Puerto Rico: un país en tinieblas
La contaminación lumínica es un problema muy serio en la Isla Afecta nuestra flora y fauna y también nuestros recursos naturales
“Dios, al mundo concluido tiróle un beso al azar, y el beso cayó en el mar, y es la tierra en que has nacido”
Citando los versos del prodigioso escritor puertorriqueño Virgilio Dávila, a quien un día nuestro paisaje tropical le sirvió de musa, comienzo mi ensayo con ojos llorosos y mi alma afligida. Reconozco que, el Puerto Rico de aquella época, hoy no es ni la sombra de lo que fue. El impacto ambiental negativo que ha recibido esta tierra, bautizada por nuestros antepasados como la “Isla del Encanto”, hoy día amenaza con destruir sus recursos naturales y sus hábitats.
¿Cómo es posible que el ser humano sea un depredador del ecosistema que le rodea? ¿Será capaz de reparar el daño que provocó? Son varios los factores ambientales que afectan nuestra fauna y flora puertorriqueña, pero hoy daré énfasis a uno en particular, la contaminación lumínica.
La exposición de motivos de la Ley 218 del Estado Libre Asociado de Puerto Rico señala que “el resplandor de la luz artificial, ocasionado por el uso inadecuado de lámparas o luminarias, envía la luz de forma directa e indirecta hacia el cielo”. Esto es lo que ocasiona la contaminación lumínica. Esta sucede cuando se ve un resplandor en el cielo producido por el reflejo de la luz artificial en gases y partículas livianas que quedan suspendidas en el aire. Ese mismo resplandor hace menos oscura la noche y, entonces, “desaparece” progresivamente la luz de las estrellas en nuestro firmamento.
Decimos que “desaparece” porque no podemos percibir las estrellas cuya luz es más débil.
Algunos ejemplos de contaminación lumínica son: la luz de los rótulos o anuncios publicitarios en las calles, los faroles en los postes que, en vez de alumbrar hacia un punto fijo, esparcen la iluminación; equipos electrónicos de uso casero con iluminación LED más brillante que la regular, las luces de los patios, parques y estacionamientos públicos, entre otros.
En Puerto Rico, no existen casi es- tudios científicos con evidencia sobre este problema ambiental, pero sí se ha llevado a cabo la medición de cielos oscuros por medio de la Escala de Bortle. Esta escala, creada por el astrónomo John Bortle, mide el brillo del cielo nocturno y la contaminación lumínica mediante el uso de nueve niveles. El nivel 1 es el de los cielos más oscuros y el 9, el de los más contaminados lumínicamente. Gregorio García, presidente de la Sociedad Astronómica de Puerto Rico (SAPR), citado por la periodista Ileana Delgado en el artículo Puerto Rico: ‘‘Una isla Brillante’’ (El Nuevo Día, 2015), indica que en el país no existe un lugar donde esta escala pueda clasificar con nivel uno. Afirma, además, que todos los municipios del área metropolitana, están en nivel 9. Estas declaraciones demuestran que la contaminación lumínica en la Isla es un problema serio.
EFECTOS DE ESTA CONTAMINACIÓN.
Se ha encontrado que, en áreas costeras en las cuales se procrean los tinglares o tortugas marinas, el alumbrado las desorienta e interfiere con su regreso al mar. De igual forma, afecta el ciclo de anidaje de esta especie y evita su reproducción.
Otras especies que han sido impactadas por este problema son las aves migratorias. Estas han cambiado las rutas y lugares de descanso. La contaminación lumínica ha provocado la eliminación de los hábitats de aves nativas, pues muchos de los lugares donde dormían los pájaros, han sido invadidos con luz artificial.
Puerto Rico tiene la bendición de tener varias bahías bioluminiscentes, como Mosquito en Vieques y la de la Parguera. En los últimos años, la belleza de estas áreas ha sido opacada por la contaminación lumínica, pues por causa de ésta, su efecto lumínico natural está desapareciendo. Esta situación puede generar un descenso del turismo en este sector. Sería una lástima que las futuras generaciones no puedan deleitarse con esta maravilla natural.
Es de conocimiento que el gobierno ha desarrollado iniciativas para lidiar con esta situación. El 9 de agosto de 2008, aprobó la Ley 218 que impulsa la creación de un Programa para el Control y la Prevención de la Contaminación Lumínica, adscrito a la Junta de Calidad Ambiental. Sin embargo , ¿se ha disminuido el uso de luz artificial en la Isla?
No es el momento de señalar culpables ni de lamentaciones. Llegó el momento de actuar, de reinventar, de rescatar nuestros recursos naturales, de hacer la diferencia, de reconocer que hay un problema y que somos parte de la solución. To-
memos el batón y hagamos de nuestra tierra la inigualable “Isla del Encanto”.
Hoy yo apago mi luz artificial y me alumbro con luz natural; duermo bajo las estrellas.
Ensayo ganador del segundo lugar en el Certamen de Literatura Científica, celebrado en el marco del VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE 2016),celebrado en Puerto Rico del 15 al 18 de marzo.