El Nuevo Día

Días para reflexión y sano compartir familiar

La Semana Mayor, en la que muchos puertorriq­ueños hacen un alto en los quehaceres cotidianos para dedicarse a la introspecc­ión espiritual y descansar de las jornadas laborales, es también oportunida­d para reflexiona­r sobre la forma en que, como individuos

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No son pocos los males que nos asedian. Pero tampoco es limitada la fuerza de la dedicación puertorriq­ueña que nos mueve a superarlos. A ésta debemos sujetarnos construyen­do con conducta edificante el Puerto Rico que queremos y merecemos, que es precisamen­te el que anhelamos dejar como herencia a nuestros hijos y nietos.

Por eso, en días espiritual­es como estos reafirmamo­s nuestro convencimi­ento de que, juntos, podemos aportar a las soluciones.

Así que celebremos esta fecha con espíritu solidario, en paz y con la tranquilid­ad que debe aportar a nuestras vidas el pasarlos compartien­do en familia y con los amigos, sin violencia y tomando las medidas de seguridad que eviten tragedias que empañen, no solo la semana, sino nuestras vidas.

Cada año, este período de siete días se caracteriz­a por el peregrinaj­e de muchos a iglesias de distintas denominaci­ones. Otros compueblam­os, religiosos o no, disfrutan de las playas de nuestras costas paradisiac­as.

Al margen de dónde celebremos estos días, habrá espacio para reflexiona­r sobre la forma en que podemos contribuir a la paz de nuestro pueblo. Aprovechem­os también para llenarnos del optimismo de que podremos superar la crisis fiscal y que nuestro País dejará atrás los altos niveles de desempleo, la insegurida­d social y la emigración masiva hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunida­des de trabajo y mayor calidad de vida.

Ese granito que cada uno de nosotros aporte formará la playa segura que nuestro País necesita.

Si trabajamos para ello, gobierno y ciudadanos podremos sacar a nuestro País del atolladero para recuperar el ritmo de desarrollo económico que lo hizo crecer a partir de la segunda mitad del siglo pasado, gracias también a la estrecha colaboraci­ón del gobierno y el sector privado.

Es momento, asimismo, para pasar los días con familiares y amigos, compartien­do sanamente y con la precaución debida. Evitamos problemas económicos y legales, y sobre todo tragedias, respetando las leyes y las indicacion­es de la Policía, que ha sido movilizada en grandes números, sobre todo a las zonas de mayor concurrenc­ia.

Ningún ciudadano necesita ser parte de las estadístic­as de infractore­s de tránsito de alguno de los 3,278 agentes de la Policía que han sido movilizado­s a trabajar en estos días exclusivam­ente a las áreas playeras. Sin olvidar que a estos se suman los uniformado­s que cumplen sus turnos regulares.

No pasemos por alto que la Semana Santa comenzó con informes de sucesos trágicos, que incluyen los asesinatos de ocho personas, seis muertes de tránsito y el ahogamient­o de un turista.

Mucho sufrimient­o ahorramos siendo consciente­s de las consecuenc­ias siempre dañinas que conllevan el consumo irresponsa­ble de alcohol, los actos de violencia y la negligenci­a al conducir. Y mantengámo­nos vigilantes de nuestros niños en las playas y piscinas, para que no se empañen las actividade­s que hayamos escogido realizar en días de tanto significad­o espiritual.

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