El Nuevo Día

Potencial energía

El potencial es enorme aunque la tecnología todavía no se ha desarrolla­do lo suficiente para explotar los recursos al alcance de Puerto Rico

- Ricardo Cortés Chico rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­co

Si Puerto Rico pudiera usar el 10% de su costa norte y oeste para producir energía eléctrica a partir del movimiento de las olas, generaría lo suficiente para abastecer el 90% del consumo eléctrico de la Isla.

Y esta no es la única fuente de energía contenida en el mar que en teoría está accesible a Puerto Rico, según explicó el catedrátic­o en ingeniería eléctrica de la Universida­d de Puerto Rico en Mayagüez (UPRM), Agustín Irizarry.

Actualment­e, en diversas partes del mundo se cosecha la energía oceánica de diversas formas. En Canadá y Francia, por ejemplo, se usan las fluctuacio­nes en el nivel del mar, producto de la marea, para producir electricid­ad, con una tecnología similar a la hidroeléct­rica. En Japón y Hawái, entretanto, a nivel experiment­al se han puesto en marcha plantas que producen energía usando las diferencia­s en la temperatur­a del agua superficia­l y la que está en las profundida­des del océano. En Portugal, España y Oregon, por el otro lado, se usa el movimiento de las olas para producir electricid­ad. Algunas de estas tecnología­s, incluso, ya se están utilizando a nivel comercial.

“En Puerto Rico hay un potencial extraordin­ario para producir energía con las olas. Ya hay tecnología comercial para eso. Es algo que se ha estudiado y el norte es el área más energética. El noroeste es la mejor”, explicó Irizarry.

“Es un asunto de ver qué tecnología funciona para el oleaje local. Es una tecnología que todavía está en desarrollo y que ahora mismo, con la baja en los precios del petróleo, puede que no compita tan bien con los combus- tibles fósiles, pero es una cuestión de mercado y el momento”, dijo, por su parte, Efraín O’Neill, catedrátic­o de ingeniería eléctrica de la UPRM.

ENERGÍA LUNAR. La energía oceánica más explorada y explotada en la actual es la que se produce a partir de las fluctuacio­nes en las mareas, que, a su vez, responden al efecto gravitacio­nal de la órbita lunar. De hecho, desde el 1966 se extrae energía de las mareas con una planta, con una capacidad de 240 megavatios, en el estuario del río La Rance en Francia.

En esencia, esta tecnología lo que hace es crear una especie de represa que captura el agua cuando la marea está alta y la libera en la medida que baja el nivel del mar. La energía se produce cuando el agua se mueve entre el mar y la represa a través de turbinas.

Irizarry expicó que este tipo de producción es posible cuando las mareas producen fluctuacio­nes en el nivel del mar mayores a los cinco metros. En Puerto Rico, sin embargo, estas fluctuacio­nes en el mejor de los casos puede alcanzar los dos pies (0.6 metros). Es decir, la capacidad de producir electricid­ad en Puerto Rico con este tipo de tecnología es mínima.

Las corrientes marinas tampoco tienen mucho potencial en Puerto Rico. Primero, las principale­s corrientes oceánicas están lejos de la costa puertorriq­ueña. Segundo, las corrientes más cercanas no son lo suficiente­mente rápidas para mover las turbi-

nas que produciría­n la electricid­ad.

FUENTES TERMALES. La producción de energía a partir de las diferencia­s en las temperatur­as del agua oceánica, por su parte, sí parece ser una posibilida­d en Puerto Rico. De hecho, es un asunto bastante estudiado en la Isla y al menos se ha determinad­o que en Punta Tuna en Maunabo y en Caja de Muertos hay lugares lo suficiente­mente cercanos a tierra, donde la temperatur­a del fondo marino es de 68 grados Fahrenheit (20 grados Celsius) más fría que en la superficie, lo que es vital para que el sistema funcione, explicó Irizarry.

Esta tecnología, en esencia, usa el calor del agua superficia­l para evaporar algún líquido con un bajo punto de ebullición (como amonio y propano). El gas generado, entonces, es usado para mover las turbinas que crearían la electricid­ad. Posteriorm­ente, el gas es enfriado con el agua extraída del fondo marino para convertirl­o nuevamente en líquido y reiniciar el proceso nuevamente.

O’Neill indicó que el problema con esta tecnología es que no está del todo desarrolla­da a nivel comercial, por lo que se desconocen los gastos iniciales y recurrente­s que implicaría­n. Además, trae consigo una serie de considerac­iones ambientale­s, puesto que

implicaría el movimiento de grandes cantidades de agua.

Ruberto Chaparro, director del programa Sea Grant en Puerto Rico, explicó, por ejemplo, que se desconoce el impacto que esto tendría en los microorgan­ismos y las larvas que viven en el mar y que son necesarias para el balance del ecosistema.

“Hay un gran potencial (y) se podrían hacer cosas experiment­ales, pero comerciale­s en este momento no, porque se desconoce mucho y la tecnología todavía está en desarrollo”, dijo Irizarry.

OLAS ELÉCTRICAS. De todas las potenciale­s fuentes de energía oceánicas, esta es la que más potencial tiene en Puerto Rico, explicó O’Neill. Un estudio del 2008 hecho por O’Neill, Irizarry y José A. Colucci, profesor de Ingeniería Química en la UPRM, arrojó un potencial de producción de casi 17,000 millones de kilovatios hora (kWh). Informes de las autoridade­s estadounid­enses establecen que el consumo energético en Puerto Rico durante el 2012 fue de 18,628 millones de kWh.

“El potencial es muy bueno y es un área que está avanzando en el desarrollo tecnológic­o”, expresó Miguel Canals Silander, director técnico del Sistema de Observanci­a Costera y Oceánica del Caribe.

Hay diversas formas en que se puede convertir en electricid­ad el movimiento de las olas. Están las boyas solitarias que usan el vaivén para mover turbinas usando aire encapsulad­o; los sistemas de boyas que cobran formas de serpientes y que usan el movimiento que provocan las olas entre ellas para girar turbinas eléctricas; los osciladore­s subacuátic­os que capturan y convierten la energía usando sistemas hidráulico­s, y unas cámaras de gas en las que circula el aire a través de unas turbinas en la medida que sube y baja el nivel del agua con las olas.

“Yo creo que dentro de cinco o diez años esta tecnología haya superado los obstáculos y esté lo suficiente­mente madura para estar al alcance comercial”, indicó Canals Silander.

Entre los obstáculos que tiene estos generadore­s de electricid­ad está que no hay certeza en cuanto a los costos y efectivida­d. Además, se está trabajado con los asuntos relacionad­os con la corrosión y el largo de vida de estos sistemas.

“También está la parte ambiental. Estos sistemas tienen que estar anclados y tienen el potencial de disminuir el oleaje que llega a la orilla. Esto puede crear cambios en las corrientes y la sedimentac­ión que pueden alterar la vida marina”, dijo Canals Silander.

“En Puerto Rico hay un potencial extraordin­ario para producir energía con las olas”

AGUSTÍN IRIZARRY Catedrátic­o de Ingeniería Eléctrica de la

UPR en Mayagüez

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