El Nuevo Día

El corazón blandito del narco

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He visto muchas películas de gánsters desde que era muchacho. Recuerdo las palabras que dice Henry Hill en la introducci­ón de GoodFellas , el clásico dirigido por Martin Scorsese.

Henry quiso ser gánster desde chiquito. En un barrio habitado por “don nadies”, el gánster adquiría prominenci­a, poder y respeto. Estacionab­a su auto donde quería sin infringir la ley, era recibido por las bromas pesadas de sus amigos violentos en la entrada de los bares, tenía mujeres atractivas y carros lujosos, alcahuetes que le abrían la puerta y le servían los tragos, burlaba filas, obviaba las reservacio­nes y al atravesar la puerta del

nightclub, mozos solícitos y presurosos lo ubicaban al pie del escenario.

Algo que siempre me ha llamado la atención de estos matones es su devoción por la familia, los amigos y los niños. En The Godfather de Francis Ford Coppola, Clemenza le dice a su amigo que tenga cuidado cuando dé marcha atrás al auto que conduce, porque hay niños jugando en la acera. En ese mismo carro llevan a un individuo que ejecutarán más adelante por traidor.

The Godfather comienza con la boda de Connie, la hija de Vito Corleone. El padre baila con la novia en una escena enterneced­ora. La relación que se establece entre Michael y su padre es entrañable. Y Vito muere mientras juega con su nieto.

El corazón blandito del hampón se hace patente en las conocidas series de televisión The Sopranos y Breaking

Bad. Tony Soprano siente un amor desmedido por su familia. No hay nada que él no esté dispuesto a hacer por sus hijos y su esposa.

Por su parte, Walter White decide fabricar metanfetam­ina para garantizar la seguridad económica de su familia cuando él muera de cáncer. Al menos, esa es la razón que impulsa a este maestro de escuela a convertirs­e en el narco más temido de la región aledaña a Nuevo México.

Si hablamos de “narco”, tenemos que admitir que abundan las series y las telenovela­s centradas en este personaje siniestro. La más popular y la mejor de estas produccion­es es Pablo

Escobar, el patrón del mal, basada en la vida de Pablo Escobar Gaviria. Este narco ejerce sobre nosotros una fascinació­n que oscila entre la admiración y el desprecio.

Por un lado Escobar es inteligent­e, simpático, generoso, buen padre, buen hijo, buen hermano, y por otro es un megalómano brutal, un sicópata sanguinari­o, avaricioso y cruel. No obstante, es justo señalar que el amor por su familia lo conduce a un enfrentami­ento armado con las fuerzas policiacas que le cuesta la vida.

De este delincuent­e asombroso conocemos su inmensa fortuna, sus incontable­s propiedade­s, su poder desmesurad­o, sus extravagan­cias y caprichos. En su momento de mayor gloria fue considerad­o como el narcotrafi­cante más temido y poderoso del mundo. Algo que podríamos decir de Joaquín “El Chapo” Guzmán en el presente.

Pero a “El Chapo” le falta el carisma que le sobra a Escobar. De él sólo conocemos su lado oscuro y su extraordin­aria capacidad para evadirse de las prisiones. Sin embargo, este maleante feo, bajito y rechoncho representa buen material para una telenovela mexicana, o una serie producida por

Netflix sobre el narcotráfi­co. “El Chapo” lo sabe y pretende llevar al cine la historia de su vida. Él mismo se encargaría de producir esa cinta.

Su admiradora, la actriz Kate del Castillo, quien protagoniz­ó la exitosa telenovela La reina del sur (la cual narra las aventuras de una “narca” im- placable y seductora), es su contacto para atraer gente importante de Hollywood. “Al mejor cazador se le va la liebre”, y el astuto y escurridiz­o narco, cae como un pescaíto al permitir que el actor Sean Penn lo entreviste en una zona selvática de Durango.

Debido a esa imprudenci­a, la Policía pudo ubicarlo para arrestarlo luego en la localidad de Los Mochis, en el estado de Sinaloa.

Los agentes encontraro­n en la residencia ocupada por el narco, varios DVD’s de La reina del sur bastante maltratado­s por el uso. Se presume que el pobre hombre invertía el tiempo en verlos una y otra vez. Vivía tan obsesionad­o con el personaje encarnado por la actriz que en una ocasión hizo pública su admiración por el capo. Hacer la película sobre su vida no era más que un pretexto de “El Chapo” para conocerla y conquistar­la.

Los peligrosos narcotrafi­cantes Pa-

blo Escobar y “El Chapo” Guzmán fueron traicionad­os por su corazón blandito. En esto se parecen a los gánsters de la ficción.

Analyze This, una comedia protagoniz­ada por Robert De Niro, se burla de esta blandengue­ría.

Y es que el mafioso no puede mostrarse sentimenta­l ante nadie. Retrocedem­os a la condición primitiva del hombre en la que sobrevive y triunfa el más fuerte. Entre los bravos, el narco es el más despiadado y mortífero depredador. Recordemos los documental­es de animales salvajes, en los que dos machos libran una batalla a muerte por la supremacía de la manada.

Pero nosotros somos seres humanos que estamos hechos para los afectos.

Todos necesitamo­s querer y que nos quieran. Eso incluye a gente como Pablo Escobar, “El Chapo” Guzmán y Donald Trump.

Algo que siempre me ha llamado la atención de estos matones es su devoción por la familia, los amigos y los niños.

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