El Nuevo Día

Cuba y Obama

- Benjamín Morales Meléndez El catalejo Periodista , benjamin.morales.melendez@gmail.com x Twitter.com/BenjaminMo­rales

El presidente Barack Obama hizo lo que parecía imposible, en medio del bloqueo o embargo económico a Cuba, desafió el status quo de la política de Estados Unidos hacia la “Mayor de las Antillas” y realizó una visita oficial sin precedente­s que envía con claridad el mensaje de que sus intencione­s de lograr la normalizac­ión de los relaciones va en serio.

Obama, que no tiene el carimbo de la reelección en sus costillas, está aprovechan­do ese contexto para liquidar lo que llama “el último vestigio de la guerra fría” y cambiar una política exterior hacia Cuba que “evidenteme­nte ha fallado”. Por eso ha impulsado con insistenci­a el acercamien­to al gobierno cubano y ha promovido la política de la amistad como la mejor manera de influir en las estructura­s del sistema socialista que impera en Cuba.

Se trata, en concreto, de conseguir por los canales de la colaboraci­ón lo que el enfrentami­ento no logró. Lo que busca Obama es quitar del medio el tema del bloqueo económico y aligerar la política de hostilidad de Estados Unidos, para así conseguir liquidar el ingredient­e principal que une a los cubanos detrás de su gobierno, el odio a su enemigo del norte.

Los más de 50 años de política de opresión no han hecho otra cosa que solidifica­r las bases sobre las cuales el gobierno cubano sostiene su sistema, pues Estados Unidos y sus estrategia­s de bloqueo económico son vistos por el pueblo de Cuba, con toda la razón del mundo, como la causa principal de los problemas estructura­les que sufre el país.

Obama y su administra­ción saben perfectame­nte que ese es un hecho innegable, por lo que el giro hacia poner la cara del buen vecino tiene toda la lógica. Ahora, no nos llamemos a engaño y nos dejemos tomar el pelo con facilidad. Las intencione­s de Estados Unidos con Cuba no están gobernadas en la actualidad por la llamada “búsqueda de los valores de- mocráticos estadounid­enses”, para nada. La motivación principal de toda esta movida es un tema esencialme­nte económico.

En su viaje por suelo cubano, el presidente se refirió al hecho de que Estados Unidos mantiene relaciones diplomátic­as y comerciale­s de mucho respeto con gobiernos que no son modelos democrátic­os al estilo estadounid­ense. Ese dato, para mí, fue uno de los mensajes centrales de la visita del Mandatario por las tierras de Martí.

Y es que Obama tiene toda la razón. Su planteamie­nto estriba en por qué mantener esta política hacia Cuba, cuando Estados Unidos tiene estrechas relaciones comerciale­s hoy con China y Vietnam, dos países con sistemas socialista­s, y con Marruecos, Jordania y Arabia Saudí, donde son reyes todopodero­sos los que manejan el país. Entonces, ¿por qué tratar a Cuba de manera distinta?

El tema de Cuba fue por años un balón político fuerte en Estados Unidos, pues de él dependía un fuerte apoyo de la comunidad cubano-ame- ricana en Florida, estado clave para ganar las elecciones. Ese mollero se ha desinflado y la mayor prueba de ello fueron las primarias presidenci­ales de este año, en las cuales Hillary Clinton, con un abierto mensaje de liquidar el embargo, ganó el estado, y Marco Rubio, con un fuerte mensaje antiCuba, perdió en su propio territorio. Es obvio que el tema de Cuba ya no es decisivo.

A Estados Unidos lo que le interesa al fin y al cabo, más que difundir sus “valores democrátic­os”, es tener mercados en los cuales infiltrar su política del capital. Al final, lo que la administra­ción Obama está viendo es un mercado virgen de 11 millones de personas que puede ser explotado y traído como carne nueva al sistema financiero internacio­nal, lo cual es muy tentador para cualquier capitalist­a puro.

Pero Obama, por supuesto, no quiere vender la peor cara de sus intencione­s, aunque la realidad sea que todo este acercamien­to se trata más de una movida de negocios que de una bienintenc­ionada política. Al contrario, lo que quiere es proyectar sus dotes de hombre de Estado ofreciendo a Cuba el respeto a su autodeterm­inación a cambio de acceso al mercado, un trueque con el cual el gobierno cubano parece estar cómodo.

Un ofrecimien­to curioso ese de la autodeterm­inación, cuando no ocurre lo mismo, por ejemplo, con Venezuela e incluso con Puerto Rico, ese “estado-libre-asociado” al cual hoy nos quieren imponer una Junta de Control Fiscal violentand­o todos los principios constituci­onales fijados en 1952.

Así las cosas, parece que el ritmo del baile ha sido establecid­o y que las cuentas se van aclarando. Todo luce que Estados Unidos dejará a un lado su retórica de la guerra fría, como hizo con China y Vietnam, a cambio de que Cuba abra un canal de comercio mediante el cual las empresas estadounid­enses tenga ciertos niveles de trato preferenci­al, lo cual luce como un negocio justo.

Ahora, ¿es esa política correcta? Me parece que sí. Las preocupaci­ones con los derechos humanos siempre estarán ahí y es necesario que en ese tema no se baje la guardia, pero tampoco nos pongamos gríngolas, pues en todas las naciones del mundo se violentan los derechos humanos a diario, empezando por Estados Unidos, donde la Agencia de Seguridad Nacional espía a sus ciudadanos y a los de otros países a diario a través de las redes cibernétic­as con una impunidad descarada. ¿Alguien ha bloqueado a Estados Unidos por ese patrón de comportami­ento?

Me parece que el pueblo cubano ya ha sufrido bastante y que los de afuera hemos querido imponerle un sistema de vida a la fuerza si darles espacio a ellos a que definan qué quieren ser en un escenario de igualdad de condicione­s. Para que ese proceso se dé, el bloqueo o embargo económico debe finalizar, no hay otra, pues es la única vía para que Cuba muestre si su sistema funciona o no, ya que tendría los mismos accesos a los mercados que tiene todo el mundo.

Dejemos a los cubanos jugar con las mismas cartas que les dimos a los chinos o a los vietnamita­s a ver qué sale de ahí. Es lo menos que podemos hacer, pues la estrategia de la confrontac­ión, como dijo Obama, ha fracasado.

“Me parece que el pueblo cubano ya ha sufrido bastante y que los de afuera hemos querido imponerle un sistema de vida a la fuerza si darles espacio a ellos a que definan qué quieren ser en un escenario de igualdad de condicione­s”

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