El académico que queremos se indigna
No hay duda de que los últimos acontecimientos en la Universidad de Puerto Rico contribuyen al clima de desasosiego que nos abruma como pueblo.
Como exalumna de la UPR y profesora universitaria por más de dos décadas, no puedo evitar compartir el sentido de indignación y frustración que aqueja a gran parte de la comunidad universitaria y que hoy nos tiene que preocupar a todos.
En el momento actual, cuando las reglas y los reglamentos se ignoran o aplican a conveniencia, cuando un puesto o una estructura de poder parece otorgar licencia para ejercer presiones indebidas, así como para alienar y acallar las voces de la razón, cuando el amiguismo resulta más importante que las credenciales profesionales y cuando se alude al uso y costumbre para justificar el incumplimiento o la inacción, es meritorio resaltar la naturaleza del académico que la Universidad debe valorar, propiciar y procurar.
El académico que queremos comprende la responsabilidad social y moral que representa colaborar en la formación de nuevas generaciones.
Por lo tanto, tiene altos estándares consigo mismo y su labor, así como con todos aquellos que inciden en el proceso educativo.
El académico que queremos se indigna y cuestiona toda práctica y conducta que resulte, no solamente ilegal, sino inmoral. Es vertical, aun cuando serlo resulte poco popular.
Comprende que el uso y la costumbre no siempre constituyen las mejores prácticas ni deben sustituir el buen juicio.
Rechaza toda conducta, que lejos de propiciar la objetividad y la justicia, facilite el amiguismo y la simpatía como razones o criterios.
Es recto e imparcial, aún frente a las presiones indebidas y a las llamadas influencias.
Actúa en el mejor interés de la institución y los valores que ésta representa, antes de cualquier otra consideración o beneficio personal.
El académico que queremos, cuando asume posiciones de liderazgo y autoridad, comprende y demuestra que se debe a la institución, por encima de cualquier otro interés, incluyendo los de naturaleza política.
Finalmente, ese académico que queremos, no mira para el lado ante eventos y situaciones como las que hemos visto en días recientes, no justifica lo injustificable y no permite que se asfixien las voces de la razón. Dra. Mildred Falcón
San Juan