Sabrosa experiencia en la costa
Ladi’s Place ofrece comida puertorriqueña frente al mar.
Estás sentado sobre el casco de una lancha de madera enterrada en la arena de la bahía Rincón, en Salinas. En el horizonte, ves los cayos Media Luna, Cabuzaso y Caracoles. Hacia la derecha, los molinos de Santa Isabel y, a la izquierda, un muelle con varias lanchas. El mar está tranquilo y cristalino.
Sobre la mesa, un plato de langosta en mantequilla, producto de la pesca del día, y un mofongo de plátanos frescos, relleno de mariscos. Ambos acompañados por una copa de sangría.
Esa es la experiencia que garantiza el restaurante Ladi’s Place, establecido hace más de siete décadas en esta zona.
El propietario, Juan Miguel González, advierte que ambos platos son solo una muestra del sabor que ofrecen en el establecimiento, conocido por ser albergue de la creación del Mojo Isleño, a manos de la propietaria original, Eladia “Ladi” Carrión.
“Nosotros mantenemos el menú casero que establecieron los creadores, conservando entremeses como los sorullitos de maíz y platos como el mero en rueda, que es un plato que todo el mundo viene a buscar de toda la vida”, asegura.
En Ladi’s, los comensales encuentran pescados enteros, en filetes y en chicharrones, un asopao “Siete potencias” y mariscadas. Además, el arroz con jueyes y los pimientos de piquillos rellenos de salmorejo brindan una experiencia auténtica, pues los jueyes son llevados vivos a la cocina desde una jueyera ubicada en la terraza del local.
“Aquí todo es fresco. Todos los vegetales son de Salinas o Santa Isabel. El plátano es de la finca de mi papá y mi hermano”, reitera González.
Quienes no son amantes de la comida marina, hallarán carnes, como chuletas, churrasco o unas costillitas en salsa BBQ, así como pollo y hamburguesas. “Las costillas son bien blanditas... La salsa es una receta de mi mamá”, añade.
Y cualquiera que sea la selección, debe acompañarse con una sangría de la casa, una piña colada, un vino o champagne de la cava establecida hace dos años. Ladi’s también tiene varios postres hechos en la casa.
Luego, y por un costo adicional, el comensal podrá dar una vuelta por la bahía en La Paseadora I, que pertenece a González. Todo en un ambiente familiar, donde los niños cuentan con un espacio de juegos con chorreras y columpios.