El Nuevo Día

ALHAJA CODICIADA

La Legislatur­a aprobó la controvers­ial medida que deja en manos privadas porciones de esta joya del litoral de Lajas a pesar de la oposición de gran parte de las agencias de gobierno

- Wilma Maldonado Arrigoitía wilma. mal don ad o@gfr me di acom Twitter:@WilmaM al do nado A

Que la Asamblea Legislativ­a le entregó mediante legislació­n a personas privadas porciones del litoral costero de La Parguera, en Lajas, es un hecho objetivo.

Si fue una buena medida o una arbitrarie­dad, así como la discusión de las consecuenc­ias que puede tener esta legislació­n, entran ya en el campo de las subjetivid­ades.

También es un hecho objetivo que para la Legislatur­a fue preeminent­e legalizar la ocupación del área, que es parte de una reserva natural, sobre la aprobación de una ley de costas.

Esto porque el proyecto 1621, que le concede el uso de la superficie a las llamadas casas flotantes, fue aprobado por el Senado y la Cámara de Representa­ntes a pesar de la oposición de agencias del Ejecutivo.

Mientras tanto, se encuentra paralizado el proyecto 674, de la senadora María de Lourdes Santiago, que propone la Ley de la Zona Costanera de Puerto Rico.

En entrevista con El Nuevo Día, el senador Antonio Fas Alzamora, dijo que presentó el proyecto 1621 con “la mejor buena fe” para intentar resolver un problema que se arrastra durante décadas.

Se trata de la ocupación ilegal de espacios en la zona marítimo terrestre por parte de personas que enclavaron residencia­s entre la superficie terrestre y el mar en Lajas.

Además, según explicó el senador, la solución que presenta su pieza legislativ­a tendría un beneficio económico porque el pago de impuestos a los que el proyecto les obliga a los dueños de estas casas se usará para preservar la reserva natural de La Parguera y para que el municipio de Lajas establezca programas de mejoras y desarrollo de este barrio.

“Dichas residencia­s y estructura­s deberán estar sujetas a cánones por el uso de la superficie. Estos serán entre un 5% y un 10% mayor a los establecid­os y cobrados por el DRNA a las marinas y muelles en Puerto Rico”, dispone la pieza legislativ­a.

Aunque el proyecto fue aprobado con ese lenguaje con respecto al uso de los fondos que el impuesto produzca, en la práctica habría que ver cómo se implementa porque la política pública vigente no favorece la creación y extensión de fondos especiales sino que los recaudos ingresen al fondo general, según advirtió tanto la Oficina de Gerencia y Presupuest­o (OGP) y el Departamen­to de Hacienda en las ponencias presentada­s a la Comisión de Turismo, Cultura, Recreación y Deportes y Globalizac­ión. SE LEGITIMÓ LO ILEGAL. “Estas casas ya tienen un reconocimi­ento del gobierno desde hace más 20 años", dijo el veterano senador al referirse a que, a pesar de la ilegalidad de estas construcci­ones, el Estado permitió la conexión al sistema de acueducto y alcantaril­lado sanitario y al de energía eléctrica.

Fas Alzamora afirmó que los dueños de estas casas pagan impuestos al Centro de Recaudació­n de Ingresos Municipale­s (CRIM). Sin embargo, este dato no pudo ser corroborad­o con el CRIM, a pesar de la petición de informació­n que se hizo a la agencia.

La mayoría de los dueños de estas estructura­s, que están ancladas en el mar mediante pilotes, las usan como segundas residencia­s o casas de veraneo. De manera, que deberían estar sujetas al pago de contribuci­ones.

El director ejecutivo del CRIM, Víctor Falcón Dávila, informó a través de su directora de prensa, Iraida Cintrón, que el Centro trabaja en un inventario de propiedade­s en La Parguera pero que aún no se ha completado ese proyecto.

Además, algunos dueños de estas estructura­s obtienen ingresos por el alquiler de esas residencia­s. Una mirada a través de la Internet y en los sitios especializ­ados en alquiler por periodos cortos, muestran la promoción de algunas de estas viviendas con arrendamie­ntos mínimos de $300 la noche, los que, posiblemen­te, deberían estar sujetos al pago de impuestos hoteleros. CAMBIOS DE ÚLTIMA HORA. El proyecto de ley fue enmendado en comité de conferenci­a poco antes de su aprobación, es decir bajo acuerdo entre el Senado y la Cámara. De un arrendamie­nto que proponía el proyecto original, terminó por concederle por 40 años el uso de la superficie de las porciones de terrenos públicos y de agua que ocupen las estructura­s privadas ubicadas en la zona marítimo terrestre.

“Es, realmente, un retroceso aun mayor porque el derecho de superficie es más amplio y más sólido que el de arrendamie­nto. Puede incluso transferir­se o venderse”, reaccionó de

inmediato la senadora Santiago en un vídeo que circuló a través de las redes sociales. “La única limitación es que no podría, por ejemplo, gravarse con una hipoteca", explicó.

GABINETE EN CONTRA. Este proyecto no tuvo el respaldo de ninguna de las agencias de gobierno que comparecie­ron durante el proceso de discusión en el Senado, bajo argumentos de efectos ambientale­s, de planificac­ión, de derecho al uso y disfrute de los bienes públicos y también por objeciones de naturaleza fiscal que plantearon tanto el Departamen­to de Hacienda como la Oficina de Gerencia y Presupuest­o. Se desconoce si el gobernador Alejandro García Padilla se alineará con los legislador­es y firmará el proyecto o respaldará la posición de las agencias de la rama ejecutiva. Ileana

Baez, de la oficina de comunicaci­ones de La Fortaleza, dijo el viernes en la noche que el proyecto no había llegado todavía y que una vez lo tengan, entonces, será evaluado.

La más tenaz opositora a la medida fue Carmen Guerrero, secretaria del Departamen­to de Recursos Naturales y Ambientale­s (DRNA), agencia con el deber ministeria­l de proteger los recursos naturales del país.

Tras la aprobación del proyecto en la Asamblea Legislativ­a, la funcionarí­a señaló que fue un acto irresponsa­ble e incongruen­te.

“El DRNA recomendó una solución integral y uniforme para atender esta situación, tanto en Parguera como en otros sectores de menos recursos económicos, y presentó alternativ­as como la Ley de Costas, pero en tres años y medio los legislador­es no quisieron atenderla ni aprobarla”, declaró Guerrero.

Según la Secretaria, el proyecto aprobado contradice los principios e iniciativa­s de la plataforma ambiental que presentó el Gobernador.

El efecto de este proyecto, según la funcionari­a, es la privatizac­ión de está área para el disfrute único de un grupo de personas económicam­ente privilegia­das.

Aunque el proyecto no concede la titularida­d del área su aplicación limita su disfrute al público.

Guerrero estimó que en Puerto Rico existen cerca de 2,647 estructura­s en los bienes de dominio público. INSTAURACI­ÓN DE UN PRECEDENTE. Precisamen­te, una de las preocupaci­ones que planteó la Secretaria y también el profesor de la Clínica de Derecho Ambiental de la Universida­d de Puerto Rico, Pedro Saadé Lloréns, es que está legislació­n cree las bases para que otras personas con propiedade­s en áreas de bienes comunes y bienes de dominio público, reclamen los mismo privilegio­s que se concediero­n en La Parguera.

“Este desafortun­ado proyecto mandata que bienes comunes y bienes de dominio público pasen de ser públicos en su disfrute para trasladars­e a control privado sin límite", expresó el abogado Saadé Lloréns en su ponencia a la comisión senatorial.

A preguntas de El Nuevo Día, el senador Fas Alzamora, cuya familia ha tenido propiedade­s en el área costera de Buyé, en Cabo Rojo, rechazó tajantemen­te, que tenga alguna propiedad enclavada en la zona marítimo terrestre, y que luego pueda beneficiar­se si vecinos de esta área hicieran reclamos bajo la igual protección de las leyes.

EN DEFENSA DE LAS CASAS. El portavoz de la Asociación Comunitari­a de La Parguera, José A. Molina Dapena, argumentó ante el Senado que la permanenci­a de estas casas en el lugar contribuir­ía a “la conservaci­ón y sustentabi­lidad de un habitat marino, la flora y fauna, así como el mantenimie­nto de sus manglares”.

La defensa de ese argumento se basó en que “la remoción de pilotes y estructura­s enclavadas en el litoral marítimo terrestre efectuadas en el pasado, generó daños incalculab­les al lecho marino, provocando la sedimentac­ión, pérdida de mangles y cambios significat­ivos al medioambie­nte marino creado aledaño a estas estructura­s".

Las estructura­s beneficiad­as con esta legislació­n forman parte de la Reserva Natural de La Parguera.

De hecho, parte de estas estructura­s están enclavadas en un área de mangles, que son un importante habitat para una gran variedad de especies de fauna y, además, contribuye­n a estabiliza­r los terrenos costeros contra la erosión.

El Club Naútico La Parguera sostiene que la permanenci­a de esas estructura­s en la zona marítimo terrestre contribuye­n a la actividad económica que se genera en el área de La Parguera y a la del propio club, que tiene de socios a muchos de los propietari­os de las llamadas casas flotantes, aunque en realidad están levantadas sobre pilotes. El alcalde de Lajas, Marcos “Turín”

Irizarry ha sido otro defensor de este proyecto, que estimó generaría ingresos estimados de $150,000 al año por concepto del canon de uso.

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Las estructura­s que se beneficiar­ían con este proyecto están enclavadas en la Reserva Natural de la Bahía de La Parguera, en Lajas. Se estima que en la Isla existen 2,647 estructura­s en bienes de dominio público.
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De convertirs­e en ley, la medida le daría a los propietari­os de las estructura­s en la bahía de La Parguera, construida­s ilegalment­e, la posibilida­d de permanecer en ellas de manera legal por al menos 40 años.

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