El Nuevo Día

LÊPSIS Zuleika Pagán López

-

QUno, dos…, cinco, seis…, son ocho. Hay ocho dientes en la caja de música. Solo dos dientes son míos. Me gusta jugar con el hueco de mi encía. Mi lengua es un roedor que asoma la cabeza. Mi lengua es un roedor que asoma la cabeza y medio cuerpo. No sé nadar. No sé nadar en este río espeso. Río fértil y tibio. Río de salmones. No hay piedras en el fondo. No. El fondo del río está repleto de dientes de salmones. Son dientes de madera. Los míos también.

Parpadeé cuando las puertas de las habitacion­es se abrieron, como cada siete de la mañana, y vi a las demás batas blancas rezando. Me uní a la fila de la manada. Lo nuestro es un rosario particular: desayuno, medicación, sala de juegos, almuerzo, medicación, terapia, baño, cena, medicación, y de vuelta a la caja. Día tras día la parsimonia nos devora. Somos presa fácil. No reconocemo­s a las fieras que nos acechan. Ayer la epiléptica me regaló chuches con sabor a fresa. Hoy no la pude encontrar. Una pena. Su paroxismo es una distracció­n bien recibida.

Estoy de nuevo en la caja de música, a minutos de volverme cardumen. Trato de memorizar las caras de este cubo. Trato de memorizar esta habitación. Las paredes parecen tiza, huelen a tiza, saben a tiza. En la pared norte está el único hueco por donde se accede al más allá, y sobre el hueco, suspendido­s dos trozos de madera: ¿acaso son un ornamento para escocernos la cordura o son el báculo de nuestra somnolenci­a?, ni puta idea. Hummm… hace tanto que no digo una palabra soez en voz alta, que pensar que la he pensado me causa placer, un cálido placer.

Sigo aquí… de pie, rascándome la lengua con la tiza. ¿He pisado un alfiler? ¿He pisado dos, tres o cuatro? ¡Mira al piso cobarde! Una alfombra de astillas ha dado color a esta habitación. Me carcomen las plantas de los pies. Se asoman entre los dedos. Se entierran bajo mis uñas. Poco a poco la habitación se va llenando de un espeso líquido cobrizo. No sé nadar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico