Jueza Sotomayor convoca a cambiar el mundo
La togada participó en un evento estudiantil en el marco del aniversario del Tribunal Federal
El cosquilleo de la anticipación gobernaba el recinto cuando la jueza presidenta del Tribunal Federal, Aida Delgado, inició la presentación de la “invitada especial”.
Sin mencionar su nombre, Delgado señaló que esta hija de padres boricuas nació en el Bronx, en Nueva York, que se graduó con honores de la Universidad de Princeton y que luego estudió derecho en la Universidad de Yale.
“Es lo que ustedes llamarían una estofona”, apuntó mientras en primera fila la jueza asociada del Tribunal Supremo federal, Sonia Sotomayor, sonreía.
Segundos después, la primera latina en formar parte de esa curia subió al escenario y se fundió en un abrazo con Delgado. “Hola, ¿cómo están?”, soltó. Los estudiantes gritaron y aplaudieron. Inmediatamente Sotomayor explicó, en un español salpicado por un acento inglés, que pronto se bajaría de la tarima y que unos agentes de seguridad la seguirían a la distancia.
“Lo hacen para protegerme a mí de mí”, bromeó sobre la posibilidad de que se tropezara o resbalara.
Usando un micrófono inalámbrico de esos que se colocan sobre la oreja, pidió a los 1,800 estudiantes de escuela intermedia que llegaron a escucharla, que no se pararan y se le acercaran, que esperaran a que ella iniciara el contacto para evitar situaciones con su equipo de seguridad.
“Tengo más familia en Mayagüez que en San Juan, pero la Isla es parte de mi corazón. Ustedes son parte de mi corazón”, indicó al tiempo que un largo “ahhhhh” se escuchó en el salón del Centro de Convenciones, en Miramar, donde ayer se celebró un taller para ofrecerles a los estudiantes herramientas para navegar la internet, así como evitar los delitos sexuales y el acoso cibernético en el marco del 50 aniversario del Tribunal Federal en la Isla bajo el artículo III de la constitución estadounidense.
Desde este momento, Sotomayor conquistó la atención de los jóvenes.
Suavemente se desplazó por las filas del recinto invitando a los muchachos a trabajar duro para alcanzar sus metas. En ocasiones, colocó sus manos sobre los hombros de algunos o aceptó un abrazo de una estudiante con alguna pregunta.
“Quiero que el mundo sea un poquito más mejor de lo que lo encontré”, apuntó.
Disertó sobre el derecho y papel de las leyes en la convivencia diaria.
“La ley es la relación de nosotros con otras personas. Es la manara de bregar uno con otro sabiendo que no todos pensamos igual”, afirmó ante un auditorio cautivo que contó con la presencia del juez asociado del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Erick Kolthoff, la fiscal federal Rosa Emilia Rodríguez y el juez federal Gustavo Gelpí y los atletas Jaime Espinal y Luis Colón, entre otros invitados.
“La ley es lo que tenemos que dar cada uno para vivir en comunidad”, agregó.
Al recordar el momento en que el presidente Barack Obama la llamó para informarle de la designación al Supremo, resaltó la responsabilidad que acarreaba la posición y su compromiso de servir de ejemplo a otros por el gran regalo que le dio la vida.
Entusiasmada, habló de su mamá, Celina Báez, su apoyo y fuente de inspiración, de la recompensa que ofrece no darse por vencida y de la necesidad de soñar.
En una plática matizada por algunos momentos jocosos, convocó a los muchachos a luchar contra la injusticia y no quedarse callados ante el discrimen.
Sotomayor, quien hoy regresa a Estados Unidos, aseguró que su mayor recompensa en la vida consistía en tocar el corazón de otra persona.
“Si toqué tu vida, te he dejado con algo importante. Ese es mi ‘legacy’”, concluyó.
“La ley dice lo que tenemos que dar cada uno para vivir en comunidad”
SONIA SOTOMAYOR Jueza Asociada Tribunal Supremo federal