El Nuevo Día

Robo familiar

- Mildred Rivera Marrero GERONTÓLOG­A

Un hijo o nieta que usa una tarjeta de crédito para comprar artículos por internet, pagar sus cuentas, comprarse una motora o un celular último modelo, o usa una tarjeta de débito para sacar dinero. Visto así no parece nada malo. Lo trágico y delictivo es cuando esa tarjeta de crédito o débito es de un familiar de edad avanzada que no lo autorizó a hacer ese gasto y que no se entera de cómo se usa su dinero. Ese tipo de delito ha aumentado en los pasados años y en la Oficina de la Procurador­a de Personas de Edad Avanzada temen que continúe creciendo conforme arrecie la crisis económica. Entre los 2,200 casos de explotació­n financiera que van este año también se cuenta el abuso por parte de personas que tienen acceso a las casas de los adultos mayores porque les dan algún tipo de servicios e, incluso, dueños de hogares de cuidado que se apropian de los bienes de sus clientes. Los casos de abuso financiero parecen sacados de una triste novela –en la que el viejo, con familia o sin familia, con problemas de salud mental o sin ellos– es la víctima. Según la procurador­a, Carmen Delia Sánchez, “las querellas nos llegan de diferentes formas. A veces son vecinos, las institucio­nes financiera­s, los mismos hogares de cuido, peleas entre hijos”. Eso demuestra la importanci­a de que la comunidad esté atenta y denuncie situacione­s irregulare­s con los adultos mayores. En casos como esos se someten casos civiles y criminales y se exige la restitució­n del dinero.

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