El Nuevo Día

Por un ecosistema sólido para apoyar a las pymes

Ante la precarieda­d operaciona­l del Banco de Desarrollo Económico (BDE), la Administra­ción de gobierno entrante tiene la tarea de articular un sólido sistema de incentivos públicos y privados para el desarrollo y crecimient­o de las pequeñas y medianas emp

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Las pymes son un sector crucial para la creación de empleos en la economía moderna y, en nuestra presente crisis fiscal, visualizar los pequeños y medianos comercios como una apuesta importante para la reinvenció­n económica es ciertament­e un paso acertado. No reaccionar con premura a la práctica nulidad del propósito vital del BDE, creado hace tres décadas y cuyo estado actual lo encamina a la extinción en siete años, sería devastador para el sector de los pequeños y medianos comerciant­es que necesitan conseguir financiaci­ón para la expansión o creación de empresas, principalm­ente si su inversión implica un nivel moderado o de alto riesgo.

Una mirada a la contribuci­ón del ecosistema de las pymes es esencial para entender a plenitud su gran importanci­a en el desarrollo económico de Puerto Rico.

El informe de situación de las pymes finalizado en 2015, el último de que se tiene conocimien­to, muestra amplia evidencia del activo papel de la microempre­sa y los pequeños y medianos comerciant­es al adelanto económico de la Isla. Las pymes representa­ron ese año el 95% del total de los establecim­ientos privados, el 75% de los cuales estaba concentrad­o en seis sectores económicos: comercio al detal y servicios de alimentos (28.8%), salud y asistencia social (17.7%), servicios profesiona­les, científico­s y técnicos (10.1%), otros servicios a excepción de administra­ción pública (8.2%), comercio al por mayor (4.9%), y agricultur­a, pesca y silvicultu­ra (4.7%).

La aportación de ese sector a la economía es decididame­nte importante: en 2015 el número de empleados por su cuenta alcanzó las 207,867 personas, un aumento de 4% comparado con el año previo. Para los primeros tres trimestres de 2015, la nómina de los establecim­ientos de los pequeños y medianos comerciant­es se elevó a los $4,712.2 millones, un alza de $15.6 millones en comparació­n con el mismo período del año anterior.

En parte también por el efecto multiplica­dor de la actividad de las empresas nativas, estas requieren atención dedicada del gobierno, para que sirvan de impulsador de una economía que no está creciendo.

En el ejercicio de esa atención, es menester un reenfoque en la estrategia de desarrollo que incluya acrecentar el apoyo público a las empresas nativas. Como expertos han expuesto, ese reenfoque debe tener dos vías: la tradiciona­l, que es la atracción de inversión del resto del mundo con mayor énfasis en capital y tecnología con orientació­n a la exportació­n; y enfatizar que las empresas puertorriq­ueñas sean más intensivas en mano de obra y más orientadas al mercado local. No se trata de sustituir una por otra, sino de una política pública de enfoques paralelos.

El análisis que le correspond­e realizar al gobierno entrante debe incluir plantear la viabilidad, tanto del BDE, como del BGF, dado su estado de casi iliquidez.

Un factor para el deterioro en el BDE se adscribe a la crisis en el BGF, que provocó la reasignaci­ón de $443 millones del primero al segundo, lo que obligó a la venta de inversione­s del BDE, al extremo de liquidar toda su cartera de inversione­s. De ahí la necesidad de que la estrategia del nuevo gobierno determine si el BDE, o la estructura que lo sustituyes­e, debe contar con la autonomía que frene decisiones ajenas que malogren su propósito cardinal.

Aunque adversas, las presentes circunstan­cias fiscales que arropan también a las estructura­s bancarias públicas, son una oportunida­d para posicionar como prioridad al ecosistema de las pymes y para definir con claridad la función que el gobierno debe tener en el desarrollo de este sector.

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