DÍAS SAGRADOS
Estos días muchos celebran el cariz sacro de la vida humana. Navidad para los cristianos, Kwanza para los descendientes de las tradiciones culturales africanas, Janucá para los judíos, entre las que se estipulan en el calendario oficial. Los relatos históricos de los pueblos que constituyen estas comunidades, así como todas las del planeta Tierra, dan cuenta de cómo la injusticia, la corrupción y la pobreza (representaciones de la soberbia que el poder político y económico) han sido constantes en la vida humana.
Los profetas del Antiguo Testamento, ante la inminencia del dolor, la esclavitud y la miseria reclamaron a la gente su alejamiento de la divinidad. Asimismo, manifestaron la necesidad de las reconciliaciones indispensables para sanar las heridas físicas de los cuerpos contaminados, mutilados, exiliados de sus tierras y familias. Llamados a materializar mediante acciones concretas de solidaridad y acompañamiento, al ser etéreo de los dioses que presiden estos días.
En el fin de semana creyentes cristianos se reunieron para celebrar el nacimiento de Jesús. En muchas mesas se sentó también la presencia de los místers Scrooge con su espada hincando sobre los corazones el tajo, los augurios de carencias y cargas. Este tiempo recuerda las palabras de Nehemías: “¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?”.
Mas el espíritu de vida alienta al ser humano. Rescata en sus tradiciones eso llamado optimismo, la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. Un dios, una diosa, con muchos nombres, es verdad, pero que en toda tradición y lengua llama a la renovación y a la lucha. En voz de Oscar López Rivera a su nieta Karina, alienta: “Te dije entonces que la vida está llena de retos y, en algunos momentos, de decepciones. Que nunca permitas que nada ni nadie te desaliente, porque tienes la fortaleza para enfrentar y superar cualquier obstáculo”.