Nuevo gobierno, vieja fábula
Galopaban por montes y prados de un estrecho islote una manada de caballos. A su paso arreciaban ráfagas traídas por áridos vientos del norte. Aquellos vientos secos, y todo el paisaje allí, parecía augurar la eventual extinción del acopio para el sustento de la manada.
En eso, un brioso equino, de la misma estirpe de otra cepa que tiempo atrás comandó la manada, decidió retar a quienes habían dirigido sus pasos durante el último tramo del trote. La manada, cansada ya de haber cabalgado por terreno yermo, olfateó en el brío del joven equino algo así como un resoplo que traería esa lluvia ansiada para acabar de una vez con la sequía.
Y no bien puesto al frente de la manada, sin siquiera relinchar, el brioso equino se hizo rodear por un grupo afín para ayudarlo a guiar sus pasos. Pero una vez convocados los equinos del grupo afín, comenzaron a despotricar dando zancadas al aire; y ahora relinchaban contra toda la camada anterior que había guiado sus pasos hasta allí.
Y cuenta la leyenda que tras haber desecho la ruta que hasta entonces habían cabalgado, tuvieron que encaminar sus pasos nuevamente por otro sendero el cual lejos de llevarlos a la tierra prometida, los atrajo nuevamente a la misma bruma seca de donde habían partido. Añorarían entonces otro cambio de mando con la esperanza de allegarse así hacia unos vientos favorables.
Esa fábula no aparece entre las de Esopo o Samaniego, aunque está inspirada en esos relatos. Como toda fábula busca entender nuestro mundo a través del comportamiento de animales; en ocasiones, más perspicaces que los humanos. Distinta a las fábulas, esta no concluye con moraleja, pero nos remite a nuestro entorno.
Todavía es muy temprano para predecir el curso de los acontecimientos luego de la toma de posesión del nuevo gobierno electo. Pero en sus primeros pasos se trasluce su estilo: un deseo de borrar iniciativas y directrices del gobierno anterior. Por ejemplo, el director de Acueductos y Alcantarillados, en el cargo desde antes de la pasada administración, fue removido. No adujeron sus ejecutorias, simplemente no gozaba de “confianza”.
Tampoco a la difusión pública y la cultura parece augurarle mejor suerte. Nombran a un nuevo director de WIPR, y en sus primeras declaraciones dice que quiere poner más salsa, bomba y noticias; borrón y cuenta nueva, soslayando la excelente programación que en los últimos años han llevado al aire las emisoras del gobierno.
Y una “nube de polvo” parece rodear al Departamento de Agricultura. Aunque nadie duda de las cualificaciones del nuevo director designado, sus comentarios desalentadores sobre las iniciativas del cultivo de caña y arroz siembran dudas. Si bien no proveen el rendimiento del café o la industria lechera, incentivarlas puede hacernos menos dependientes de las importaciones.
También en educación parecerían querer borrar las huellas anteriores. Contrario a la pasada administración la cual rehusaba recortar gastos en educación o en salud para pagar parte de la deuda, ahora se exige a la Universidad de Puerto Rico mostrar a la mayor brevedad sus estados financieros. Amagan con recortar su presupuesto, olvidando que la educación representa una inversión. Pero nada dicen de recortar gastos en la legislatura.
Las palabras del gobernador electo y su comité de transición también han querido marcar una nueva ruta con respecto a las directrices Junta de Control Fiscal. Han expresado estar dispuestos a repagar parte de la deuda, pues así podríamos acceder nuevamente al mercado de los bonistas. Pero eso sería volver por esa misma ruta brumosa y árida de aquella fábula de la manada.