El sector financiero versus el sector real
La encrucijada fiscal que encara el gobierno implica una dicotomía: satisfacer al sector financiero (unos bonistas relativamente pudientes) o al sector real (en la jerga económica son los actores que producen bienes y servicios).
Ambos no van a salir beneficiados simultáneamente. Mientras menor sea el recorte a la deuda, mayor será la austeridad y los impuestos que ex- perimentará el sector real, los cuales recrudecen la economía (ver “Neoliberalism: Oversold?” del Fondo Monetario Internacional).
De hecho, según la matriz de insumo producto, por cada 100 empleos perdidos en el gobierno se pierden 55 en el sector privado. En esencia, se pierden 100 consumidores que probablemente migrarán o se sumarán a la larga lista de desempleados.
Permítanme un paréntesis: la austeridad por la vía del recorte en presupuesto no necesariamente se traduce a eficiencia -hacer el mismo trabajo con menos recursos- ni tampoco a efectividad.
Por ejemplo, por recortar el presupuesto de Hacienda en 10% no obtendremos mejores servicios ni prevenimos la corrupción.
Despolitizando las agencias obtendremos ahorros y eficiencia en los servicios gubernamentales mayores a las prometidas por la austeridad.
Los promotores locales de la Junta de Control Fiscal decían que PROMESA nos salvaría de una hecatombe porque su Capítulo 3 provee un mecanismo amplio para reestructurar toda la deuda, que era mejor que el Código de Quiebras federal en el que Puerto Rico estuvo cobijando antes de 1984.
Digo “locales” porque el demócrata Antonio Weiss y el republicano Paul Ryan dijeron en el Congreso que sin PROMESA, la intervención estadounidense era obligada.
Ahora, esos promotores locales prefieren una negociación consensuada con los bonistas que el Capítulo 3 de PROMESA. Algo similar intentó la administración anterior sin beneficios para el sector real.
La negociación voluntaria en la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) propone recortar en solo 15% la deuda a cambio de aumentar el costo eléctrico.
Esa negociación voluntaria es tan perjudicial que el sector real la está impugnado en los tribunales.
La Junta tiene un costo muy alto y un beneficio muy bajo, cuando se considera la imposición antidemocrática de financieros con mucho poder.
Una negociación voluntaria debe limitarse a: recortar el principal en 30% o más de la deuda legítima, extender los vencimientos para bajar el pago anual y brindar financiamiento ligado al crecimiento económico.
ALTERNATIVAS. Si quieren maximizar su beneficio, en la actualidad no hay mucho tiempo que perder con negociaciones voluntarias. Una negociación voluntaria debe limitarse a: recortar el principal en 30% o más de la deuda legítima, extender los vencimientos para bajar el pago anual y brindar financiamiento ligado al crecimiento económico (“GDP-linked bonds”) para la infraestructura de la AEE y de la Autoridad de Acueductos.
Otra posibilidad es el “entry point” donde cada bonista actual obtiene el mismo precio que pagó por los bonos, protegiendo al inversionista bonafide de los especuladores de fondos buitres que compraron a precios de quemazón.
Si los bonistas se oponen, el gobierno debe impugnar la deuda ilegítima y solicitar el Capítulo 3. Frente a una corte de quiebra, una mayoría de bonistas probablemente hagan ofertas mejores. PROMESA no permite “holdouts” como pasó con Argentina.
Reestructurar no cerrará el financiamiento futuro. En la teoría neoliberal las decisiones de inversión se toman mirando al futuro. Es decir, cuando el sector real mejore, los bonistas volverán a prestarle al gobierno como hicieron con Japón que, por ejemplo, declaró un impago y actualmente toma prestado a una tasa relativamente baja.
Mientras, la inversión en infraestructura en la AEE puede seguir la recomendación que Moody’s dio en marzo de 2015: “Diferir los pagos de principal por algún período de tiempo puede proveer a la AEE con una fuente de capital que ayudaría a financiar sus programa de gastos capitales sin acceder a los mercados de deuda y diferiría la necesidad de aumentar la tarifa básica de electricidad hasta que la economía esté en mejores cimientos”.
La prioridad es fortalecer el sector real, no el financiero.