El Nuevo Día

LIBERARÁN A OSCAR LÓPEZ VICTORIA DE UNA LUCHA CIUDADANA

En vez de una clemencia o indulto, López Rivera deberá cumplir otros cuatro meses de prisión La excarcelac­ión de Oscar López Rivera, sin embargo, ocurrirá entonces sin condicione­s

- José A. Delgado jdelgado@elnuevodia.com Twitter: @JoseADelga­doEND

WASHINGTON.- Oscar López Rivera fue notificado que a las 3.30 p.m., hora de Terre Haute (Indiana) –4:30 p.m. en Puerto Rico–, tenía que contestar una llamada telefónica.

Entonces, López Rivera, como cualquier otro día de sus últimos 18 años en el complejo carcelario de Terre Haute, estaba en el salón en que suele dibujar.

López Rivera, el último prisionero independen­tista puertorriq­ueño de la época de la Guerra Fría, telefoneó a su abogada Jan Susler, para advertirle de esa inusual comunicaci­ón.

Susler le pidió que le hiciera saber qué ocurría.

Pero, casi una hora más tarde, el abogado de la oficina de Indultos del Departamen­to de Justicia de EE.UU., Robert Zauzmer, se comunicó con Susler para decirle que sería ella quien le daría las buenas nuevas a López Rivera: el presidente Barack Obama había decidido conmutarle la sentencia, efectivo el 17 de mayo de 2017.

A tres días de dejar la Casa Blanca, el presidente Obama escuchó el sentir de muchos en Puerto Rico, la diáspora boricua, la comunidad hispana, líderes internacio­nales y dentro de su propio gobierno y decidió fijar la fecha de la excarcelac­ión de López Rivera, quien ha estado 35 años y ocho meses en prisiones estadounid­enses.

No fue un indulto, pero la excarcelac­ión ocurrirá sin condicione­s.

“Soy yo la llamada de las 3:30, ¿cómo estás? ‘Vivito y coleando, como siempre’, respondió él”, contó la abogada Susler al narrar su conversaci­ón con López Rivera, quien en mayo cumplirá los 36 años de cárcel principalm­ente por conspiraci­ón sediciosa debido a sus vínculos con el grupo clandestin­o Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).

En el momento de dar a conocer la noticia sobre su próxima excarcelac­ión a López Rivera, quien estuvo 12 años en solitario, Susler indicó que ella estaba “tratando de contener los gritos y llantos, pero Oscar, pacífico, pacífico”.

“Le dije que Clarisa (su hija) y yo iríamos a visitarle este fin de semana. Entonces dijo: ‘Feliz de la vida. Mañana (hoy) es el cumpleaños de Clarisa, qué mejor cumpleaños’”, agregó Susler, al detallar anoche a El Nuevo Día la conversaci­ón “bien corta, pero bien alegre” con López Rivera.

CONTUNDENT­E APOYO. Pocas veces en las últimas décadas un asunto ha generado tanto consenso político en Puerto Rico. Los esfuerzos para sacar la Marina de Guerra de EE.UU. de la isla de Vieques ante el temor de sus efectos sobre la salud de la población civil, son otro ejemplo.

En un país en que, pese al control de una Junta de Supervisió­n Fiscal, acaba de haber un cambio de administra­ción, el respaldo del gobierno de Puerto Rico a la liberación física de López Rivera nunca se redujo.

Como hicieron durante los pasados años Alejandro García Padilla, quien le visitó en prisión como gobernador de Puerto Rico, y el entonces comisionad­o Pedro Pierluisi, el ahora gobernador Ricardo Rosselló, la comisionad­a Jenniffer González y el liderato legislativ­o, junto con los más amplios sectores religiosos y cívicos, solicitaro­n durante la Navidad al presidente Obama su excarcelac­ión.

El mensaje era que López Rivera ya había cumplido tiempo suficiente. Que el reclamo era un asunto humanitari­o.

La campaña a favor de su excarcelac­ión fue encabezada por su familia, su hija Clarisa, que le conoció en prisión, y su hermano José López Rivera, así como su abogada Susler y el congresist­a Luis Gutiérrez, entre muchos otros sectores de Puerto Rico y la diáspora.

Pero, el movimiento incluyó también a 10 premios Nobel de la Paz, como el reverendo Desmond Tutu y el expresiden­te estadounid­ense Jimmy Carter, y hasta el papa Francisco, quien por los canales diplomátic­os reiteró a finales de 2016 su petición al presidente Obama.

“Siempre tuvimos esperanza, los esfuerzos a favor de Oscar nunca se detuvieron”, dijo Susler, al mencionar la carta que le hicieron llegar al presidente Obama, ayer mismo, cerca de 40 puertorriq­ueños que fueron funcionari­os de su gobierno o de sus campañas políticas.

“Estoy muy feliz y abrumado de la emoción. Había veces en que la esperanza era difícil de encontrar, pero mi esposa Soraida siempre tuvo fe de que llegaría este día. Ahora está claro que Oscar volverá a reunirse con su familia y podrá caminar libre entre los puertorriq­ueños”, indicó Gutiérrez, para quien los hermanos López Rivera son familia y mentores.

“La dignidad y la humanidad de Oscar han ayudado a reunir a los puertorriq­ueños de todas las orientacio­nes políticas, unificando a nuestro pueblo. Su liberación, por fin, debe ser

celebrada”, afirmó, por su parte, la congresist­a Nydia Velázquez,

A Oscar López Rivera, antiguo militante de las desapareci­das FALN, se le detuvo el 29 de mayo de 1981 en la localidad de Glennview, un suburbio de Chicago, al no detener correctame­nte su vehículo en una intersecci­ón. Se le ocupó una pistola. Llevaba cinco años en la clandestin­idad.

Las FALN reclamaron la autoría de decenas de atentados que causaron la muerte de seis personas, el más recordado de ellos el 26 de enero de 1975 en la Franceus Tavern de Nueva York, que causó cuatro muertes.

En entrevista­s con El Nuevo Día, López Rivera siempre negó haber tenido sangre en sus manos. Cuando ocurrió el ataque al restaurant­e neoyorquin­o, dijo, estaba en Puerto Rico.

“Si las agencias federales tuviesen una huella digital mía asociándom­e con cualquier cosa en que haya habido muertos, estuviera sentenciad­o a cárcel de por vida”, expresó López Rivera en la más reciente entrevista con El

Nuevo Día, el pasado 1 de diciembre. En 1999, el entonces presidente Bill Clinton ofreció clemencia a una docena de prisionero­s políticos puertorriq­ueños, incluido López Rivera.

Pero, López Rivera, veterano de la guerra de la Vietnam, fue el único que la rechazó. La oferta le hubiese permitido salir de la cárcel en 2009, pero el prisionero independen­tista determinó no dejar atrás a dos de sus compañeros, Haydee Beltrán y Carlos Alberto Torres. Respaldó, no obstante, la excarcelac­ión de los demás.

Cuando Torres salió de la cárcel y solo quedaba él en prisión, entonces pidió libertad condiciona­da. Se le denegó y se le advirtió que tendría que quedarse en prisión hasta mayo de 2023, cuando tendría 80 años y habría cumplido 42 años en cárceles estadounid­enses.

Para 2011, solicitó clemencia al presidente Obama.

La campaña a favor de su liberación arreció y se extendió más a nivel internacio­nal. Líderes políticos, desde el entonces gobernador García Padilla como la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, la senadora independen­tista María de Lourdes Santiago y la presidenta del Concejo Municipal de Nueva York, Melissa Mark Viverito, le visitaron en prisión.

Artistas como René Pérez –el Residente de Calle 13–, Rubén Blades y Lin Manuel Miranda hicieron llamamient­os personales al presidente Obama. También deportista­s como el expelotero Carlos Delgado.

Junto con López Rivera, el presidente Obama conmutó ayer la sentencia de otras 208 personas e indultó a otras 64.

El caso que más llamó la atención en EE.UU. fue el del militar transgéner­o Chelsea Manning, convicta por divulgar secretos de EE.UU.

La conmutació­n de la sentencia de López Rivera, quien fue sentenciad­o por conspiraci­ón sediciosa a 55 años de cárcel, pero luego se le añadieron 15 debido a un intento de fuga, es efectiva el 17 de mayo.

En teoría, eso supondría cuatro meses más de cárcel.

Pero, su abogada Susler espera conocer hoy los detalles del proceso hacia su liberación, pues en otros casos se ha ordenado el traslado del prisionero a una cárcel/hogar en lo que se extingue toda la sentencia. En sus entrevista­s con El Nuevo

Día, López Rivera dijo que tan pronto saliera de prisión quisiera ir primero a ver a su familia en Chicago, a donde llegó cuando tenía 14 años. Pero, después se irá a vivir a su pueblo natal de San Sebastián, en Puerto Rico.

“(Quiero) disfrutar de Puerto Rico, de mi familia. Pero, a mí me gusta trabajar. Tengo unas destrezas –organizar, ayudar a los jóvenes– que quiero compartir con la gente”, dijo.

CHICAGO Y SAN SEBASTIÁN. José López Rivera indicó la semana pasada que una vez fuera de prisión, el plan de su hermano era estar en Chicago quizá solo un par de días.

“A uno le hace una falta enorme la familia. Ni me imaginaba que la relación se iba a forjar bien. Hay mucho amor entre nosotros”, indicó Oscar López Rivera en otra entrevista telefónica de junio de 2013, que junto a otras que realizó ese mes, fueron las primeras que le permitiero­n tener desde que conversó también con El

Nuevo Día en 2006. A partir del verano de 2013, López Rivera tuvo contactos frecuentes con los medios, aunque el Negociado de Prisiones siempre se negó a permitir una entrevista en persona.

Más allá de la esperanza, la campaña a favor de su liberación comenzó a estar optimista cuando el que fuera consejero del presidente Obama, David Axelrod, ahora profesor en la Universida­d de Chicago, comenzó a comunicars­e con gente cercana a López Rivera.

Desde antes de la última manifestac­ión en Washington a favor de su liberación, efectuada el pasado 11 de enero –en el natalicio del prócer independen­tista Eugenio María de Hostos–, estaba en marcha la comunicaci­ón a través de Axelrod.

Neil Eggleston, consejero legal de la Casa Blanca, había dado también a entender a emisarios de López Rivera que era posible una decisión en los momentos finales de la presidenci­a de Obama.

Diversos sectores veían además en el caso de López Rivera una oportunida­d para el 44mo presidente de EE.UU. terminar su mandato con una nota positiva hacia los puertorriq­ueños, después de la imposición de la ley PROMESA que tachó el limitado gobierno propio en la Isla.

“Aplaudo la valentía del presidente Obama”, indicó, por su parte, el congresist­a demócrata José Serrano.

La decisión del presidente Obama de conmutar la sentencia al prisionero 87651-024 se hizo pública menos de una hora después de la llamada telefónica de Susler a Terre Haute. El anuncio de la Casa Blanca entró al correo electrónic­o de El Nuevo Día a las 4:18 p.m. hora del este de EE.UU., que incluye Indiana. Eran las 5:18 p.m. en San Juan.

Hace solo 11 días, López Rivera, con ocasión de su cumpleaños 74, había acentuado su esperanza de salir con vida de la cárcel y trabajar a favor de la descoloniz­ación de Puerto Rico. “Tengo la esperanza de que podré salir de la cárcel y que el tiempo que sea que me quede en este mundo dedicarlo a trabajar y luchar para ayudar a resolver el mayor problema que enfrentamo­s”, indicó en su declaració­n del pasado 6 de enero, día de los Tres Reyes Magos.

“La noticia está tan nueva que todavía tengo que convencerm­e que Oscar ganó. Oscar cumplió cárcel con la cabeza en alto”, dijo su abogada Susler, “y así va a vivir el resto de sus días”.

“Yo tratando de contener los gritos y llantos, pero Oscar, pacífico, pacífico” JAN SUSLER abogada de López Rivera “Estoy muy feliz. Había veces en que era difícil tener esperanza” LUIS GUTIÉRREZ congresist­a demócrata “La liberación de este gentil hombre es un paso importante de la justicia” NYDIA VELÁZQUEZ congresist­a demócrata

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El prisionero político Oscar López Rivera se encontraba en el cuarto donde dibuja en la prisión de Terre Haute, en Indiana, cuando fue notificado de que recibiría una llamada importante.
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EL ANUNCIO OFICIAL En un comunicado de prensa, junto a otras 208 personas a las que se les conmutaron sentencias y 64 que fueron indultados, el presidente Barack Obama informó de la conmutació­n de sentencia a Oscar López Rivera. La sentencia se...
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