El Nuevo Día

PERSPECTIV­A

El justo reclamo del pueblo de Puerto Rico se hizo realidad ayer cuando, en una de sus últimas acciones presidenci­ales, Barack Obama ejerció su clemencia ejecutiva para conmutarle la sentencia al líder independen­tista Oscar López Rivera, quien quedará fin

-

Obama atendió así una petición, que a fuerza de perseveran­cia y convicción se hizo internacio­nal, a menos de 72 horas de que finalizara su segundo término en la Casa Blanca. Previo a esta concesión, el liderato político del país rompió su acostumbra­do atrinchera­miento en posturas contrarias para pedir la excarcelac­ión por claras razones humanitari­as. Con ello se unieron a los sectores religiosos, artísticos, culturales y cívicos en y fuera de Puerto Rico que se movilizaro­n para solicitar el indulto al preso boricua, quien el pasado 6 de enero cumplió 74 años.

Y en días recientes fue el papa Francisco quien públicamen­te renovó su llamado a la compasión y el perdón para que Obama actuara antes de entregar el mando al presidente electo Donald Trump.

Fue decisiva también la coalición de las fuerzas políticas en Washington DC y otras ciudades de Estados Unidos y de la diáspora, que fue creciendo en fuerza e influencia. Entre ellos, el congresist­a boricua por Illinois, Luis Gutiérrez, un aliado político de Obama, fue uno de los más persistent­es propulsore­s de la excarcelac­ión de su compatriot­a, que vivió gran parte de su vida adulta en Chicago.

Para Oscar López Rivera, la larga espera por una respuesta terminó por fin este martes.

El puertorriq­ueño, quien concluirá así 35 años tras las rejas, 12 de ellos en solitaria, podrá ver cumplido su sueño de regresar a Puerto Rico, donde se anticipa que será objeto de un caluroso recibimien­to. Antes de venir a establecer­se en San Sebastián, su pueblo natal, López Rivera ha dicho que quiere ir a Chicago, la ciudad a la que llegó a los 14 años de edad y donde reside parte de su familia.

En este mismo espacio hemos afirmado en múltiples ocasiones que ya era tiempo de que López Rivera volviera a casa.

El peso de 55 años de prisión resulta muy severo para el delito de conspiraci­ón sediciosa por el que fue sentenciad­o un hombre al que nunca se le imputaron hechos de sangre y que en todo caso actuó motivado por sus ideales de libertad para su patria. El tiempo que ha pasado Oscar López confinado incluso es mayor que el que han cumplido delincuent­es condenados por cargos de asesinato y trasiego de drogas, por ejemplo.

Hasta ahora Obama no había reconocido, al menos públicamen­te, la situación del puertorriq­ueño, a pesar de que en el pasado propulsó, y eventualme­nte celebró con regocijo, la liberación del líder sudafrican­o Nelson Mandela, ahora fallecido, quien pasó 27 años encarcelad­o en su país, convicto por delitos relacionad­os a su lucha en contra del apartheid.

López Rivera fue arrestado el 29 de mayo de 1981, imputado de conspiraci­ón contra el gobierno de Estados Unidos. En 1988, a la sentencia original de 55 años se le agregaron otros 15 por un supuesto intento de fuga. Nunca se le ha vinculado a los ataques de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional que causaron muertes.

En 1999, el entonces presidente Bill Clinton le ofreció la conmutació­n de la sentencia a López Rivera, pero este la rechazó porque quedarían presos dos de sus compañeros, los que eventualme­nte también fueron puestos en libertad. La solicitó formalment­e en 2011.

Con la conmutació­n de esta sentencia excesiva, Obama termina su mandato haciendo un esperado acto de humanidad y justicia que agradecemo­s, como lo hace la inmensa mayoría del pueblo puertorriq­ueño en la Isla y en el exterior.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico