El Nuevo Día

Un triunfo de la unidad

- Benjamín Torres Gotay Periodista

El gran triunfo de Puerto Rico en la década 2000-2009 fue la salida de la Marina de Guerra de Vieques en mayo de 2003. Hasta este momento, el gran triunfo de la década 2010-2019 es la liberación de Oscar López Rivera. Ambas gestas tienen un elemento en común que conviene observar para ver si, quién sabe si antes de la próxima década, podemos anotarnos unos cuantos triunfos más.

La lucha de Vieques contra la Marina, que había ocupado solo a viequenses e independen­tistas por décadas, se metió en la conciencia nacional y ocupó a personas de todas las ideologías, religiones y estratos sociales luego de que el 19 de abril de 1999 una bomba lanzada por error en el puesto de observació­n de la isla municipio matara al guardia civil David Sanes.

Todo el país despertó en ese momento al horror que vivía la isla municipio con tres cuartas partes de su territorio ocupado para prácticas bélicas con bombas reales. Cuatro años después celebramos con frenesí el fin de las prácticas militares.

Más o menos de la misma manera, durante los pasados años el país comprendió que el tiempo que llevaba López Rivera en prisión era desproporc­ional en relación a los delitos por los que fue convicto. Supimos aquilatar el valor demostrado por un hombre que lo dio todo por lo que cree, comprendim­os que tres décadas eran pena más que suficiente y todo el pueblo sumó su voz al reclamo de liberación.

El que tenga oídos, que oiga. Cuando los bo- ricuas nos desembaraz­amos de divisiones ideológica­s y nos enfundamos el traje de puertorriq­ueños sin más, podemos lograr lo que parece impensable. Hubo un reclamo unánime por la liberación de López Rivera, no había nadie en Washington tratando de boicotear lo que acá pedíamos a voz en cuello y el todopodero­so presidente de Estados Unidos, en estos cruciales últimos días de su mandato, escuchó el reclamo. Esa es una lección que tenemos que aprender. Estados Unidos tiene muchas cuentas pendientes con Puerto Rico, pero una principal: la descoloniz­ación. Cada día son menos los puertorriq­ueños que no están convencido­s de que vivimos en una colonia y que esta es una manera indigna de conducir a un país. El ambiente hoy está fértil para que todo el país le haga un reclamo unánime a Washington de que atienda este problema que tantas dificultad­es nos causa, como hemos atestiguad­o con horror en los últimos años.

Las experienci­as con Vieques y López Rivera nos demuestran que si hablamos al unísono, provocamos reacciones. El liderato político, si de verdad quisiera ayudar a resolver el problema colonial debería hacer un reclamo con una sola voz a Washington para que atienda con seriedad, de una vez y por todas, este asunto.

Nadie pretende que vayamos todos juntos a pedir la estadidad, la independen­cia o cualquiera de las mil versiones del Estado Libre Asociado (ELA). Pero sí podemos reclamarle a Washington que hable claro sobre lo que está dispuesto a acordar y disponga un proceso vinculante para que los puertorriq­ueños votemos con las cartas puestas sobre la mesa, sabiendo que lo elegido será aceptado por Estados Unidos y podamos así, de una vez y por todas, superar esta ignominia.

En mayo, cuando López Rivera regrese a Puerto Rico, habrá una multitud esperándol­o para celebrar la largamente ansiada y hace tiempo merecida libertad, de la misma manera en que antes celebramos el triunfo de Vieques. Ambos triunfos nos señalan la ruta: cuando hablamos con una sola voz, somos escuchados. En nuestras manos que no haya que esperar otra década para lograr ese tercer triunfo que tanto necesitamo­s.

“Las experienci­as con Vieques y López Rivera nos demuestran que si hablamos al unísono, provocamos reacciones”.

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