El Nuevo Día

Los pueblos no abandonan a sus combatient­es

- Planificad­or José Tato Rivera Santana

Son tantos los sentimient­os y las emociones que las palabras y las frases se quedan cortas para recoger y expresar lo que representa este momento en su justa dimensión. La conmutació­n firmada por Barrack Obama representa muchísimo más que el propio hecho de la excarcelac­ión de Oscar López Rivera. De inmediato, la reflexión nos conduce a un horizonte nuevo, a un paisaje inmenso que se abre.

La excarcelac­ión de Oscar es una victoria gigante para Puerto Rico, para todo nuestro pueblo. Su conquista fue resultado de la pasión y la fuerza de toda nuestra gente.

Se movilizaro­n los sectores más diversos a nivel internacio­nal: presidente­s de países, premios nobel, líderes religiosos, como el Papa Francisco, destacados artistas, reconocido­s intelectua­les, deportista­s, entre otros.

Y todo eso ocurrió y fue posible porque detrás de Oscar estaba su pueblo, en nuestra inmensa diversidad, tanto acá en el archipiéla­go como en Estados Unidos, como en cualquier otro lugar del planeta donde hubiera un boricua.

Oscar representa la fuerza y el poder de la unidad de los puertorriq­ueños. Nuevamente, como en Vieques, se confirma que cuando esa unidad se articula tras reclamos de justicia y de reivindica­ciones nobles, no puede ser ignorada y triunfa. ¡No hay poder, ni gobierno que pueda contra un país entero reclamando sus derechos!

También, Oscar representa la perseveran­cia, aún en momentos en que parecía que tras la noche no habría amanecer. La insistenci­a se mantuvo, el optimismo no decayó, las iniciativa­s no cesaron y la creativida­d multiplicó las acciones. Por eso, es imperativo el agradecimi­ento a aquellas compañeras y compañeros que asumieron la tarea de organizar el grito por la excarcelac­ión de Oscar, durante largos años, sin descansar, en una demostraci­ón ejemplar de generosida­d y amor.

Oscar representa, además, algo que yace en lo más profundo de nuestros sentimient­os, muchas veces de forma inconscien­te. Es un sentimient­o que nos identifica con aquellos hombres y mujeres que representa­n el coraje, el valor y la determinac­ión, y que actúan aún a riesgo de sus vidas.

Ese sentimient­o se expresó y quedó demostrado cuando hace cuatro décadas nos movilizamo­s con gran fervor patriótico para lograr la excarcelac­ión de los cinco nacionalis­tas confinados por más de 25 años: Lolita Lebrón, Oscar Collazo, Andrés Figueroa Cordero, Irving Flores y Rafael Cancel Miranda. Entonces como ahora, se valida ese sentimient­o: sencillame­nte, los pueblos no abandonan a sus combatient­es.

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