La ineludible misión boricua
En medio de las recetas de medicina amarga dictaminadas por la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) el pasado miércoles y tras una contrapropuesta lanzada por la Administración de Ricardo Rosselló
Nevares al cierre de esta edición, se encuentra la gran interrogante de cómo Puerto Rico logrará el crecimiento económico que necesita.
Por un lado, la carta emitida por la JSF el miércoles establece los lineamientos que, a su juicio, el Gobierno de Puerto Rico debe seguir para lograr balancear su presupuesto en un periodo de dos años, incluyendo drásticos recortes en Salud, Educación, Retiro, una reforma gubernamental para atemperar el sector público a sus ingresos reales, y una reforma contributiva que inyecte fondos adicionales a un desangrado erario.
Por otra parte, la carta de Rosselló Nevares en reacción a la misiva de la JSF, establece que su administración buscará un acercamiento totalmente diferente al de la Junta, rechazando punto por punto muchos de los lineamientos centrados en las medidas de austeridad.
Sin duda, más allá de la comunicación entre ambas partes, tanto la Junta como Rosselló Nevares, buscan llevar un mensaje para las gradas, sujeto a múltiples niveles de interpretación.
Pero en el fondo, e independiente de las distintas visiones y posturas, Puerto Rico no se puede quedar sin hacer nada. Los números no mienten, más sí evidencian que el aparato público, tal y como está diseñado, ya no es viable.
Dicho esto, es evidente que los ajustes son necesarios. Cómo se hacen sin que hundan aún más nuestra maltrecha economía, es la gran interrogante que aquellos que lideran las finanzas públicas y las estrategias de desarrollo económico de Puerto Rico deben descifrar.
Nadie puede despintar que es ineludible cortar grasa. Pero hacerlo de manera drástica, sin ningún tipo de financiamiento, sin “rescate financiero”, con una abultada deuda, una economía en contracción, con recortes en salud y una población que sigue montada en la ola migratoria, representa un reto de proporciones épicas.
Para que Puerto Rico pueda encarrilarse y resolver su caos fiscal tiene que lograr, a toda costa, dos tareas: desarrollo económico e inyección de capital. Cómo llegamos a ambas es la gran misión en la que todos nos tenemos que embarcar.