Todos merecemos una segunda oportunidad
El éxito puede significar cosas muy diferentes para la gente, pero rara vez es el resultado de los logros de una persona. Como he escrito antes, cuando di mis primeros pasos como emprendedor, fui afortunado al encontrar y contratar a algunas personas muy inteligentes que sabían mucho más sobre cómo operar un negocio que yo. También disfruté del apoyo y aliento de una familia maravillosa que me permitió mantener la cabeza en las nubes y los pies en la tierra. (De hecho, en más de una ocasión, mamá y papá me sacaron de problemas, ¡e incluso de prisión!)
Nunca he dado por sentada mi red de apoyo, pero sé que hay muchas personas por ahí que deben vivir sin esa red. Algunas aun así tienen éxito, pero muchas otras pasan apuros y fracasan, a menudo debido a circunstancias más allá de su control. Por ejemplo, las prisiones en Estados Unidos, el Reino Unido y otras partes están llenas de personas de origen pobre y desfavorecido. Sus historias demuestran que la falta de oportunidades con frecuencia es la causa de este resultado.
Según datos del Fideicomiso para la Reforma de las Prisiones, en Inglaterra y Gales más de 46% de todos los prisioneros reinciden a menos de un año de su liberación, lo que cuesta a los contribuyentes británicos entre 9,500 y 13,000 millones de libras esterlinas. Entre quienes cumplen sentencias de menos de un año, esa cifra de reincidencia se dispara a 60 por ciento. Estas son estadísticas impactantes e inaceptables, pero conocemos al menos una solución: empleos.
Desde hace tiempo he sentido que a la gente no debería juzgársele por el peor momento de su vida, o por las malas decisiones que tomaron cuando las opciones eran horribles para empezar. Así que he alentado a que nuestras empresas en Virgin encuentren maneras de dar a las personas una mejor oportunidad en la vida capacitando y empleando a trabajadores con una condena criminal.
Virgin Trains ha sido pionero en la contratación de exconvictos, y ahora 25 personas trabajan en diferentes partes de la compañía. Se les ha dado una segunda oportunidad en la vida, y tienen una mucha mayor probabilidad de nunca cometer un delito de nuevo. La experiencia de Virgin Trains ha sido una poderosa fuerza movilizadora en todo el Virgin Group, y varias de nuestras empresas están analizando ampliar las oportunidades de empleo a exconvictos o trabajar con comunidades en riesgo.
El verano pasado, tuve el placer de reunirme con dos maravillosos miembros de la familia Virgin en el Reino Unido que han pasado apuros con la ley en el pasado pero están decididos a dar un giro a su vida.
es un buen ejemplo de la diferencia que un empleo puede marcar en la vida de un exconvicto. Cuando tenía 18 años de edad, dijo Tammy, se juntaba con el “grupo equivocado”. Pasó los siguientes dos años entrando y saliendo de la detención por varios delitos.
Al dejar la cárcel, Tammy buscó ayuda de New Leaf, que enlaza a exconvictos con mentores. El Fideicomiso del Príncipe le ayudó a empezar a trabajar con Virgin Trains, y rápidamente le ofrecieron un puesto de aprendiz en el equipo de revisión de pasajes. Tammy ha estado en Virgin Trains durante dos años, y su gerente es su mayor promotor, elogiando cómo ha crecido en su puesto.
La encantadora joven que conocí estaba llena de esperanza sobre la nueva estabilidad en su vida y agradecida de haber tenido una segunda oportunidad. Mejor aún, Tammy está capacitándose para ser mentora de otros que están tratando de escapar del mismo círculo vicioso en el cual ella había caído.
La historia de Jacob Hill es un poco diferente. Jacob fue alguna vez un joven emprendedor prometedor que llegó a las finales de nuestra competencia Pitch to Rich y actuó como embajador de Virgin Media Business Pioneers. Su compañía, Lazy Camper, vendía equipos para acampar a asistentes de festivales; una idea ingeniosa que atrajo mucha atención. Pero Jacob se encontró con una carga de deuda que no pudo pagar. En este tipo de situaciones existenciales, la gente a menudo toma malas decisiones. Yo también lo he hecho, y la decisión de Jacob de complementar su ingreso vendiendo éxtasis y cannabis lo condujo a prisión.
Hoy, él les dirá que ir a prisión fue lo mejor que pudo haberle sucedido. Durante ese tiempo, reevaluó por completo su vida y se enfocó en las cosas que eran verdaderamente importantes. Ahora libre, está lleno de energía y decidido a corregir sus errores. Cuando nos reunimos, me contó de sus planes para establecer un negocio que ayude a las empresas a contratar a exconvictos.
Tammy y Jacob son solo dos ejemplos de muchos. Si hablamos en serio sobre reducir las tasas de reincidencia, debemos permitir a la gente dejar atrás sus acciones pasadas y ofrecerle las segundas oportunidades que todos merecen.
No hace mucho tiempo, escuché una presentación de Lady Edwina Grosvenor, la filántropa británica que ha dedicado su vida a reformar las prisiones y a la reintegración de las personas con una condena criminal a sus familias, a sus comunidades y a los lugares de trabajo. Citando a uno de sus mentores, Edwina resumió el desafío que enfrenta el sistema carcelario al preguntar: ¿Queremos almacenes para los incorregibles, o invernaderos para los reformados?
Por el momento, estamos viendo lo primero. Pero lo segundo es posible; y está al alcance.