El Nuevo Día

Estadidad, lo engañoso

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La aprobación en el Senado del Proyecto número 51 representa un acto fútil, una pérdida de tiempo y sobre todo de dinero que no tenemos. Lo peor de todo es que se convertirá en un evento de burla hacia los puertorriq­ueños.

Primero que todo, debemos recordar que en cinco intentos para demostrarl­e al Congreso estadounid­ense que el pueblo de Puerto Rico prefiere la Estadidad, han fallado. En el Plebiscito de 1967 la Estadidad obtuvo solo el 39.0% de los votos; en el del 1993, alcanzó el 46.3% de los votos, mientras que el de 1998, durante la primera administra­ción Rosselló, la opción “Ninguna de la Anteriores” obtuvo el 50.3% de los votos, mientras la estadidad solo 46.5%. Luego en el intento del 2012, de los 1,581,184 electores que emitieron su voto, solo 660,510, o sea el 41.8% votaron por la estadidad.

Al darse cuenta que no pudieron engañar a muchos con la interpreta­ción de los resultados del 2012, intentaron hacer de las elecciones de 2016 una plebiscita­ria. El resultado también fue claro, el gobernador solo obtuvo el 41.8% de los votos. Ninguno de los otros candidatos que entre ellos obtuvieron el 58% de los votos, abogó por la estadidad.

Ahora el Senado aprueba este proyecto con la intención de cerrar todas las posibles puertas que podría utilizar sobre 50% del electorado puertorriq­ueño. No solo los legislador­es penepés definieron las alternativ­as para incluir la pérdida de la ciudadanía de Estados Unidos entre otros, sino que las papeletas dejadas en blanco no “formarán parte del cómputo final”.

Aún logrando el objetivo de que la estadidad prevalezca en esta consulta, no habrá que ser un genio para darse cuenta que habrá sido un proceso engañoso y por lo tanto sin validez. Elí J. Tilén

Mayagüez

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