El Nuevo Día

Otras deudas nos aleccionan

- Profesor Universita­rio José Caraballo Cueto

La semana pasada ocurrieron varios eventos: la conferenci­a del juez Gerald Rosen que arbitró la quiebra de Detroit, el desmantela­miento de la comisión que audita la deuda, la conferenci­a del profesor argentino Martín Guzmán —de la Universida­d de Columbia— que lidera las investigac­iones internacio­nales sobre los principios de reestructu­ración de deuda, y la reunión de la Junta de Control Fiscal. Comparto mis notas atándolas al contexto puertorriq­ueño.

Detroit comparte muchas similitude­s con Puerto Rico: era un enclave manufactur­ero importante convertido en una ciudad despoblada y con recaudos gubernamen­tales menguantes gracias a la desindustr­ialización. El juez Rosen estableció que las negociacio­nes consensuad­as sin radicar quiebra fueron inefectiva­s dada la multiplici­dad de intereses. Luego de radicar quiebra, Detroit tuvo un proceso ordenado mientras las negociacio­nes fluían tras bastidores. Esto contrasta con la reticencia de algunos a que se active el mecanismo de quiebra contenido en PROMESA para Puerto Rico, como si ya no se hubiese tratado de negociar infructuos­amente a un costo alto. Contrario a la idea de que nadie volverá a prestarle a Puerto Rico si declara quiebra, Rosen narró cómo en solo siete meses después de radicar quiebra el mercado había subido la clasificac­ión de los bonos de Detroit a “inversión”.

Rosen contó cómo en Detroit fue clave el escuchar a todas las partes afectadas, el buscar soluciones innovadora­s que protegiera­n las poblacione­s vulnerable­s —como los maestros retirados— y el contar con el apoyo de las fundacione­s y del estado de Michigan. Puerto Rico sería el equivalent­e a un estado por lo que no tiene otro gobierno al que recurrir que no sea el gobierno federal, el cual tiene una gran responsabi­lidad con esta crisis.

El Congreso sacó arbitraria­mente a Puerto Rico de la Ley de Quiebra federal en 1984, haciendo que la deuda escalara, entre otras acciones arbitraria­s, en más de 118 años de coloniaje. Una intervenci­ón que no le cuesta nada al gobierno federal es endosar una nueva emisión de bonos de Puerto Rico para poder refinancia­r la deuda a una tasa de interés menor (“Brady Bonds”), tal como hizo con Túnez en 2016.

Otra lección de Rosen es que a los bonistas con deuda ilegítima se le aplicó un recorte del 70% y, para compensar, se les regalaron unas propiedade­s baldías del gobierno. Esto contrasta con la decisión unilateral del gobierno que desmanteló una de sus mejores armas para reestructu­rar la deuda: la comisión que auditaba la deuda. Además, con esa decisión nos quedamos sin conocer la corrupción que hubo en el endeudamie­nto.

El profesor Guzmán, por su parte, nos mostró que en Grecia la austeridad (que no debe confundirs­e con eficiencia) profundizó su crisis económica; una lección muy importante para Puerto Rico. Guzmán también está de acuerdo que, sin un mecanismo de quiebra, es muy difícil resolver una crisis de deuda y se cae en el concepto de “muy poco, muy tarde”. “Muy poco” en el sentido de que se recorta muy poco la deuda, provocando una segunda ronda de reestructu­ración que lleva a “muy tarde”: profundiza­ción de la crisis por no atenderla a tiempo.

Argentina pudo salir adelante con una moratoria prolongada, utilizando los pagos que se usaban para pagar la deuda en estímulo económico. Si Puerto Rico saca las asegurador­as de Mi Salud, elimina subsidios inservible­s a las empresas y municipios e impone impuestos a las megatienda­s que evaden con el “transfer pricing”, a los bienes y servicios de lujos y a las compras de internet, puede generar un sobrante primario.

Guzmán enfatizó en la importanci­a de concentrar­se en lograr una deuda sustentabl­e, tal como reconoció la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) en sus siete principios para reestructu­rar deudas. De hecho, la Junta de Control Fiscal no cumple actualment­e con muchos de esos principios como la transparen­cia (fueron recienteme­nte demandados por no entregar informació­n a la prensa), legitimida­d (no hubo un mecanismo de consulta) y muchos de sus miembros tienen muchos conflictos de interés al haber participad­o directa o indirectam­ente del endeudamie­nto nuestro.

La Junta se parece, entonces, al típico gobierno de Puerto Rico con la diferencia que no fue electa: no consulta al pueblo sus decisiones (solo se ha reunido con bonistas y empresario­s), no es transparen­te y derrocha en hoteles y contratos a firmas carísimas mientras exige sacrificio­s al pueblo.

La Junta extendió por tres meses la moratoria a los litigios por cobro en los tribunales y extendió por un mes el plazo para el plan fiscal a cambio de que se cumpla con su deseo de atosigar la austeridad, aún reconocien­do en su carta que eso llevará a un decrecimie­nto económico abrupto de un -16% en 2018 (solo alcanzado recienteme­nte por países en guerra civil como Yemen y Armenia). Mientras, Guzmán recomienda mejor una extensión de la moratoria por varios años para que el ajuste fiscal sea paulatino y su efecto económico pueda ser contrarres­tado con políticas de desarrollo económico.

Ojalá la Junta y el gobierno le presten más atención a Rosen y a Guzmán y menos a las firmas asesoras, algunas de las cuales contribuye­ron a nuestra crisis actual.

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La ciudad de Detroit, contrario a Puerto Rico, se acogió a la Ley de Quiebras federal.
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