El Nuevo Día

La diversidad nos hace más fuertes

- Presidente de la Cámara de Representa­ntes y Líder Republican­o Carlos “Johnny” Méndez

Los Estados Unidos es una nación de inmigrante­s, fundada por personas escapando de gobiernos Europeos que los marginaban y perseguían por sus creencias religiosas. ¿Suena familiar esta historia? Lamentable­mente, esto mismo está sucediendo ahora pero a la inversa y no nos podemos quedar callados ante esta acción discrimina­toria e injusta.

El principio de la tolerancia a las ideas y las creencias es la piedra angular de nuestra sociedad. Personas de todas las creencias han sido y tienen que continuar siendo recibidas en América con los brazos abiertos, porque eso es lo que somos. Ese inquebrant­able compromiso con la diversidad y el respeto a los demás ha sido la zapata que ha catapultad­o a los Estados Unidos a convertirs­e en una hegemonía mundial.

Las recién firmadas órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump, las cuales restringen la entrada de ciudadanos de varios países en el Medio Oriente y África, han echado al suelo 221 años de insuperabl­e prosperida­d debido, primordial­mente, a la diversific­ación. De acuerdo a las órdenes, todas estas medidas son para “mantener fuera de Estados Unidos a los terrorista­s islámicos radicales”. Esta acción es inaceptabl­e y debe ser repudiada por todos los ciudadanos americanos, sin importar dónde residamos.

No existe ninguna razón para excluir personas de visitar la Nación. Ninguna. Utilizar el terrorismo como excusa para restringir el derecho de viajar a los Estados Unidos no es otra cosa que una dramática muestra de miedo e intoleranc­ia. Aun en aquellos oscuros días después de los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001, la Nación nunca cerró sus fronteras a nadie. No se puede gobernar por miedo.

No nos podemos quedar en silencio porque este podría ser el primer paso de una larga cadena de eventos y acciones que llevaría a los Estados Unidos hacia aquella intoleranc­ia Europea de la cual escapó en el 1776 y que aún ata a sus países miembros de tal forma que nunca han logrado cumplir con el desarrollo socioeconó­mico que sus riquezas naturales y recursos humanos prometen.

Esta acción de Trump establece un precedente nefasto en la historia norteameri­cana y envía un mensaje equivocado a sus ciudadanos. Hoy es Asia Menor por la religión que predomina en el área, mañana el actual presidente podría tornarse en contra de sus propios ciudadanos si tomaran posturas opuestas a la de la Casa Blanca.

Puerto Rico es una Isla bendecida. Nuestra gente siempre le ha abierto los brazos a todas las personas que nos han visitado y han decidido establecer sus vidas aquí. Como parte de los Estados Unidos, no podemos avalar este rumbo. Un derecho fundamenta­l que tenemos bajo la Constituci­ón, como ciudadanos americanos, es la libertad de expresión. Ese derecho tiene que ser defendido y protegido por todos, incluso por el propio gobierno.

La diversidad nos hace más fuerte, fomenta el crecimient­o del ser humano y establece las bases para el pleno desarrollo de la sociedad. En Europa del siglo 15, la falta de tolerancia forzó la salida de miles de personas que, con la oportunida­d de diferir, con respeto, y armados de un pensamient­o libre, crearon una nación que, en apenas dos siglos de existencia, se convirtió en una potencia mundial sin paralelos históricos comparable­s.

En Puerto Rico vamos a estar muy pendientes a los acontecimi­entos en Washington, DC. Seremos proactivos defendiend­o nuestros derechos como ciudadanos Americanos y no claudicare­mos al más importante de esos derechos: la igualdad. Ese es nuestro norte y hacia ahí nos dirigimos.

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