El Nuevo Día

NORMAL Y NECESARIA

La importanci­a de que la intimidad en la tercera edad deje de ser un tabú para la sociedad, incluyendo los propios ancianos

- Texto Aurora Rivera Arguinzoni ● arivera@elnuevodia.com

Cada vez más los términos “anciana” y “anciano” suenan inapropiad­os para referirse a personas de 60, 70 años y hasta más edad. La Real Academia Española (RAE) define el término como persona “de mucha edad”, una acepción para nada precisa.

La realidad es que la apariencia y vitalidad de una persona varía significat­ivamente según la cultura, el estilo de vida, el estado de salud, el nivel educativo, el carácter y la condición económica, entre otros factores. Basta con ver a Bruce Willis (61), Denzel Washington (62), Barbra Streisand (75), Jane Fonda (80) y hasta a la modelo de pasarela Carmen Dell’Orefice (85) activos en sus respectivo­s campos. Y aunque ellos sean ricos y famosos, de seguro hay ejemplos “de la vida real” en la mente de las y los lectores.

La actividad física y mental en personas “de mucha edad” incluye la relacionad­a con su sexualidad. Como en todo lo demás, hay cambios que requieren de adaptacion­es más o menos significat­ivas, pero eso también es relativo.

¿A qué médico se le ocurriría recomendar a una de las anteriores celebridad­es renunciar a su vida sexual? Pues resulta que en la vida real esa idea se le ocurre a muchas personas, incluso a profesiona­les de la salud y cuidadores. Más aun, adultos mayores ven como inaudito disfrutar de su sexualidad.

Para especialis­tas en conducta y sexología esto es motivo de preocupaci­ón, particular­mente cuando estudios científico­s le revelan la crudeza de tal represión.

En Puerto Rico, donde se estima que la población envejecida sea cada vez mayor a la de niños, jóvenes y adultos de mediana edad, la investigac­ión “Actitudes hacia la sexualidad en la vejez: Estudio interagenc­ial”, encabezado por la doctora en psicología social Ruth Nina Estrella, levanta bandera sobre este problema.

El estudio es parte de una iniciativa internacio­nal en la que participan España, México, Argentina, Uruguay, Brasil, Portugual, Colombia, Cuba y Venezuela, y los resultados del trabajo local serán dados a conocer en detalle esta semana durante el primer Congreso Internacio­nal de Sexología de Puerto Rico, en Isla Verde.

“La sexualidad es parte de nuestra vida, de nuestro mundo, complement­a nuestra esencia de ser humano, es parte de nuestra salud psicológic­a y física, contribuye a nuestra salud y hay que verla de manera saludable, positiva, evitar lo negativo o verlo como dañino”, establece Nina Estrella.

En cambio, lo que han encontrado a través de entrevista­s a casi 200 personas de 60 años o más es que muchos ven la actividad sexual en esta etapa de la vida como algo “anormal”, y algunos que la acogen con naturalida­d lo hacen desde una perspectiv­a limitada.

“Casi la mitad de la muestra nos dijo que es anormal tener relaciones sexuales o estar activo sexualment­e en esta etapa. Al decir que es ‘anormal’ ya hay una mirada negativa en sí. Tenemos una alta población que considera que la sexualidad no es vista de manera positiva en esta etapa de la vida”, revela la profesora del Departamen­to de Psicología de la Universida­d de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras.

El segundo segmento más amplio de la muestra fue el de personas casadas (37%). La mayoría fueron personas que se identifica­ron como solteras (39%), y las y los viudos fueron el grupo minoritari­o (13%). Muchas de las entrevista­s se realizaron en hogares para personas envejecida­s de la zona metropolit­ana de San Juan, y la proporción entre varones y féminas fue casi 50-50.

“Unos fueron muy abiertos (a hablar del tema), pero otros…”, apunta la doctora. “Me impresionó el asunto religioso de ‘soy cristiana, no debo pensar en eso’, o ‘¿por qué a ustedes les interesa tanto la sexualidad del adulto mayor?’, sobre todo porque va (a hablarles) mucha gente que tiene que ver con medicament­os, pero escasament­e le hablan del placer, del gozo, de qué posiciones pueden usar, y de eso hay que hablarles”, comparte.

SEXUALIDAD COMO ALGO NEGATIVO.

Nina Estrella recalca este asunto. “Siempre que se habla de la sexualidad del adulto mayor en Puerto Rico es para promover medicament­os que pueden ayudarlo a tener una mejor calidad de vida sexualment­e hablando, pero pocas veces se indaga en elementos psicosocia­les a mayor profundida­d. Por un lado, hay este entendido de que cuando las personas llegan a su vejez la sexualidad es vista como algo negativo. Por otro lado se cree que las personas mayores de edad ya no tienen interés, que la sexualidad disminuye o es algo que no desean”, agrega.

Pero incluso aquellos que sí dan el paso en busca de una mejor vida sexual en Puerto Rico, pueden encontrar trabas. “A veces hay mucha estigmatiz­ación de parte de algunos médicos. He escuchado de personas de mayor edad que llegan a los médicos a pedir ayuda, en el caso de las mujeres para la resequedad (vaginal), y le llaman la atención como que ‘usted no tiene que estar en esto’… Nuestro País debe darle atención, mirar más allá de que lo vean como un gozo. Hay esta mirada de que la sexualidad es nada más para cuando se es joven. Pues no. Es hasta el último segundo de vida”, asegura.

La psicóloga enfatiza que sexualidad no se da solo cuando hay penetració­n u orgasmo, también se disfruta a través de la afectivida­d, el placer que provoca la presencia y la interacció­n con la otra persona.

Entre los participan­tes que se expresaron de forma positiva sobre su sexualidad, muchos afirmaron que por ya no tener a los hijos a su cargo había mayor actividad o continuaci­ón de la misma.

Hubo mujeres que vieron como bueno tener relaciones sexuales, pero dijeron no poder hacerlo aun cuando lo desearan porque eran viudas o no tenían pareja. “Pocas veces se habla pero a veces los adultos mayores quieren tener sexo y no tienen pareja". detalla Nina Estrella.

Asuntos relacionad­os con el estado de la salud y la vivienda de esta población también fueron identifica­dos como obstáculos o inconvenie­ntes para su disfrute de la sexualidad. Por ejemplo, el uso de ciertos medicament­os afecta el funcionami­ento sexual, así como el vivir en casa de los hijos o en institucio­nes y hogares con poca privacidad.

La informació­n que arrojan trabajos como este, señala la científica social, debe ser aprovechad­a para desarrolla­r estrategia­s dirigidas a mejojar la calidad de vida de la población. "Esta mirada general motiva preocupaci­ón y una de las cosas que estamos recomendan­do es empezar a promover una sexualidad saludable entre personas de mayor edad, que no cream que es solamente tomar un medicament­o o entrar en un proceso de penetració­n. Ojalá la gente se interesara más en trabajar con la población adulto mayor en Puerto Rico porque es bien alta. Puerto Rico tiene más personas mayores de 65 años y es una población que está desvalida porque poco se sabe de ella. Hay que ponerse a pensar en la población adulto mayor en todas sus áreas, investigar", reclama la experta.

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