LA CIENCIA DEL AMOR
Querer y ser querido es cuestión de homeostasis
“Es hielo abrasador, es fuego helado,/ es herida que duele y no se siente,/ es un soñado bien, un mal presente,/ es un breve descanso muy cansado”.
Con estos versos, definía el amor Francisco de Quevedo (1580-1645). Son muchos los poetas, escritores, cantantes y cineastas que han hablado del amor. Tradicionalmente se ha considerado que es un sentimiento, una emoción. Sin embargo, recientes investigaciones podrían contradecir esta creencia generalizada.
Así, en un artículo publicado en la revista “Psychology” el pasado mes de diciembre, Enrique Burunat, profesor de psicobiología de la Universidad de La Laguna de Tenerife (España) expone varios argumentos para definir al amor como una motivación fisiológica, similar en cierto modo al hambre o la sed.
“En realidad, la motivación fisiológica no es la sed o el hambre, que son las consecuencias de la falta de agua y nutrientes. La motivación es la búsqueda de la homeostasis, el equilibrio del medio interno. Así, hambre y sed son los síntomas de la abstinencia de comida o agua. El amor es la búsqueda del equilibrio basada en la función de ciertos circuitos cerebrales. El amor, y la capacidad de amar, se construyen durante el desarrollo cerebral humano, y por eso es esencial experimentar el amor durante la infancia y la niñez”, asegura Burunat.
El especialista señala que, si bien es posible sobrevivir mucho tiempo alimentándose mal, esto origina carencias que pueden provocar enfermedades o incluso causar la muerte. “Exactamente igual es posible so- brevivir a la infancia y a la niñez sin amor, aunque con el tiempo pueden aparecer múltiples patologías físicas y mentales”, apunta.
¿CÓMO SE SACIA EL AMOR?.
Si el hambre se sacia comiendo, la sed bebiendo y el sueño durmiendo, ¿cómo se “sacia” el amor? Ante esta pregunta, Burunat explica que, mientras el hambre, la sed y la sexualidad “requieren de motivos externos (comida para el hambre, agua para la sed, otro cuerpo para el sexo), los motivos del sueño y del amor son internos”.
“El sueño se relaciona, entre otros procesos, con la grabación de las experiencias vividas en la vigilia, mientras que el amor se relaciona directamente con la actividad de circuitos de placer en el cerebro o, en otras palabras, con el equilibrio mental, la satisfacción, el bienestar y la felicidad”, indica. “De hecho, el amor es una adicción inextinguible a otra persona suministradora de felicidad, independientemente de la actividad sexual que pudiera compartirse. El amor puede aparecer, o no, en cualquier momento de la vida adulta, para instalarse de manera permanente, como el resto de motivaciones”, manifiesta el profesor.
En este sentido, aclara que una de las principales diferencias entre emociones y motivaciones es que las motivaciones fisiológicas, una vez que aparecen, son permanentes, mientras que las emociones son efímeras. Por otro lado, Burunat destaca que la falta de amor en las primeras etapas de la vida puede comprometer el desarrollo de la persona y afectar drásticamente a su capacidad de ser feliz.
El profesor detalla que, hace aproximadamente un millón de años, “incluso antes de la aparición de nuestra propia especie, la evolución biológica comenzó a seleccionar positivamente el amor maternal como el factor esencial para la supervivencia de las crías, progresivamente inmaduras al nacer y de desarrollo cada vez más lento”.
Así, estima que la alta tasa de mortalidad de bebés por falta de cuidados maternales expondría a las poblaciones de homínidos al riesgo de desaparecer “y eso llevó hacia un cuello de botella evolutivo, con una presión enorme a favor de la selección positiva de los genes implicados en la construcción cerebral del amor”. Por lo tanto, Burunat afirma que el amor “es esencial para la humanidad”. El académico subraya también que el amor maternal, el amor a la abuela, el amor romántico, etc., “son básicamente el mismo tipo de amor con sólo mínimas diferencias cerebrales”.
SEXO Y AMOR.
“La sexualidad es una motivación que puede satisfacerse con cualquier persona, o mediante la masturbación. Por ambos procedimientos puede alcanzarse el orgasmo. En cambio, el amor es una motivación dirigida exclusivamente a una persona concreta, que lo desencadena por las características específicas que posee”, señala. En este sentido, el profesor de psicobiología aclara que una persona puede ser adicta al sexo y satisfacer su adicción con muchas personas. Sin embargo, “el amor es la adicción inextinguible a una única persona”, afirma. “La exaltación de la sexualidad, con los grupos de poder limitándola o estimulándola, controlándola o persiguiéndola, ha generado que las intensas emociones asociadas al sexo se hayan interpretado como amor, con lo que la consideración del amor como una emoción se ha asentado firmemente en las sociedades”, puntualiza.
Asimismo, Burunat manifiesta que “probablemente, por culpa de la interpretación actual del amor como una emoción asociada al interés sexual, millones de personas jamás conocerán el amor, sino su sucedáneo cultural. La espantosa expresión ‘hacer el amor’ es una de las principales responsables porque cristaliza el error de sobrevalorar el sexo y minusvalorar el amor”.