El Nuevo Día

ALÍADO DEL AMBIENTE EL USO DE CARBÓN EN HAITÍ

Estudio asegura que la producción de carbón de leña no es la causante de la deforestac­ión del país caribeño

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MANICHE, Haití.— Un fuerte olor recorre el interior de la península al sur de Haití, donde los aldeanos cocinan con carbón casi todas sus comidas.

Por décadas, las autoridade­s y otros sectores han denunciado a los productore­s de carbón en las zonas rurales porque arrasan con los bosques, acaban con la tierra y ayudan a que Haití sea el país más pobre de las Américas. El estigma es tan grande que poca gente admite dedicarse a ese negocio.

Pero las cosas están empezando a cambiar de la mano de estudios que indican que buena parte de la culpa por la deforestac­ión de Haití está en otro lado y que el uso regulado de carbón de leña puede dar sustento a mucha gente sin acabar con los manglares y otras especies.

“El carbón no tiene por qué ser el enemigo. Sabemos cómo ganarnos la vida sin dañar la tierra”, afirmó Víctor Moise, líder de un colectivo rural en Maniche, al sudoeste, donde el huracán Matthew partió árboles maduros y arruinó cosechas, pero no dañó los árboles jóvenes, de rápido crecimient­o, usados para el carbón.

Los miembros del colectivo de Moise cultivan acacias y permiten que las raíces vuelvan a crecer en plantacion­es donde esos árboles se alternan con habichuela­s y batatas. Eso ayuda a evitar que la capa superior de la tierra se la lleve la lluvia hacia el mar por las laderas, como ocurre cuando se cultiva solo plantas erosivas como el maíz.

Nuevos estudios indican que la cobertura de los árboles ha aumentado en lotes como esos y que el carbón “no es la plaga ambiental que se dice”, expresó Chris Ward, presidente de una iniciativa de reforestac­ión llamada “Haití echa raíz”, que es auspiciada por la J/P Haitian Relief Organizati­on del actor estadounid­ense Sean Penn.

“Creemos que el carbón puede ser parte de la solución al problema de la deforestac­ión en Haití”, manifestó Ward, cuya agrupación sin fines de lucro está financiand­o en parte un informe auspiciado por el Banco Mundial que analiza la cantidad de carbón traído a la capital Puerto Príncipe y determinar cuál es su origen.

Algunos influyente­s funcionari­os haitianos, como el ministro del medio ambiente Simon Desras, promueven la creación de una industria del carbón regulada, con una red de “bosques energético­s” que producen madera para carbón y leños, con fuerte vigilancia para proteger las zonas donde no se pueden talar árboles.

“El carbón puede ser sustentabl­e si proviene de árboles que crecen rápido y contamos con muchos bosques energético­s”, declaró Desras a la Associated Press. “Debemos cambiar la actitud de la gente para que respeta las zonas protegidas”.

La vieja tesis de que la producción de carbón es responsabl­e de la devastació­n de los bosques y debe ser eliminada para permitir una reforestac­ión está “equivocada”, según un reciente informe del Banco Mundial.

Una cosa es cierta: Haití ha sufrido deforestac­iones a lo largo de casi toda su historia. Los colonizado­res franceses destruyero­n decenas de miles de hectáreas de bosques vírgenes para plantar caña de azúcar, al punto de que en algún momento Haití fue el primer productor mundial de azúcar. Se usó madera para alimentar moledoras y bosques enteros fueron talados para construir muebles de madera de caoba o producir tintes rojos a partir de un arbusto espinoso.

La producción de carbón en terrenos específico­s puede reducir la presión sobre los bosques que quedan y generar ingresos, según la oficina en Haití del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. El programa promueve un sistema sustentabl­e en el sur de Haití a partir de árboles de crecimient­o rápido y de hornos de carbonizac­ión más eficientes, entre otras cosas.

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