DESPROPÓSITOS
Cuando García Márquez creó Macondo parece haberse equivocado de lugar. Las noticias que saltan en la prensa criolla parecen un listado de ficción. El gobierno, en lugar de hacer un trabajo que amerite el estruendoso “honorable”, nos muestra las paupérrimas y cuestionables decisiones de quienes lo dirigen. Si su labor es servir al País, ¿por qué nos encontramos constantemente con una vorágine de despropósitos?
Primero, se trastocan los derechos laborales de los trabajadores de esta colonia en bancarrota, cuya población se empobrece más sin otro remedio que huir porque la administración colonial dice que no hay dinero. Sin embargo, aquellos a quienes el pueblo desaprobó en sus ejecutorias, ya sea en primarias o elecciones, pululan victoriosos por los pasillos de mármol de un palacio que ha perdido toda su credibilidad. ¿Para qué las elecciones? ¿Para qué unas primarias?
Aquellos a quienes el pueblo ha desautorizado en el servicio público, los partidos políticos insisten en imponerlos porque sí. Jugosos contratos cuando familias enteras se desmiembran entre la colonia y la metrópolis es todo un despropósito al servicio público y a la voluntad del pueblo. Después se preguntan por qué el país deja de creer en los partidos.
Quitar derechos para que más abracen la pobreza, mientras otros se enriquecen a costa de un ideal y la ilusión de quienes les votan no es servir, es servirse. Que la potencia colonial se sirva de nosotros, arrancando millones de la economía, mientras viene a cortar a mansalva, pues, así es una relación colonial. Pero que miles de compatriotas tengan que emigrar por no encontrar una plaza de trabajo digna gracias a los despropósitos coloniales, es inaceptable. No todos tenemos la suerte, o privilegio, de que se nos creen puestos de trabajo o tener una genealogía de estirpe envidiable.
Voilà.