La transparencia debe reinar en Mi Salud
Avalamos la intención de la Administración de Seguros de Salud (ASES) de formar un grupo de trabajo que identifique estrategias que muevan a la agencia hacia la eficiencia, recalcando que la transparencia total debe regir en ese esfuerzo del mayor interés
Por eso es crucial que ASES divulgue con prontitud los nombres, y la experiencia y preparación del equipo de trabajo, así como la especificidad de sus tareas. La transparencia, que debe iluminar la ruta de la recomposición de todo programa gubernamental, es de particular trascendencia en la identificación de ahorros en el Plan de Salud del Gobierno (PSG), el sistema de salud de la población médico-indigente que sufre de un grave déficit operacional y sobre el cual pesa la amenaza de la pérdida de los fondos del Obamacare.
Está visto que la extensión de los contratos a las actuales aseguradoras de Mi Salud es una medida pragmática de ASES, que provee estabilidad mientras se gestiona la continuidad de las asignaciones federales y se hacen los ajustes necesarios a las apretadas finanzas del plan.
Atacado por la crisis fiscal y una histórica pobreza gerencial, Mi Salud se enfrenta a modificaciones administrativas y programáticas.
Los cambios deben proteger a los más desvalidos, procurando que se logren los ahorros que la realidad financiera del sistema requiere. Estabilizada la salud fiscal, el gobierno tiene el deber de moverse hacia la igualdad salubrista a la que tienen derecho todos los pacientes sin recursos.
A pesar de su optimismo en el éxito de sus estrategias y planes de fiscalización, a la directora interina, Angela Ávila Marrero, le aguarda la copiosa tarea de una transformación profunda que allegue ingresos mientras mantiene como prioridad los servicios salubristas a casi un millón y medio de personas.
ASES tendrá que movilizarse con ideas e iniciativas retadoras. La Junta de Supervisión Fiscal subrayó que, de los $3,000 millones que Puerto Rico tendría que recortar en gastos en los próximos dos años, $1,000 millones tendrían que salir de recortes en el programa de salud pública.
Durante la cuarta reunión que celebró la JSF, el pasado 28 de enero, se insistió en la necesidad de hacer reducciones en la prestación de los servicios de salud, y se instruyó al gobierno de Puerto Rico para que presentara un plan conservador que excluya la posibilidad de que se le otorguen a la Isla partidas adicionales, una vez agotados los fondos del Obamacare. Lo que queda de esos fondos –alrededor de $1,400 millones- podrían mantener con vida a Mi Salud hasta diciembre de este año. También sigue en el aire la posibilidad de que se le conceda a la Isla ese pareo tan necesario en los fondos del Medicare y Medicaid, u otra alternativa razonable.
Son fundamentales tareas tales como mantener un plan de revisión de la lista de asegurados, de modo que regularmente se pueda constatar su elegibilidad al plan, no solo para poder hacer ahorros, sino para alcanzar eficiencia en los servicios y credibilidad entre las entidades que asignan los fondos. Aun en medio de la grave crisis económica, el alto número de beneficiarios de Mi Salud y el uso a veces indiscriminado de algunos servicios, perjudican a los pacientes más necesitados de tratamientos extensos y especializados.
La justicia en el trato a los suplidores, en especial a los médicos, tiene que ser resguardada por ASES, asegurando el pago de las primas.
Sobre la marcha, y cuando se dé a conocer el Plan Fiscal definitivo, ASES debe estar en posición de elaborar medidas más específicas y explicar el papel que jugará respecto a los serios ajustes que tendrán que ponerse en marcha y con los que todos están llamados a colaborar.
En cualquier escenario, la transparencia debe reinar en beneficio de la calidad de los servicios a los pacientes y la salud financiera del programa.