La otra cara del legado castrista
Araíz del fallecimiento de Fidel Castro, líder de la revolución cubana, el pasado noviembre, se han publicado una variopinta cantidad de testimonios sobre su legado.
Si nos asomamos a la parte más visible de ese legado, a lo largo de los últimos 57 años, saltan a la vista los hechos más estremecedores y espeluznantes, a saber: hizo de Cuba una colonia de la Unión Soviética durante la “Guerra Fría”, patrocinó intervenciones armadas en Latinoamérica y África, causó más de 70,000 víctimas que incluyen: muertes por fusilamiento, intentos de salidas del país, represión política, en prisión, masacres, huelgas de hambre y guerras internacionalistas. Además, lanzó al exilio a cerca de un 20% de la población, reclamó para el Estado toda la propiedad, empobreció la vasta mayoría, prohibió la empresa privada y los sindicatos, intentó erradicar la religión, persiguió a los homosexuales, se apoderó de todos los medios de expresión pública, estableció un sistema educativo que proporcionó adoctrinamiento en el marxismo-leninismo e instauró una dictadura totalitaria de partido único.
Si bien es cierto que ese legado constituye la herencia más visible, no es menos cierto que hay otro legado, no tan palpable a simple vista, pero seguramente, más doloroso y difícil de reparar cuando al fin lleguen a Cuba la democracia y la libertad. Me refiero al daño antropológico y cultural que ha sufrido el pueblo cubano a lo largo de tres generaciones, que lo ha convertido en una sociedad de autómatas.
El Editorial del No. 74 de la desaparecida revista opositora “Vitral” de julio-agosto de 2006, aborda por primera vez el mencionado tema, que se describe como el deterioro de la subjetividad personal y se manifiesta en forma de atrofia o parálisis de varias de las capacidades de cada persona para ser ella misma.
Cada vez que una persona deja de pensar con cabeza propia, afirma el Editorial de “Vitral”, para repetir consignas, por miedo o por conveniencia, hay daño antropológico, porque destruye o limita la capacidad de la persona a usar sin temor su inteligencia.
Por otro lado, en el libro “El daño antropológico y los Derechos Humanos en Cuba” (2006), del escritor cubano Virgilio Toledo López, también se aborda el tema de los efectos del régimen castrista sobre la personalidad individual del cubano y sobre la cultura en general. Afirma que la revolución cubana ha destruido, sistemática y prolongadamente, un estilo de vida; ha distorsionado el bien con el mal, haciendo que el cubano sufra un proceso de despersonalización y masificación sin tener plena conciencia de ello.
Esta incapacidad para autogobernarse que ha ido adquiriendo el pueblo cubano, de tratar de borrar la memoria histórica y sus raíces, reafirma el autor, lo ha estado viviendo la nación de forma silenciosa y dramática por más de medio siglodebido, en parte, a la propaganda y al control del enorme aparato de represión y desinformación que dispone la dictadura.
¿Cuáles han sido los instrumentos específicos de este daño antropológico? Toledo López señala a las organizaciones de masas, que le permite a la dictadura el control y la dominación absoluta de los actos y comportamientos de la sociedad. Al negarse Fidel Castro a reimplantar la “Constitución del 40”, como lo había prometido, creó el espacio para comenzar a masificar a la población.
El falso igualitarismo, señala el autor, ha sido otro instrumento para nivelar a las personas reprimiendo cualquier diferencia o iniciativa opuesta a la voluntad totalitaria. Otro instrumento es el despojo jurídico de los derechos ciudadanos. La falta de seguridad legal y la parcialidad de la estructura del sistema judicial, absolutamente manipulada por el poder totalitario, provocan un grado de esclavitud y servidumbre personal.
Con el despojo de la individualidad se hace prevalecer el principio de la fuerza sobre la razón y el derecho.
Esta es la otra cara del legado castrista, amenazante y difícil, a la que se enfrenta hoy, una resurgente y esperanzadora oposición pacífica.