El Nuevo Día

Buscarán sacar a flote al Banco Gubernamen­tal de Fomento

Su nuevo presidente, Christian Sobrino, pintó un cuadro tétrico, pero asegura buscan alternativ­as

- Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com

El presidente del Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF), Christian Sobrino, reconoció que el Gobierno de Puerto Rico no podrá liquidar de un plumazo la entidad que sirvió de soporte financiero a la Isla porque ello podría tener serios efectos para el erario, pero también para quienes invirtiero­n en la institució­n y que en su mayoría son puertorriq­ueños.

“Hacer ese tipo de transacció­n de cantazo implicaría una pérdida en el valor no solamente para el Gobierno sino para todas las personas que han invertido en el banco a través de la compra de notas o las entidades públicas que tienen sus depósitos”, dijo Sobrino en un foro acerca de la deuda pública de Puerto Rico y que formó parte del Caucus con el Gobierno 2017, un evento que la Asociación de Industrial­es de Puerto Rico (AIPR) llevó a cabo ayer en el hotel Sheraton del Distrito de Convencion­es.

Según Sobrino, la condición en la que se encuentra el BGF es tan delicada que no pueden tomarse decisiones a la ligera, y que a esos efectos, está en colaboraci­ón directa con la Autoridad para la Asesoría Financiera y Agencia Fiscal (AAFAF) para que las medidas que adopte el BGF sean compatible­s con el plan fiscal que de- be presentar el Gobierno.

El año pasado, diversos sectores y líderes políticos instaron a liquidar el BGF ante su descapital­ización.

El BGF es una entidad cubierta por las disposicio­nes de la ley federal PROMESA, luego de que la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF) determinar­a tener inherencia directa en sus finanzas.

El próximo 21 de febrero, Sobrino tendrá que presentar un borrador de su plan para restaurar la institució­n financiera o adoptar cualquier otra alternativ­a como podría ser la liquidació­n del banco para distribuir los activos entre los acreedores.

“Esperamos poder tener ante la JSF una presentaci­ón concreta de lo que son las finanzas del banco y una estrategia para maximizar el valor que hay adentro”, dijo Sobrino.

Las expresione­s de Sobrino apuntan a que la administra­ción del gobernador Ricardo Rosselló Nevares ha reconocido que la institució­n que por décadas sirvió de cojín para el Gobierno podría jugar un rol en el contexto económico de la Isla, aún cuando la entidad perdió su misión de agente de desarrollo, la que hizo posible buena parte de la infraestru­ctura que posee Puerto Rico en la actualidad.

De ser el caso, los bonistas del BGF, así como las decenas de agencias y municipios que tienen sus depósitos congelados en la institució­n, podrían estar en mejor condición para recuperar parte de sus acreencias, un escenario que prácticame­nte se había disipado.

El año pasado, el BGF incumplió con sus bonistas al no tener efectivo para pagar unos $876 millones en vencimient­os. La situación resultó en una congelació­n de los depósitos del banco y en un proceso de renegociac­ión con una parte de los bonistas del BGF que no llegó a nada.

El desenlace del BGF puede ser un evento de vida o muerte para Puerto Rico y su actividad económica.

Por un lado, el BGF todavía custodia unos $2,000 millones en depósitos de municipios y agencias; de otro lado, la mayor parte de la deuda emitida por la institució­n fue ven- dida a bonistas locales.

Según la organizaci­ón Bonistas del Patio, unos $1,900 millones de la deuda del BGF está en manos de puertorriq­ueños, en especial de las cooperativ­as de ahorro y crédito. Un impago definitivo en esa obligación o una pérdida significat­iva en ese crédito podría incidir adversamen­te en las finanzas de miles de hogares en Puerto Rico y colocar en mayor aprietos al sector cooperativ­o. Esto, a pesar de las medidas puestas en vigor por esas entidades para hacer frente a posibles pérdidas en los bonos del Gobierno. UN BANCO DESARTICUL­ADO. Según Sobrino, a diciembre pasado, la liquidez del BGF rondaba $156 millones, la división de Tesorería del banco había cerrado, perdió la autorizaci­ón de la Reserva Federal como intermedia­rio bancario, tenía activos inmobiliar­ios sin actividad alguna y una cartera de préstamos en impago sin que se hicieran acciones de cobro.

Sobre todo, según Sobrino, a su llegada al BGF había 1,400 solicitude­s de retiro de depósitos para servicios esenciales que no se habían evaluado.

“Ante esa situación, en una semana no puede tomarse una decisión en cuanto a política pública para una de las entidades principale­s del Gobierno”, dijo Sobrino.

El funcionari­o sostuvo que al presente analizan qué alternativ­as emplear para dar estabilida­d al BGF y al flujo de efectivo de la institució­n para que este sea “realista” y en la creación de ciertos comités de liquidez que permitan el desembolso de fondos a los depositant­es del BGF, en la medida que sea posible.

Según Sobrino, el análisis permitirá un diálogo con los acreedores.

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Christian Sobrino, nuevo presidente del BGF, aseguró ayer que busca alternativ­as para no dejar caer la institució­n.

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