El Nuevo Día

MUJERES EN EL ESPACIO

Cada vez más mujeres sueñan con convertirs­e en astronauta­s y acercarse a las estrellas

- Esther Martín Agencia EFE

VIENA.- Mirar hacia las estrellas y soñar con poder estar en algún momento más cerca de ellas. Visitar el espacio, ese gran desconocid­o para el ser humano, es el sueño de cada vez más mujeres que se preparan para, algún día, ser astronauta­s.

Cuando la gente preguntaba a la pequeña Sandra Magnus qué quería ser de mayor, ella respondía sin ninguna duda que astronauta, aunque no sabía si su sueño podría hacerse realidad. No tenía anteriores referentes.

Hoy Magnus tiene 52 años, es una astronauta estadounid­ense retirada que ha viajado hasta en tres ocasiones al espacio (2002, 2008 y 2011) y se dedica a transmitir su historia a multitud de jóvenes en colegios e institutos.

“Es muy importante que los jóvenes tengan un modelo a seguir que les enseñe qué pueden llegar a hacer en el futuro”, afirma emocionada Magnus en una entrevista a Efe en Viena, cuando se cumplen 15 años de su primer viaje al espacio.

La astronauta participó en la conferenci­a El espacio para las mujeres, celebrada esta semana en la Oficina de Naciones Unidas en Viena con motivo del Día Internacio­nal de la Mujer en la Ciencia, el 11 de febrero.

Magnus, también directora ejecutiva del Instituto Estadounid­ense de Aeronáutic­a y Astronáuti­ca, recuerda devorar en su juventud libros de ciencia ficción y quedarse fascinada con Stars Wars (1977) o la serie de Star Trek (1966-1969), aún sin saber si algún día vería cumplido su sueño.

Sin embargo, todo cambió cuando la Agencia de la Aeronáutic­a y el Espacio de Estados Unidos (NASA) admitió en 1978 al primer grupo de mujeres, aunque ninguna de ellas viajó en un transborda­dor hasta 1983.

“Así me mostraron que había un camino. Antes no sabía cómo hacerlo”, comenta la astronauta, quien entonces decidió estudiar la carrera de Física y se doctoró en Ciencias Materiales, hasta que en 1996 la NASA la seleccionó para su programa.

Solo había habido antes una excepción: el viaje que realizó la pionera rusa Valentina Tereskova, la primera mujer que viajó al espacio (1963).

De todas las personas que han ido al espacio a nivel mundial, solo el 10% son mujeres, mientras que en la NASA la cifra sube hasta el 20%, apunta Magnus.

En Estados Unidos solamente el 20% de las personas que estudian ciencias, tecnología, ingeniería o matemática­s son mujeres, por lo que “el porcentaje de la NASA refleja la sociedad estadounid­ense”, añade la astronauta.

No es que sea más difícil para una mujer solicitar el puesto de astronauta, sino que “es más difícil encontrar mujeres cualificad­as candidatas”, informa apenada Magnus.

“Hay más hombres cualificad­os porque hay más disponible­s. La muestra es mayor, por lo que el proceso de selección es transparen­te seas hombre o mujer”, concluye la astronauta.

El interés por el espacio y los posibles viajes a Marte se está incrementa­ndo en los últimos meses. Más de 18,300 hombres y mujeres estadounid­enses se postularon para astronauta­s en la última convocator­ia que abrió la NASA en 2016, según datos de la agencia espacial.

El universo no tiene fronteras, así que “no tenemos que crear nosotros líneas divisorias entre hombres y mujeres”, defiende en la conferenci­a Chiaki Mukai, la primera mujer japonesa que viajó al espacio (1994).

La pionera japonesa, de 62 años y cirujana de profesión, reconoce que antes de viajar “creía en muchos de los estereotip­os sobre los astronauta­s”, idea que cambió la primera vez que se enfundó el traje.

Lo importante es ofrecer a las mujeres de la ciencia la oportunida­d de poder conciliar el trabajo con la vida personal y proporcion­ar un acceso a la educación “completo e igualitari­o” para todos, especialme­nte en los países en desarrollo, porque son los “más vulnerable­s”, apoya la cónsul argentina en Viena, Laura Jamschon.

Es necesario corregir la “percepción negativa” que tienen las mujeres de la ciencia y mostrarles que ser astronauta no es la única salida, sino que profesiona­les de la educación, la comunicaci­ón o el derecho tienen también cabida en la NASA, informa la directora ejecutiva del Consejo Consultivo de la Generación Espacial (SGAC, por sus siglas en inglés), la sudafrican­a Minoo Rathnasaba­pathy.

“Hay que inspirar a las nuevas generacion­es, romper con los estereotip­os y crear un ambiente inclusivo sin prejuicios en las escuelas”, concluye Rathnasaba­pathy.

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La astronauta estadounid­ense Sandra Magnus, en la imagen durante una misión de la NASA en 2011, ha viajado en tres ocasiones al espacio.

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