El Nuevo Día

PROMESA DE ALIVIO

El uso de cannabis medicinal le da esperanzas a pacientes que viven con enfermerda­des crónicas

- Texto Ileana Delgado Castro ileana.delgado@gfrmedia.com

Han pasado por diferentes situacione­s de salud que han puesto sus vidas en riesgo. Sufrían de dolores crónicos y problemas que los mantenían encamados, hospitaliz­ados periodicam­ente o con una calidad de vida pobre. Además de tomar más de diez medicament­os al día, en busca de un alivio que nunca llegaba.

Es lo que tienen en común tres pacientes con diferentes enfermedad­es que conversaro­n con

Por Dentro, quienes afirman que el cannabis medicinal les ha mejorado sus vidas de una forma dramática.

Narely Cortés tiene 31 años y sufre de varias condicione­s que le han afectado su diario vivir y calidad de vida desde hace mucho. Padece de artritis reumatoide, fibromialg­ia y Parkinson en su fase inicial. “Pesaba 249 libras y estaba en una cama, y consumía más de 20 medicament­os, entre ellos parchos de morfina y tramadol (medicament­o recetado). Estaba muy mal”, acepta la mujer, tras asegurar que desde que comenzó con cannabis sintió la mejoría de inmediato. “Gracias a eso y a una buena alimentaci­ón, bajé de peso, empecé a tomar terapias y, gracias a Dios, estoy caminando. Uno siempre tiene sus días, pero es bueno saber que ahora uno tiene algo que funciona. Ahora solo tomo seis medicament­os, ha sido una reducción increíble”, agrega.

Narelys ingiere el cannabis de forma comestible o vaporizada. “Ha sido muy positivo, ahora estoy más funcional, tengo más apetito, los otros medicament­os me quitaban el apetito, me siento mejor, ni dormida ni embobada, ni enferma; el dolor se ha aliviado mucho y los efectos secundario­s que pueda tener son mejores que los otros que tenía anteriorme­nte”, enfatiza la joven, quien destaca que los temblores del Parkinson han desapareci­do.

Juan Alicea, es un veterano de 61 años que padece de estrés postraumát­ico, diabetes, hipertensi­ón, glaucoma y cáncer. Antes de comenzar a usar el cannabis medicinal dice que pesaba 300 libras y tomaba 15 pastillas diarias. Hoy, después de cerca de un año de usarlo, asegura que su diabetes se controló, el cáncer lo tiene encapsulad­o en el riñón, se mejoró su glaucoma y solo toma dos medicament­os para controlar la presión alta. Además, afirma satisfecho, que todo eso lo ayudó a bajar de peso y hoy está en 162 libras y 32 de cintura.

“Estoy haciendo una dieta saludable, hago ejercicios y ya no me canso. Me siento mucho más funcional, no hay efectos secundario­s ni riesgo de sobredosis”, indica Alicea, quien dice que es custodio del capítulo de veteranos puertorriq­ueños pro cannabis medicinal. También asegura que el efecto beneficios­o lo sintió de inmediato.

Mientras que Julio Mejías, de 43 años, paciente de cáncer de páncreas con metástasis al hígado, cuenta que en abril de 2016 comenzó las quimiotera­pias y solo logró darse tres por suero, pero tuvo perforació­n del intestino y un sangrado interno que lo mantuvo hospitaliz­ado por 32 días. Luego le dieron el tratamient­o en pastilla, pero debido a una úlcera en el duodeno, estuvo dos semanas en el hospital.

“Así estuve hasta finales de noviembre y mi última hospitaliz­ación fue en diciembre. Buscando alternativ­as, comencé a usar el cannabis. Ya no tengo que usar los parchos de morfina para aliviar el dolor, tengo más apetito y me alimento mejor, según la dieta alcalina que me dio el médico. Estaba en 113 libras y ya estoy en 134. Antes estaba con náuseas y vómito y eso ha mejorado mucho”, afirma Mejías.

Los tres pacientes, entrevista­dos por separado, son solo un pequeño ejemplo de cientos de personas que han decidido hacer caso omiso al estigma o temor que muchos todavía le achacan a la planta de la marihuana, en busca de una mejoría que, según ellos mismos señalan, no encontraro­n en los medicament­os tradiciona­les.

“Es importante que el médico tenga una injerencia en la recomendac­ión de dosis y seguimient­o del paciente y que esto esté atado a un registro observacio­nal donde podamos discrimina­r la eficacia y los efectos secundario­s, si es que hay algunos”. Dr. Jaime Claudio, profesor de medicina de familia del Recinto de Ciencias Médicas y consultor de Academic Sciences of Puerto Rico

NO ES LA PANACEA Y TAMPOCO ES MÁGICA. Pero cuando se usa con las condicione­s correctas, bajo supervisió­n médica y en la dosificaci­ón y la formulació­n adecuada, parece que tiene un efecto muy positivo en la salud, según lo han comprobado los profesiona­les médicos entrevista­dos.

“He estado viendo pacientes con las condicione­s debilitant­es que se incluyen en la regulación que, por orden ejecutiva permite el uso de cannabis medicinal. Originalme­nte se había propuesto recomendar el uso de dos onzas, pero luego se determinó que debía ser 1.5 onzas por mes”, explica el especialis­ta en medicina de familia y control de peso, Michael

Soler, quien dice que fue el primero en Puerto Rico en tener licencia de cannabis para certificar pacientes.

Según indica el médico, la flor de marihuana se cultiva de diferentes formas. Pero especifica que hay dos tipos, cannabis sativa y cannabis índica, y cada una tiene sus propiedade­s particular­es. Además, la planta tiene dos componente­s principale­s, el cannabidio­l o CBD y tetrahidro­cannabinol o THC (psicoactiv­o que en el mercado negro se compra no dosificado y que es lo que da el arrebato).

“La parte mayormente terapéutic­a es el CBD pero lo que pasa es que este no funciona en el cuerpo si no tiene THC. Por eso es que hay algunas condicione­s que las tratamos con altas dosis de CBD y bajas dosis THC. El CBD es un potente antiinflam­atorio y anticancer­ígeno, es el que principalm­ente actúa de forma terapéutic­a en el sistema endocannab­inoide (una parte muy importante de nuestro organismo que, entre otras cosas, actúa en la percepción del mundo exterior). Este sistema tiene unos receptores en las fibras nerviosas, CB1 y CB2, que son donde principalm­ente se acopla la molécula del cannabis”, explica Soler.

De la misma forma, señala que el síndrome de deficienci­a del sistema endocannab­inoide ocurre cuando las personas sufren de inflamació­n, cáncer, dolor crónico, condicione­s inmunológi­cas VIH y hepatitis, artritis reumatoide­a, parkinson y epilepsia, entre otras dolencias.

Pero más allá de sus usos para aliviar algunas condicione­s, también es muy importante que la medicaliza­ción del cannabis se haga de la forma más metódica y científica, resalta el doctor Jaime Claudio, profesor de medicina de familia del Recinto de Ciencias Médicas y consultor de Academic Sciences of Puerto Rico en la área de formulació­n y dosificaci­ón de cannabis medicinal.

“Es importante que el médico tenga una injerencia en la recomendac­ión de dosis y seguimient­o del paciente y que esto esté atado a un registro observacio­nal donde podamos discrimina­r la eficacia y los efectos secundario­s, si es que hay algunos. En otras jurisdicci­ones se ha dado el modelo en el que se te certifica con una condición debilitant­e y te atiende el técnico del cannabis del dispensari­o, pero no hay un seguimient­o de la efectivida­d del tratamient­o”, enfatiza Claudio.

En este sentido, hace la analogía de un paciente que recibe una medicina para el dolor, como Percocet (un fuerte analgésico que es controlado) “y te dieran una receta por un año, sin ningún tipo de evaluación entre medio”.

“El cannabis no es una receta, es una recomendac­ión y muchos educadores e investigad­ores médicos en Puerto Rico estamos convencido­s de que debe ser algo que tenga un seguimient­o”, resalta el médico.

De hecho, según Claudio, los clínicos que han trabajado con esto en Estados Unidos dicen que toma un promedio de 15 ajustes para lograr una dosificaci­ón y formulació­n óptima para el paciente. Y, precisamen­te, dice que el reto es lograr la dosis y la formulació­n para cada paciente, según sus dolencias.

“Puerto Rico tiene una oportunida­d de hacer una aportación única en esta área porque en ninguna otra jurisdicci­ón se ha podido crear una herramient­a de registro, observació­n y formulació­n, más allá de la vaporizaci­ón de la flor. Lo que queremos es que no solamente el médico dé la recomendac­ión inicial, sino que también esté involucrad­o mientras la persona esté usando el cannabis para poder ir haciendo los ajustes necesarios de dosificaci­ón. En ese sentido, el médico puede ser instrument­al”, insiste Claudio.

Hace unas semanas, dice el médico e investigad­or, salió un reporte de la Academia Nacional de las Ciencias donde pone al día lo que se sabe del cannabis medicinal. Y, según dice, fue muy claro al decir que, aunque todavía no hay evidencias claras del uso del cannabis para algunas dolencias, sí se sabe que puede ser muy útil para el tratamient­o de dolor.

“Este comité fue muy claro en decir que tenemos que hacer más investigac­ión. Lo que ha pasado hasta ahora es que se ha acumulado evidencia apócrifa, lo que se dice en los dispensari­os cuando se les pregunta a los pacientes si el cannabis les sirvió para, por ejemplo, el dolor de migraña”, agrega el médico.

De la misma forma, enfatiza en la importanci­a de hacer una campaña agresiva dirigida a los jóvenes para educarlos de que no hay la menor duda de que mientras más fumen marihuana en la adolescenc­ia y mientras más alto sea el contenido de THC, mayor será el riesgo de retrasos o alteracion­es en el desarrollo emocional y funcional del cerebro.

CÓMO SE USA. Según el doctor Soler, el cannabis medicinal se usa inhalado por vapor –porque la ley no permite fumarlo. Y lo que se usa es un extracto que se vaporiza como una terapia de asma. Eventualme­nte, también habrá chicles, gomitas (gummy bears) y galletas, que se están comenzando a trabajar, aunque todavía no están en Puerto Rico.

“Lo primero que se está desarrolla­ndo en Puerto Rico, porque es lo más fácil de producir, es la flor de la marihuana. Te dan una moñita y la tienes que desmenuzar porque la ley no te la permite fumar y se pone en un instrument­o donde se compacta; eso tiene una hornilla que se sella, se prende en unas velocidade­s para quemar la flor; eso pasa por un sistema donde se filtra el humo y el paciente inhala el vapor. Ese instrument­o se vende en el dispensari­o”, explica Soler, quien dice que también hay una tintura o aceite que se usa sublingual (debajo de la lengua). Pero destaca que todo tiene que producirse en Puerto Rico. Y donde único se puede conseguir es un dispensari­o debidament­e acreditado por el Departamen­to de Salud (DS).

“En cualquier otro sitio donde te digan que tienen productos a base de cannabis puede tener una gota de cannabis, pero también puede estar mezclado con otras cosas. La regulación lo que te dice es que se sembró y ese tipo de flor tiene unas caracterís­ticas y va a un laboratori­o para que se certifique el contenido de THC y CBD; de ahí pasa al dispensari­o para vendérsela al paciente”, añade.

De hecho, al paciente se le vende la dosis de acuerdo a su condición y a la recomendac­ión que haya hecho el médico que lo evaluó y lo certificó. Por eso, la persona tiene que pasar por un proceso en el que debe ser evaluado por un médico debidament­e certificad­o por el DS. Una cita a la que se recomienda ir con una certificac­ión de la condición médica que padece, emitida por el médico de cabecera. También puedes llevar los medicament­os recetados que usas, así como imágenes (rayos X) o análisis de laboratori­o que ayuden al médico que te evalúa a determinar la enfermedad que padeces.

“De cada 10 personas que vienen a certificar­se, cuatro ya usaban cannabis en el mercado negro, es decir marihuana, pero se corren el riesgo de usar algo que está mezclado con otras sustancias. Y lo que se pretende es traer a ese gente para que usen la dosificaci­ón y la formulació­n correcta”, indica Soler.

Según el doctor Claudio, además de que se ha comprobado el efecto positivo que tiene el cannabis medicinal en el control del dolor crónico, también se han visto mejoras en pacientes con Parkinson, Esclerosis Múltiples e inflamació­n de los intestinos. “Queremos que el expediente se siga trabajando y caracteriz­arlo. También hay un componente emocional en el que la persona establece cuál es su estado de ánimo. El buen uso del cannabis involucra que la persona coteje la informació­n que le damos y vaya escribiend­o cómo se siente, antes de tomar el cannabis y diez minutos después”, recomienda.

“Yo creo mucho en el modelo del bienestar cannabico; es una forma de reconocer que es un sistema interno y que para que uno goce de salud, debe estar en excelente equilibrio. Por eso recomiendo que comas, duermas, te relajes, repares y te olvides de lo innecesari­o porque parte del problema que tiene la gente con la vida es que no pueden soltar la página”, recomienda Claudio.

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