El Nuevo Día

En guardia los dominicano­s

Indocument­ados quisqueyan­os ven con angustia las redadas hechas en Estados Unidos

- Benjamín Torres Gotay benjamin.torres@gfrmedia.com Twitter: @TorresGota­y

Ángel no comprendió en lo que se había metido hasta que, en medio de la noche, apretujado entre más de cien seres humanos en una frágil embarcació­n, se percató de que no se veía tierra por ningún lado. “Cuando me asusté fue cuando vi tanta agua. Cuando vi que no había tierra en ningún lado”, recuerda.

Ángel (nombre ficticio para proteger su verdadera identidad) tenía entonces 19 años. Salió a medianoche de Nagua, al norte de la República Dominicana, para un viaje en yola de dos noches y un día a Puerto Rico. Buscaba “el sueño puertorriq­ueño”. Dieciséis años después puede decirse que lo encontró. Aquí se hizo chef, no ha tenido nunca problemas con la justicia y levantó una familia junto a su esposa, una dominicana con ciudadanía estadounid­ense, con la que procreó dos niños nacidos en la Isla.

“Mi familia era pobrecita en Santo Domingo y entonces estudiar era un poco difícil. Estudiaba, pero era difícil. Decidí que tenía que hacer algo. No tenía ni para comprar ropa a mi mamá, que estaba sola con dos hijos. Decidí correrme la aventura”, dijo Ángel a El Nuevo Día.

Hace un par de años, Ángel entendió que no podía seguir viviendo en la sombra y decidió regulariza­r su situación migratoria.

Empezó los trámites para obtener su permiso de residencia. Ahora mismo, espera que en cualquier momento la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo le dé cita para ir a buscar su permanenci­a.

Sabe que está cerca de la meta. Pero surgió una complicaci­ón.

Y esa complicaci­ón tiene nombre y apellido: Donald Trump.

El presidente estadounid­ense ha ordenado una batida contra inmigrante­s indocument­ados que ha producido en las pasadas dos semanas cientos de detencione­s en ciudades de Estados Unidos. Trump ordenó la contrataci­ón de 10,000 agentes de inmigració­n, la construcci­ón de nuevas instalacio­nes de detención y ordenó a las policías estatales trabajar para las autoridade­s migratoria­s federales.

Anteriorme­nte, los criminales convictos tenían prioridad para ser deportados. La nueva política no establece categorías y todo el mundo está en la mirilla.

En Puerto Rico, de donde son deportados unos 100 dominicano­s anualmente, casi todos tras cumplir penas de cárcel por delitos cometidos aquí, no ha habido redadas hasta este momento. Pero las noticias están llegando y la ansiedad ha aumentado, sobre todo entre dominicano­s, la comunidad de indocument­ados más grande en Puerto Rico. Aquí viven cerca de 60,000 indocument­ados, según diversos estimados.

Franklin Grullón, cónsul general de la República Dominicana en Puerto Rico, indicó que el gobierno dominicano no ha recibido ninguna comunicaci­ón oficial de Washington con respecto a cambios en la política de deportacio­nes. Pero dijo que en las últimas semanas han aumentado las visitas de dominicano­s al consulado buscando orientarse sobre qué hacer en caso de un encuentro con agentes migratorio­s.

“Hay un nerviosism­o y una preocupaci­ón en la comunidad en espera de lo que va a pasar”, dijo.

Activistas en Puerto Rico están preocupado­s por la directriz de integrar las policías estatales a las tareas de identifica­r y detener indocument­ados, porque la Policía estatal no está adiestrada para esa tarea y, además, tiene historial de abuso contra inmigrante­s, dijo William Ramírez, director ejecutivo del Capítulo en Puerto Rico de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, en inglés).

La nueva política de Trump “permite una gran cantidad de acciones de policías estatales contra inmigrante­s”, agregó, por su parte, la abogada Annette Martínez, de la Clínica Legal de la Facultad de Derecho de la Universida­d Interameri­cana.

ANDANDO BAJITO. Los indocument­ados, mientras tanto, están andando bajito, tratando de no meterse en problemas.

Ese es el caso de Antonio (nombre ficticio), quien, en caso de ser detenido, no solo enfrentarí­a una deportació­n, sino probableme­nte también un caso de fraude.

Antonio, un obrero de construcci­ón de 46 años, contó que llegó a Puerto Rico en 2001 tras haberse casado con una puertorriq­ueña en un matrimonio arreglado en Santo Domingo con el propósito de obtener la residencia en Puerto Rico. Pero tan pronto llegó acá, la mujer “cogió miedo” y no ha vuelto a saber de ella. Al día de hoy, no sabe si sigue casado o está divorciado.

Teme ir al Registro Demográfic­o a cerciorars­e porque podría ser reportado a las autoridade­s. Vive con esa preocupaci­ón permanente­mente.

Antonio está atrapado por la situación. Tiene su pareja en Puerto Rico, pero está separado de sus siete hijos, a los que no puede ver porque dos viven en Estados Unidos y otros cinco en la República Dominicana. “Hablamos por Facetime”, dice. Sabe que en algún momento las redadas contra indocument­ados llegarán a Puerto Rico. “Tarde o temprano va a pasar en Puerto Rico porque la persecució­n de Donald Trump va a ser fuerte contra todos los inmigrante­s. Con este gobierno se puede esperar cualquier cosa”, indica.

Antonio dice que nunca le ha dado problemas a Puerto Rico. “Yo soy un handyman completo. Pintor, alfarero, electricis­ta, plomero, sé bregar con construcci­ón. Sé bregar con todo. Por eso es que no he estado sin trabajo nunca, porque cuando una cosa se pone floja, hago otras cosas. No he sido una carga para nadie ni para nada. Al contrario”, afirma.

Ángel, por su parte, espera que la cita de la embajada y el permiso de residencia, le lleguen antes de que comiencen las redadas.

“Me atemoriza porque uno anda con la incertidum­bre de que en cualquier momento puede pasar algo, te agarren. Casi no salgo para ningún lado. Estoy del trabajo a la casa. Yo estoy tranquilo porque uno no puede tampoco perder el control. Yo no tomo, no ando en el medio porque el que anda en el medio es que se le puede pegar algo”, dice Ángel.

También es consciente de que existe la posibilida­d de que Estados Unidos le niegue el permiso de residencia. Para él, eso sería devastador. “Yo me siento que soy de aquí. Ya tengo las costumbres de aquí, todo de aquí. Volver allá es comenzar de nuevo”, concluye.

“Tarde o temprano va a pasar (las redadas) en Puerto Rico, porque la persecució­n de Donald Trump va a ser fuerte contra todos los inmigrante­s” ANTONIO Indocument­ado

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Franklin Grullón, cónsul general de la República Dominicana en Puerto Rico, dijo que ha aumentado la cantidad de sus compatriot­as buscando orientarse sobre qué hacer en caso de una detención.

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