LOS ESTUDIANTES
Los movimientos sociales le deben mucho a los estudiantes.
Cuando el 23 de febrero cientos de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) tomaron las calles, como forma contundente de manifestar el rechazo al recorte presupuestario de $300 millones que plantea la Junta de Control Fiscal, las imágenes ante el Capitolio atestiguaron el poder que tienen –y seguirán teniendo– los estudiantes en la sociedad.
“La educación es un derecho, no un privilegio”, leía uno de los carteles que adornaron la vista de la marcha conformada por estudiantes de los 11 recintos de la UPR, alumnos de otras universidades, exalumnos, profesores, empleados no docentes y puertorriqueños en general.
Ver esas imágenes desde fuera de Puerto Rico significó para muchos que, de pronto, tantos no titubearon en movilizarse por un mejor país. Porque defender la educación es creer en que un mejor todo es posible.
Una de las imágenes más conmovedoras que salió de esta marcha fue la de estudiantes de la UPR que desde su intercambio en Madrid colgaron una foto en redes sociales para expresar su “no” a recortes en la universidad. Un cartel que se alzaba entre ellos decía: “¡Gracias UPR, estoy aquí”.
El coraje, la pasión y el compromiso por defender la educación no se deben desdeñar. La sociedad depende en gran medida de la educación para luchar por sus derechos y progresar ante la ignorancia y los cinismos cotidianos.
Las ciudades y los países más vanguardistas y justos apuestan –en verbo y en inversión– en la educación. En luchas como esta no hay tregua. En mi mente escucho esa canción de Violeta Parra que habla de los estudiantes, que los describe como “jardín de nuestra alegría”, como “aves que no se asustan”: ni de animal, ni policía, ni las balas, ni el ladrar de la jauría. La jauría.