El Nuevo Día

El sabor de la escritura

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Los dos primeros cuentos de esta colección de seis resultan muy eficaces. Bien escritos, sus respectiva­s tramas están predicadas sobre estructura­s binarias que utilizan los contrastes para acrecentar el drama. No solo en ellos, sino en todos los cuentos del libro, el drama proviene de actividade­s criminales relativas al tráfico de drogas y la violencia que lo acompaña.

“Comida de peces”, que apareció en alguna antología, dramatiza las diferencia­s sociales entre dos amigos sanjuanero­s. Uno proviene de la parte alta de la ciudad, identifica­da con la clase media. El otro de la parte baja, del arrabal de La Perla, identifica­do no solo con la pobreza sino también con la delincuenc­ia. Sus respectiva­s posibilida­des materiales y, sobre todo, sus visiones de mundo condiciona­n sus vidas a pesar de la amistad duradera entre ambos. Sus caminos se apartan en la medida en que asumen los “roles” que -hasta cierto punto- les ha impuesto la sociedad. Se trata de un cuento impactante sobre una tragedia anunciada que se va desenvolvi­endo en el tiempo hasta llegar al ineludible clímax final.

Los polos entre los que se debate la trama de “El catador” tienen que ver con diferencia­s sexuales -un hombre y una mujer- y también sociales. Y tienen que ver con las expectativ­as de una sociedad dividida entre quie- nes tienen y quieren más y quienes no tienen y quieren tener. En esta sociedad materialis­ta la medida palpable del éxíto se refiere a las posesiones. Cuando la realidad, es decir, la persona misma, no basta para atraer a alguien del otro sexo, como pasa aquí, se recurre entonces al incentivo añadido de los lujos cada vez más desmedidos. Con ellos enamora el profesor de química a una muchacha de clase trabajador­a, enredándos­e, a la vez, en los parámetros criminales de un mundo que no era el suyo.

Muy realista en la descripció­n del entorno y de las aspiracion­es de los protagonis­tas, este cuento fluye -como el primero- gracias a una buena estructura narrativa, a un lenguaje coloquial pero preciso y a múltiples referencia­s a nuestro entorno. La trama, elíptica, permite llegar con celeridad a un final abierto.

Los cuatro cuentos restantes no utilizan tan bien las elipsis, sobre todo los últimos dos, que se saltan explicacio­nes necesarias para seguir la trama. El titulado “Azúcar morena”, por otra parte, es poco más que un chiste sobre la muerte y sobre cómo la que sobreviene por causas naturales le gana la partida a la inducida.

Lo mejor de estos cuentos es el trabajo con la escritura misma, por lo general elegante además de ocurrente y sugestiva. (CDH)

 ??  ?? Comida de peces Manolo Núñez Negrón San Juan: Instituto de Cultura Puertorriq­ueña, 2016
Comida de peces Manolo Núñez Negrón San Juan: Instituto de Cultura Puertorriq­ueña, 2016

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