El Nuevo Día

Los ‘hijos del Clásico’ se lanzan al terreno

- NOEL ALGARÍN MARTINEZ noel.algarin@gfrmedia.com

El mes de marzo llega con un gran regalo para toda la afición del deporte en Puerto Rico. La cuarta edición del Clásico Mundial de Béisbol parte mañana, lunes, en Corea del Sur y da paso a lo que prometen ser tres semanas en las que se mezclarán la emoción y expectativ­a de la afición, con la ejecución y la búsqueda de la corona por parte de los peloteros de las 16 naciones participan­tes.

Para Puerto Rico, el Clásico de 2017 viene acompañado de gran ilusión, no solo porque somos los subcampeon­es del torneo, sino porque contamos con una plantilla de gran talento, versatilid­ad y dinamismo que nos tiene soñando con un nuevo viaje a la final. Lo anterior mitigaría el hecho de que por primera vez desde que nació el evento en 2006, San Juan no albergará una de sus rondas.

Es curioso, pues si hoy Puerto Rico experiment­a un resurgir de figuras en las Grandes Ligas con jugadores jóvenes de gran proyección como Carlos Correa, Francisco Lindor, Javier Báez o Edwin Díaz, en parte se debe a la influencia que tuvo en ellos el Clásico Mundial de Béisbol.

Todos estos jugadores fueron impactados en su preadolesc­encia y adolescenc­ia por la celebració­n del evento en suelo boricua en los años 2006, 2009 y 2013. En una etapa crítica en su desarrollo físico y en la formación de su carácter y personalid­ad, vieron como edición tras edición el país arropó al Equipo Nacional. Observaron el estadio Hiram Bithorn llenarse a reventar juego tras juego. Fueron testigos de cómo los jugadores retribuyer­on ese cariño y respaldo con una pasión y entrega por la camisa y por el país que tuvo su momento más brillante en 2013 cuando quedaron a un triunfo de ser campeones del mundo.

Mucho antes de cumplir su mayoría de edad, tanto Correa y Díaz, en Santa Isabel y Naguabo, respectiva­mente, como Lindor y Báez, dos hijos de familias puertorriq­ueñas que emigraron a Florida en la segunda mitad de la década pasada, encontraro­n en el Clásico combustibl­e adicional para atizar el fuego de su sueño de llegar a las Mayores, así como el de representa­r a su país como lo hicieron en ediciones anteriores figuras importante­s como Iván Rodríguez, Bernie Williams y Carlos Delgado.

Es el caso también de otros jugadores que debutan con la Selección Nacional en este Clásico -18 en total- como Enrique “Kike” Hernández, Jorge López, Joe Jiménez y Roberto “Bebo” Pérez, entre otros.

En ese elemento inspirador radica gran parte del valor de este evento, que lamentable­mente no ha sido bien visto por las franquicia­s de Major League Baseball y por muchos de los principale­s jugadores de Estados Unidos, generando a su vez apatía entre los aficionado­s de ese país.

Por ejemplo, peloteros del calibre de Bryce Harper, Mike Trout, Clayton Kershaw, Madison Bumgarner o Justin Verlander no solo no se unieron a la novena de USA para el 2017, sino que en algunos casos se han expresado con desdén sobre el Clásico.

En contraste, en nuestra tierra, al igual que en República Dominicana -actual monarcas del torneo-, en Cuba, en Venezuela, en las islas caribeñas que conformaba­n lo que se conocía como Antillas Holandesas, en Japón, en Corea, lugares todos en los que el béisbol importa y en los que representa­r al país se asume con responsabi­lidad y honor, el Clásico sirvió para plantar una semilla de la que ha germinado toda una generación de jóvenes jugadores que crecieron con el anhelo de llegar a las Grandes Ligas, pero también con la ilusión de algún día vestir los colores de su bandera y medirse a lo mejor de lo mejor cada cuatro años.

Son ellos los hijos del Clásico Mundial de Béisbol y su hora de brillar acaba de llegar.

Si hoy Puerto Rico experiment­a un resurgir de figuras en las Grandes Ligas con jugadores jóvenes de gran proyección como Carlos Correa, Francisco Lindor, Javier Báez o Edwin Díaz, en parte se debe a la influencia que tuvo en ellos el Clásico

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