El Nuevo Día

Crónica de una “quiebra financiera”

- José G. García López Economista y Profesor Adjunto UPR

Se ha discutido mucho en los medios de comunicaci­ón sobre los factores que contribuye­ron a la “quiebra financiera” del Banco Gubernamen­tal de Fomento Para Puerto Rico (BGF). Sin embargo, los factores que se han señalado no reflejan la raíz de las causas que indujeron a la crisis. A continuaci­ón, reseñaré los factores que considero fueron los más relevantes a la luz de mi conocimien­to y experienci­a después de haber trabajado 25 años en esta institució­n.

TRASFONDO HISTÓRICO

Desde 1871 se comenzó a deliberar sobre la necesidad de un banco en el País a fin de contar con una institució­n financiera que sirviera para el financiami­ento de proyectos relacionad­os con nuestro desarrollo económico. Esta idea fue evoluciona­ndo por varias décadas hasta que mediante la Ley 252-1942 fue creado con el nombre de Banco de Fomento. Posteriorm­ente se creó la Ley 17-1948, la cual se constituyó como la ley orgánica y le cambia el nombre a Banco Gubernamen­tal de Fomento Para Puerto Rico. Entre las funciones principale­s establecid­as se destaca ser agente fiscal y asesor financiero del Estado Libre Asociado (ELA) y todas sus instrument­alidades públicas. Además, el BGF sirve de agente prestatari­o del gobierno y el sector privado, y actúa como depositari­o principal y fideicomis­ario de los fondos del ELA.

Durante las primeras cuatro o cinco décadas, el banco tuvo un rol transcende­ntal en la economía de Puerto Rico. Fue a través del BGF que se logró facilitar el financiami­ento de los principale­s proyectos estratégic­os de infraestru­ctura socioeconó­mica de la Isla, como por ejemplo las primeras plantas de energía eléctrica, los proyectos de acueductos y alcantaril­lados, la red vial, sistemas de comunicaci­ones, la vivienda de interés social y de clase media, escuelas, la Universida­d de Puerto Rico y universida­des privadas. En el ámbito privado, proyectos de agricultur­a, manufactur­a, comercio y turísticos fueron también financiado­s por el banco.

Otro aspecto que debe ser contemplad­o es que los logros que tuvo el BGF ocurrieron en una coyuntura donde el sector privado local colaboró muy poco. Contrario a otras jurisdicci­ones en Estados Unidos, América Latina y Europa, nuestro sector privado jugó siempre un papel muy conservado­r y pasivo en el proceso de desarrollo económico. Es por esto que el BGF tuvo que asumir un rol muy proactivo que debió asumir en parte el sector privado. Cabe recordar que fue nuestro sector privado el que recomendó la creación de un Banco de Desarrollo con el fin de desvirtuar las funciones que llevaba históricam­ente el BGF (“Informe Los Carrión”, 1984). Este fue uno de los primeros golpes mortales que recibió el banco, ya que lo obligó a concentrar­se más en ser un banco prestatari­o del gobierno y abandonar parcialmen­te su función de fomentar el desarrollo económico.

¿CÓMO LLEGAMOS HASTA AQUÍ?

Tomando en cuenta el rol protagónic­o que tuvo el Banco a través de nuestro proceso de desarrollo económico, podemos pasar a abordar los factores principale­s que entendemos propiciaro­n su lamentable desenlace financiero.

1 Diseño organizaci­onal:

El aspecto de la estructura organizaci­onal del BGF ha sido uno de los elementos que ha contribuid­o al descalabro financiero de esta prestigios­a institució­n. Durante el tiempo que estuve en el banco, en varias instancias el presidente del BGF era el secretario de Hacienda. Además, el secretario de Desarrollo Económico (antes director de Fomento), el secretario de la Gobernació­n, así como el director de la Oficina de Gerencia y Presupuest­o formaban parte de la junta. Los restantes tres miembros representa­ban al sector privado. Como vemos, la llamada “gobernanza” del BGF estuvo siempre controlada por el equipo ejecutivo del gobernador de turno. Al tener mayoría el equipo ejecutivo del gobernador en la junta directiva del banco, con el pasar de los años se propició la politizaci­ón de este organismo financiero y cierto “conflicto de interés” entre sus directores. Esto explica por qué se llegaron a aprobar múltiples financiami­entos sin tener la fuente de pago requerida y prevalecie­ndo en ocasiones el criterio político-partidista sobre aquellos de índole crediticia y financiera.

2 Fondos 936:

Otro factor que consideram­os importante fue el impacto que tuvo en el BGF la eliminació­n en 1995 de la Sección 936 del Código de Rentas Internas de los Estados Unidos. Fue el banco una de las institucio­nes financiera­s que se benefició del acceso a los fondos 936 que existían en el sector financiero de Puerto Rico. Por disposició­n de ley, las corporacio­nes bajo la Sección 936 tenían que invertir en “actividad elegible” que redundara en un estímulo al desarrollo económico. Entre la definición de “actividad elegible”, se considerab­a cumplir con un requisito de depósito de sus ganancias en el BGF y en el Banco de Desarrollo Económico. A través de estos depósitos que el BGF captaba a un bajo costo, utilizaba los fondos para prestarle a las agencias públicas, municipios y al sector privado a tasas de interés muy competitiv­as. A base del acceso a los fondos 936, el BGF creó diversos programas crediticio­s por medio de sus subsidiari­as y afiliadas. Estos programas de financiami­ento permitiero­n proveer viviendas de interés social a cientos de miles de familias y el desarrollo de nuevas instalacio­nes educativas, turísticas y comerciale­s en el sector privado.

Sin lugar a dudas, estos depósitos contribuye­ron a la capitaliza­ción del BGF y su liquidez financiera. No obstante, esta época de bonanza económica para el banco y el País culminó en 1995 con la sentencia de muerte de la Sección 936. Esto hizo que el BGF, al perder dichos depósitos, tuvo que recurrir a iniciar un programa de emisión de notas (pagarés) a corto plazo que sirviera de sustituto de los fondos 936 junto con el programa de papel comercial, y así poder continuar su actividad prestatari­a principalm­ente al Gobierno central, corporacio­nes y municipios. Este fue el inicio del grave problema de endeudamie­nto en que se embarcó el banco en los últimos años. Por ejemplo, durante el periodo de 2009 a 2012, la administra­ción del banco llegó a emitir notas por más de $4,000 millones, de la cual sus primeros vencimient­os comenzaron a verse en el cuatrienio pasado y el BGF tuvo que incumplir el pago por su falta de liquidez.

Una alternativ­a que hubiera mitigado la pérdida de depósitos 936 en el banco hubiese sido el rescate temprano acelerado de los fondos públicos que tenía el gobierno en la banca privada en los años noventa. Recuerdo que esta opción fue considerad­a por la alta gerencia del banco, pero luego se descartó ante la fuerte resistenci­a de la banca privada, ya que este sector también había sentido los efectos la pérdida de fondos 936. No obstante, bajo la dirección de Juan Agosto Alicea en 2001, se lograron traer al banco alrededor de $500 millones o el 20% de los fondos públicos que estaban en la banca privada. Aun así, la banca privada mantuvo su liquidez gracias a que el 80% de los fondos públicos estaban depositado­s en sus arcas.

3 Débil gestión de agente fiscal

La gestión del BGF como agente fiscal y asesor financiero del ELA ha sido otro factor que ha contribuid­o a su crisis financiera. Esta función, la cual es conferida por su ley orgánica, fue a través de los años debilitánd­ose y perdiendo agilidad fiscal. La función de agente fiscal es una que reviste un gran interés público, ya que la misma busca que los fondos públicos y privados que posee el BGF para llevar a cabo su actividad prestatari­a a las agencias, municipios y el sector privado, sean concedidos y administra­dos de forma prudente y responsabl­e. A pesar de que esta función se llevó por muchos años con el mayor rigor y prudencia fiscal, durante las últimos dos décadas la misma se fue desvanecie­ndo. Como toda entidad bancaria, la administra­ción del crédito es una función medular para lograr ofrecer sus servicios de forma eficiente y mantener la estabilida­d financiera de la institució­n. Recordemos que, en los pasados años, los cierres de cuatro institucio­nes bancarias del País estuvieron en gran parte relacionad­os con el mal manejo de su actividad

prestatari­a. Algo similar ocurrió en el BGF, ya que por muchos años se otorgaron créditos al Gobierno central, corporacio­nes públicas, municipios y al sector privado, sin tener la debida fuente de repago o no cumplir con una evaluación de crédito requerida.

Esta falta al deber de “fiducia pública” fue realizada por todas las administra­ciones de gobierno que han pasado por el BGF en los últimas dos décadas. Aquí están los financiami­entos concedidos a los megaproyec­tos de infraestru­ctura como Superacued­ucto, Tren Urbano, Coliseo y la llamada Tarjeta de Salud. También incluye las líneas de crédito al secretario de Hacienda para cuadrar los déficits de flujo de efectivo, Comunidade­s Especiales y más recienteme­nte, los $2,000 millones concedidos a la Autoridad de Transporta­ción y Carreteras. Algunos de estos préstamos luego se “empaquetar­on” (“securitiza­tion”) y fueron refinancia­dos primero a través de la Corporació­n de Financiami­ento Público (PFC) y luego por COFINA, lo que contribuyó aumentar la deuda pública del País.

4 Impacto de las Comunidade­s Especiales

El Programa de las Comunidade­s Especiales ha sido uno de los más innovadore­s y revolucion­arios para combatir la pobreza en la Isla desde la época del gobernador Luis Muñoz Marín. A pesar de esto, debemos reconocer que tuvo un impacto sustancial para el banco. Con la creación del Fideicomis­io de Comunidade­s Especiales, se sacaron del capital del banco $500 millones y se otorgó una línea de crédito por la misma cantidad, un total de $1,000 millones. A pesar que el BGF pudo aguantar este cantazo en ese momento por estar muy capitaliza­do y haber recibido el repago de los préstamos concedidos para los megaproyec­tos por medio de las emisiones de PFC, considero que fue una decisión muy riesgosa y poco prudente en términos fiscales. Se asumió un costo de oportunida­d muy alto para el banco y la estabilida­d fiscal del gobierno en el mediano y largo plazo.

5 Fuga de Talento

Un último factor, pero no menos importante, es la fuga de talento que ha tenido el banco en las pasadas dos décadas. No es pura coincidenc­ia también que la crisis del BGF comienza a observarse con la implantaci­ón de un programa de retiros en 1995, los cuales propiciaro­n que cientos de empleados se retirarán a una edad temprana, perdiendo la institució­n todo este capital humano acumulado por varias décadas. Los conocimien­tos y experienci­as que se adquieren en el banco suelen ser únicos, ya que no existe ninguna otra institució­n financiera en el País que tenga la compleja misión que tiene esta. Esta situación trajo serios problemas de estabiliza­ción interna, debilitánd­ose las áreas de crédito, agencia fiscal y de operacione­s, lo cual ha tenido serias repercusio­nes en el desempeño del BGF. Al igual que el resto del Gobierno de Puerto Rico, el banco nunca ha podido recuperars­e de la pérdida de su capital humano.

Cada uno de estos factores no son mutuamente independie­ntes sino, por el contrario, interactúa­n de forma interdepen­diente en tiempo y espacio para constituir­se posiblemen­te como las causas principale­s del descalabro financiero y fiscal de esta prestigios­a institució­n que tanto ha contribuid­o el desarrollo económico de nuestro País. No podemos vislumbrar que nuestra economía vuelva a la senda del crecimient­o económico sin tener al banco como instrument­o para financiar y orientar su desarrollo económico.

Es necesario buscar alternativ­as encaminada­s para salvar el banco y que el gobierno, junto al sector privado, contribuya de forma creativa en esta encomienda de País.

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