El Nuevo Día

Isla Caladesi: un tesoro escondido

Cuesta creer que haya playas “por descubrir” en Florida, pero muy cerca de Tampa se encuentra una playa todavía virgen.

- Por Antonio Rosselot Valdés El Mercurio / Chile

Caladesi está apenas a 15 kilómetros de Clearwater, en la costa oeste del estado de Florida, pero parece que quedara a un mundo de distancia: desde la cubierta del ferry que nos acerca en un viaje apenas de 15 minutos, la isla (que no es isla en realidad) luce salvaje y casi despoblada. Desde la embarcació­n donde ahora mismo solo hay una veintena de pasajeros, nada permitiría adivinar el gran atractivo de este sitio, la razón a que todos nos convoca.

En una región de playas perfectas y hasta premiadas, Caladesi guarda una de las mejores. Y más importante que eso: una de las menos concurrida­s.

Lo que sabía de Caladesi era que la “isla” formaba parte de un parque estatal moldeado para los fenómenos naturales. Originalme­nte se trataba de una larga barrera de arena y árboles tropicales llamada Hog Island, que quedó fragmentad­a y dividida luego del paso de un huracán en 1921: así surgieron como dos hitos separados Honeymoon Island, al norte, y Caladesi, al sur.

El lugar de partida del ferry está en Honeymoon Island, a donde se llega en auto, que es la vía que eligen todos los que quieren descubrir este rincón. Hay otra opción: caminar por la costa un par de horas desde la misma Clearwater Beach, pero hay tramos donde uno se hunde hasta las rodillas en la arena y el mar, y en ese caso es posible toparse con mantarraya­s, cuyas picaduras pueden ser muy dolorosas.

Como sea, en ferry el viaje es breve y cómodo, porque en este lado de la costa floridiana, que enfrenta al golfo de México, el mar parece, al menos en este momento, tan tranquilo como una taza de leche (algo que aprovecha todo tipo de embarcacio­nes menores, propiedad de gente que vive aquí; hay desde lanchas a paddle boards, cuyos ocupantes saludan a quienes viajamos sobre la embarcació­n).

Al llegar, notamos que en Caladesi, desde luego, no hay edificios, tiendas de marca ni menos autos de lujo (o autos de cualquier tipo). Solo se veían unos pocos gacebos de madera equipados con parrillas, baños y una pequeña cafetería pegada al camino de acceso hacia el tupido bosque que cubre el interior de la isla.

Mientras caminamos por el puente que cruza Cat’s Eye Pond, el paisaje verde se va despejando y las arboledas tupidas y sombreadas dan paso a la explanada de arena.

En la playa de Caladesi, una de las cosas que atraen es que todo se mantiene al natural: en la isla no hay máquinas que limpien la arena y tampoco hay nadie quitando la cantidad de algas que a veces se acumulan cerca del mar. Así, todo sigue su flujo sin contratiem­po, salvo por los pocos visitantes que llegan a alterar el estado naturalmen­te tranquilo del lugar.

La caminata por la playa (que tiene aproximada­mente 5 kilómetros) tiene un efecto tranquiliz­ador, aunque también podría calificars­e como soporífero. En la parte alta de la costa, un poco más alejado de la orilla, se ven los únicos indicios de humanidad en el lugar: unas cuantas jaulas pequeñas que protegen las áreas en donde las tortugas marinas vienen a poner sus huevos.

Casi sin notarlo, ya son las cinco de la tarde. El parque solo puede ser visitado por cuatro horas, así que todos los que estaban disfrutand­o de la playa, levantan sus pertenenci­as y se disponen en masa a cruzar el puente hacia el embarcader­o.

Cuando llegamos a tierra firme, a la Florida real, el cambio parece demasiado brutal. Los carteles de Disney por acá, los de Universal por allá, los de Busch Gardens a un costado, Cadillacs, Lincolns y Corvettes, llenando las calles. Detrás, Caladesi apaga sus luces. Para informació­n sobre este destino, consulta a tu agente de viajes.

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Una caminata por la playa de la isla Caladesi tiene un efecto tranquiliz­ador.

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